Me disponía a escribir mi primer artículo del año para enviarlo a este medio cuando me enteré de tu fallecimiento, Celeste Alanna Lockward, mi deslenguada Alanna. Me quedé atónita, pensé que era una broma y decidí no escribir en ese momento. Tratar de asimilar tu partida fue y es complicado.
El año no ha comenzado bien para el mundo de la cultura en el país. Hace unos días el joven gestor cultural de San Juan de la Maguana y profesor de la escuela de Altos de Chávon, Ángelo Valenzuela, fallecía en un lamentable accidente de tránsito. Ahora te ha tocado a ti, de manera inesperada, a destiempo…
Irreverente Alanna Lockward, nieta y sobrina del gran compositor puertoplateño Juan Lockward, una familia harto conocida. Ella desde su distintos roles profesionales: curadora de arte, bailarina profesional, cineasta, realizadora, periodista de investigación y escritora de unos libros llenos de magia, aportó su valía al desarrollo de la cultura en nuestro país. Su otro amor en vida era Haití. Vivió un tiempo allí y realizó una serie de reportajes para televisión que ojalá algún día en su memoria vean la luz. Su último libro "Una Haití Dominicano", es un homenaje a esa otra sociedad haitiana que muchos desconocemos, lleno de historia y que nos sirvieron de mucha orientación a sus lectores. Antes había escrito "Marasá y la Nada" , un documento cargado de misticismo y amor.
Además, realizó el documental "Reporte Allen" un recorrido por el metodismo africano transnacional y que es la investigación que continúa a un trabajo hecho por su abuelo sobre el origen de las iglesias negras en República Dominicana. Dicho documental fue filmado en suelo dominicano, Alemania, Namibia y Estados Unidos, con el apoyo del gran profesional del lente Peyi Guzmán. Alanna pudo realizar ese sueño acariciado por mucho tiempo luego de ganar un concurso del Fondo de Promoción Cinematográfica y la Dirección General de Cine.
Ay! espíritu rebelde Alanna, en esos nos parecíamos, siempre me lo decías, aunque tú me ganabas. Cuántas conversaciones tejimos cuando aún vivías en Berlín acerca de ese magnífico libro que con apoyo del historiador Juan Daniel Balcacer ayudamos a editar. Una vez ya de regreso a Santo Domingo, nuestras conversaciones continuaron aunque de manera más reducida por nuestras múltiples ocupaciones y porque anhelabas estar más cerca de tu amado hijo Marlon.
Eras de mucha inspiración para nosotros, tus amistades. Nos unieron amistades en común que las conservo como un tesoro. Siempre alegre, altiva, llena de vida y combatiente. Todo ha sido sorpresivo. No te aquejaba nada de salud, salvo amor a la vida y a tu hijo.
El sector cultural dominicano pierde a una gran hija, defensora de sus raíces, de sus ancestros, de nuestra negritud, de tu sapiencia y aportes a las artes y las letras dominicanas.
Nunca imaginé que mi primer artículo de este año sería en tu honor………