Estimado profesor de estudiantes desmotivados,

Te escucho quejarte de tus estudiantes y sus familias, de su falta de interés, responsabilidad y apoyo, de la sociedad y su falta de valores. Muchas veces te sientes solo, cansado y poco reconocido. Das lo mejor de ti para enseñar y para lograr que cada uno de tus estudiantes aprenda a pesar de todos los obstáculos y de los estímulos con los que compites. Tratas de evaluar de manera justa y objetiva, pero no es fácil revisar, corregir, retroalimentar a muchos estudiantes cuando el tiempo es limitado. Y te preguntas: ¿Para qué enseño? ¿Qué deseo que mis estudiantes aprendan? ¿Por qué no están motivados y se distraen con tanta facilidad? ¿Cuándo me van a escuchar?

Quedaron atrás los primeros años de enseñanza y va pasando el tiempo. Cada día que pasa enfrentas nuevos retos en un contexto cada vez más complejo en el que la forma de comunicarnos y relacionarnos es muy distinta gracias a la tecnología disponible. Ya la información y los contenidos dejan de ser lo único importante y todos tenemos acceso a los mismos con gran facilidad. Compites con aquello que es mucho más divertido y atractivo que el aula: las redes, el internet, los videojuegos, los amigos.

Quizás crees que con mayor presión académica lograrás los resultados deseados. Sin embargo, tus estudiantes están cada vez más “desconectados”.

Señalar o culpar a los estudiantes o a sus padres no lleva a nada.

El cambio comienza por y en ti.

Si, en ti.

Aunque el Estado, el director o coordinador del centro y los padres de tus estudiantes deben de apoyar tu trabajo dentro del aula, eres tú quien juegas un rol decisivo en tus estudiantes. Lo que sucede en tu salón de clases está en tus manos. ¿Qué puedes hacer para ayudar a tus estudiantes a aprender y a disfrutar del tiempo que pasan en el aula contigo?

Los estudiantes tienen una gran responsabilidad, pero la mayoría de sus actitudes y comportamientos en la escuela son respuestas a lo que reciben, son reflejo de lo que viven. El ambiente o clima escolar, un buen director y buenos maestros hacen la diferencia en sus vidas.

Toma iniciativa y no te quedes esperando que tus estudiantes se motiven al recibir ataques, quejas, amenazas o presión. Promueve el cambio con tu actitud y comportamiento e identifica sus fortalezas e intereses para diseñar experiencias realmente significativas. Busca y aprovecha nuevas oportunidades con ellos, en vez de oponerte a la realidad que viven.

No es fácil y requiere de mucho esfuerzo. No hay magia. Te invito a dejar las quejas y hacer propuestas para resolver los problemas, para alcanzar el crecimiento y aprendizaje junto a tus estudiantes.