No puedo esconder mi eterna simpatía hacia el ingeniero Ramón Alburquerque, un político-científico, que sus conocimientos siempre han estado al servicio del país, ya sea como legislador u otra función. Pienso que después del profesor Juan Bosch es el dominicano que cuando habla al país, no importa lo enredado que sea el tema, todo el mundo entiende. No es lo mismo tener muchos conocimientos en la cabeza que saber comunicar para que el pueblo llano entienda. Él tiene el don de la sabiduría para acumular los conocimientos y ponerlos al servicio de la gente.
Su participación en el programa radial de los domingos en la mañana, “Los Sabios en la Z” (101), es el ejemplo más palpable. Me explican algunos perredeístas que es idéntico a las intervenciones de Bosch y José Francisco Peña Gómez en el inolvidable programa radial “Tribuna Democrática” del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Ojalá que en un futuro no muy lejano llegue a ser presidente de la República, para que ponga su talento al servicio de la colectividad. En esta ocasión, el candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Luis Abinader, lo debe llevar como su compañero de boleta. Sería una forma de conquistar la esencia del viejo y romántico PRD, que tiene a Alburquerque como un símbolo a seguir. Es un ejemplo para los políticos y congresistas. “¡Legisladores, trabajen por el país! En mis 16 años en el Senado solo trabajé por la sociedad: De las 58 leyes más avanzadas, 34 son nuestras”, escribió Alburquerque en su cuenta de twitter.
No solo por la honestidad y capacidad de trabajo, sino porque en la última reunión de la Asamblea Nacional quedó claro la escasa preparación de nuestros congresistas. Vimos la ignorancia o manejo torpe de los asuntos parlamentarios de la presidenta de la Asamblea, Cristina Lizardo. Un legislador 20 años más joven que ella, el diputado Abel Martínez, le iba indicando lo que debía decir y hacer. La gente se preguntaba en las redes sociales que quién presidía la Asamblea, si Cristina o Abel, presidente de la Cámara de Diputados.
La presidenta del Senado está en el Congreso desde 1998, siempre favorecida por el presidente Danilo Medina. Comenzó como diputada. Nunca se le ha conocido un proyecto de ley o defensa de la provincia Santo Domingo, una de las demarcaciones con más problemas. Sus compañeros la apodan, de forma burlona, la legisladora “muda”. Si hablamos del pobre dominio de la lengua de Cervantes, da gana de llorar: Hablan, escriben y piensan con faltas ortográficas. La secretaria de la Asamblea decía “punto do”, en vez de punto número dos.
Esto me obliga recordar las históricas disertaciones de Alburquerque ante la Asamblea Nacional en la reforma constitucional de 2002. Ocurre que él era presidente del Senado, pero un grupo de senadores de la tendencia del presidente Hipólito Mejía se apandilló y le dieron un golpe de Estado. Pusieron de presidente al inexperto senador mocano Andrés Bautista. Tremendo error. Andrés no sabía cómo reformar la Constitución que estaba impulsando Hipólito.
Mi admiración al exsenador de Monte Plata comenzó ahí, por su nobleza de explicarles detalladamente a Bautista y demás asambleístas los pasos a seguir, pese a ser víctima de una bellaquería política. Demostró su grandeza. Era el que más hablaba, como un educador, lo hacía con humildad y entusiasmo. Los asambleístas parecían estudiantes de primaria.