La activación del placer sexual desde agentes externos es promovida por la sociedad de consumo para vender estimulantes sexuales, pastillas, alcohol y de forma más subyacente las drogas ilícitas. En estudios realizados (Vargas/ONUSIDA/IDCP 2012) se muestra el estrecho vínculo entre alcohol-drogas y excitación sexual en los patrones sexuales de personas de distintos estratos sociales.

El nexo entre alcohol-drogas y sexo tiene matrices culturales. Nuestra sociedad promueve la comercialización del sexo desde la ambigüedadtabú-sensacionalismo. Esta desvinculación del carácter natural del sexo-placer facilita el consumo de sustancias como necesarias para la excitación y el goce. “Para tener sexo necesito tomar ron o algo más fuerte”

Esta “necesidad” de algo más fuerte lleva al consumo de marihuana, cocaína o crack, sustancias que superen el efecto del alcohol o que se mezclen con el alcohol. Muchas personas que utilizan el alcohol mezclado con marihuana, cocaína o crack no se identifican como adictos/usuarios/as de drogas, su uso se justifica exclusivamente a la recreación ocasional o mayor excitación sexual.

Personas de diferentes estratos sociales que no se autoperciben como dependientes de estas sustancias las demandan en los servicios que solicitan a las trabajadoras sexuales o les piden que consuman con ellos en el acto sexual-comercial. Las trabajadoras sexuales hacen énfasis en este patrón sexual que vincula sexo y droga o sexo-alcohol-droga como bastante recurrente entre sus clientes.

Así tenemos mezclas de marihuana-cocaína, crack-marihuana, crack-marihuana-tabaco, marihuana-cigarrillo entre otros. La marihuana es la droga más consumida por su bajo precio y porque facilita la mezcla con otras drogas más fuerte como la cocaína y el crack. La heroína que tiene menor consumo, se mezcla también con la cocaína en esa combinación rendimiento y búsqueda de efectos más intensos y polarizados.

La búsqueda del placer sexual a través de estos agentes externos adquiere cada vez más fuerza y le da a la actividad sexual un contenido de mayor de riesgo de contagio de VIH y de otras enfermedades. Las personas que utilizan alcohol, drogas o estimulantes pierden el control y descuidan la protección en el acto sexual, “se les olvida el condón”aun cuando se tiene conciencia de su importancia como mecanismo de protección.

Las drogas se mezclan muchas veces con el alcohol o se mezclan entre sí. La mezcla alcohol-droga, alcohol-tabaco adquiere cada vez más fuerza con el uso de la Juca, en la que muchas veces se sustituye el agua por ron o por vino “La Fuerza”.  Las mezclas tienen que ver con la búsqueda de efectos distintos o con “rendirlas” para bajar el costo del consumo generando nuevos efectos que repercuten en un mayor descontrol, inestabilidad emocional y riesgo.

Así tenemos mezclas de marihuana-cocaína, crack-marihuana, crack-marihuana-tabaco, marihuana-cigarrillo entre otros. La marihuana es la droga más consumida por su bajo precio y porque facilita la mezcla con otras drogas más fuerte como la cocaína y el crack. La heroína que tiene menor consumo, se mezcla también con la cocaína en esa combinación rendimiento y búsqueda de efectos más intensos y polarizados.

Nuestra niñez y adolescencia tiene fácil acceso a todas estas sustancias y mezclas, sobre todo al alcohol, tabaco y cigarrillo. Estas tres sustancias son la puerta de entrada a las adicciones y a las mezclas con todas las demás.

La satanización de “las drogas” no favorece a la prevención porque crea una barrera en la orientación y seguimiento hacia prácticas sexuales y de consumo en la que ambas se entremezclan.

La prevención del consumo de alcohol y drogas debe ser parte de un programa de educación sexual integral en el que niños, niñas y adolescentes hagan conciencia sobre la presión social en la que están envueltos en la cotidianidad para consumir sexo-drogas y alcohol en forma irresponsable y muchas veces siendo parte de círculos de violencia y abuso generados por personas adultas.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY