Tal como estaba previsto en los acuerdos que pusieron fin a la guerra de abril de 1965, el 1º de junio de 1966 se celebrarían elecciones generales. Igual que ahora, la campana electoral debía cerrar 48 horas antes de los comicios, de modo que el 29 de mayo de ese año los partidos  realizaban las últimas actividades masivas de una campaña que fue muy accidentada y violenta.

De hecho, el candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Juan Bosch, prácticamente se pasó todo el tiempo en su casa, al parecer temeroso de un atentado. Es muy ilustrativa de la situación de aquellos días una caricatura que publicó el diario conservador abiertamente anti-Bosch

“El Caribe”la cual mostraba al líder del PRD en figura de un maco dentro de una cueva, mientras el candidato contrario Joaquín Balaguer le cantaba, guitarra en mano, instándolo a que saliera. Posteriormente, los historiadores, entre ellos Bernardo Vega y otros que han investigado el periodo, lo confirman. Particularmente Vega en su bestseller “Cómo los americanos ayudaron a colocar a Balaguer en el poder en 1966” (Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, 2004, 321 páginas) y Tim Weiner en un libro más reciente: “Enemies, a history of the FBI”(Enemigos, la historia del FBI) que, reseñado por Acento.com el  22 de febrero de 2012, dice: “El profesor Juan Bosch, candidato del Partido Revolucionario Dominicano participó en las elecciones, pero casi nunca salió de su casa a hacer campaña electoral. Bosch, con toda razón, temía un atentado contra su vida y discutió con su equipo el proceder que tendría en la contienda: se quedaría en su casa y dejaría el camino libre al candidato de los Estados Unidos: Joaquín Balaguer”.

Aquel domingo 29 parecía más que festivo en la ciudad de Santo Domingo. Durante la tarde, una bulliciosa multitud, enarbolando  símbolos electorales, se movilizabaconfiadamentea lo largo de la calle principal de la Capital, la avenida Duarte. Para entonces, yo vivía con mi padre, madrasta y hermanos en la Baltazara de los Reyes 50, a una casa de la Duarte y al lado de la legendaria barra La Llanera.

El epicentro de la algarabía estaba situado tres cuadras hacia el sur, en  la Duarte con Paris. Todavía ahí, frente a la emblemática tienda “La Novia de Villa” se podían ver las huellas dejadas por un tanque AMX perteneciente a las fuerzas del Complejo de San Isidro que fue incendiado con sus tripulantes dentro y chocó contra un poste de luz de aluminio frente a la tienda, durante la fracasada ofensiva de columnas de infantería y blindados lanzada contra los combatientes  populares a comienzos de la revuelta de 1965.

Para las 4:00 de la tarde del indicado día 29 estaba programado el mitin de cierre de campaña del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC), en el parque Enriquillo. El PRSC formaba parte de las organizaciones constitucionalistas  que apoyaban la candidatura de Juan Bosch. Aunque yo  no había alcanzado la edad de votar, como militante de la Juventud Revolucionaria Cristiana (JRC)-organización estudiantil de secundaria del PRSC- participaba activamente en la campaña, y así me encaminé hacia el parque.

Poco antes, una avionetahabía esparcidosobre la multitud volantes conteniendo la carta que Juan Bosch escribió al dictador Trujillo felicitándolo luego de que la Cámara de Diputados, el 11 de enero de 1936, cambiara el nombre de la capital por Ciudad Trujillo.

Para mí y para la mayoría de quienes leímos el papel, la reacción fue de incredulidad, “campaña sucia”, decían los adultos. Es de notar que la casi totalidad de quienes ocupábamos las calles del entonces centro neurálgico de la ciudad éramos seguidores de la candidatura de Bosch.No creo que ningún simpatizante de Balaguer se hubiera atrevido a manifestarse en aquel ambiente, no tanto por Balaguer, que para esa masa era medio desconocido, sino porque oponerse a Bosch significaría enaquel instantey lugar estar del lado del golpe de Estado de 1963, en contra de la vuelta a la Constitución  y a favor de la intervención militar extranjera.

El parque estaba repleto, pero me abrí paso hasta la glorieta, situándome casi al lado de los oradores, el último de ellos era el doctor Elizardo Betancourt, candidato a senador. Le tocaba a continuación  a la doctora Josefina Padilla viuda Sánchez.

Todo ese tiempo yo había estado al lado suyo, me sentía encumbrado, un muchacho de la JRC tan cerca de la figura más venerada del PRSC, una inquebrantable luchadora anti trujillista, madre de ocho hijos y viuda del mártir de los remanentes de la tiranía Papito Sánchez Sanlley. Aunque años después tuve oportunidad de estar cerca de ella, incluso de hablarle, su imagen de esa tarde la recuerdo como única.

Mientras tanto, desde hacía rato se notaba como que se estaba formando un tumulto hacia  la esquina de la Ravelo con JoséMartí. Parecía  que un grupo trataba de moverse hacia la glorieta. (Por cierto, no recuerdo si el destacamento de la Policía, situado en laJoséMartí al lado de la logia, estaba activo).

El caso es que comenzaron a levantarse unas banderas rojas con la efigie de Lenin, las banderas del Partido Comunista Dominicano (PCD), enarboladas por un pequeño contingente que trataba de abrirse paso hacia la tribuna, situada en la glorieta, mientras otros pugnaban por  impedírselo.

En algún momento, cuando la doctora Padilla empezaba a hablar, (es más, no estoy seguro de si ella llegóa empezar pero sí que el doctor Betancourt había terminado), cuando el grupo de intrusos  estaba a mitad de su  camino, se originó un tiroteo. Nunca se ha aclarado, que yo sepa, cómo se inició, pero el fuego era nutrido y estoy seguro de que incluía ametralladoras. Yo atravesé el parque y crucé la avenida en menos de dos minutos.

Casi detenido por el tropel que cubría todo el espacio, me lancé al aire sobre la masa, en el preciso instante en que una ráfaga de ametralladora pasando sobre nuestras cabezas impactaba en la fachada del Royal Bank of Canada, directo encima de la jardinera que adornaba el edificio. Ignoro si hirieron a alguien. Me incorporé y doblé raudo a la derecha en la Ravelo y luego también a la derecha en la Jacinto de la Concha, con rumbo norte, hacia mi casa, seguido por el ruido de disparos esporádicos de distinto calibre.

Tristemente, el doctor Betancourt había sufrido un infarto, y moriría al día siguiente. Nunca llegaría a enterarse del sorprendente resultado de las elecciones dado a conocer el día 2 por la mañana. Aunque, estoy seguro de que él murió con la misma certeza con que nos acostamos ingenuamente la noche del día 1º: que Juan Bosch había ganado las elecciones.

Y con razón, ya que en la televisión comenzaron a dar los resultados del Distrito Nacional, donde el PRD aventajaba 1.5 a 1  al Partido Reformista. De hecho, terminaron 147,087a 91,128votos. El PRSC quedó tercero en el Distrito, con10,313 votos. Los totales fueron: PR 759,887; PRD 494,570 y PRSC 30,660 votos.