A propósito de la designación del mayor general Manuel Castro Castillo, como nuevo jefe de la Policía Nacional y del general de brigada Alejandro Dipré Sierra como nuevo subjefe de la misma institución, mediante el decreto número 181-13, es oportuno saludar sus nombramientos augurándoles los mejores de los éxitos.
Luego de felicitar, es de rigor mostrar la satisfacción de que nuevos actores traen nuevas esperanzas y expectativas, pero de igual manera es imperativo destacar los grandes retos y la triste realidad que envuelve a nuestra excluida y estigmatizada Policía Nacional, después de 77 años de creada y a pesar de los grandes procesos de crecimientos estructurales; así como los grandes cambios en actualizaciones de sus normativas, es cada vez más débil en cuanto a la institucionalidad, en sus resultados de eficiencia en respuestas a los crímenes y violencias; de igual manera, imperceptible en ganar la confianza y el respeto de la ciudadanía, y ni decir del deterioro ético y moral.
Por otro lado las personas responsables y con integridad son perseguidas, discriminadas y excluidas a la primera oportunidad, en fin reciben todo tipo de maltratos, siendo víctimas del podrido sistema, sean estos funcionarios civiles o de uniforme. Y penosamente sufren la indiferencia del pueblo y la clase trabajadora que por temor e influenciada por la manipulación, toleran y se unen a la servidumbre voluntaria, dando vigencia y legitimidad a un sistema opresor e inhumano.
General Manuel Castro Castillo, aproveche y asuma este gran reto que a la vez es una oportunidad para revertir el derrotero en el que nos han mantenido desde el mismo nacimiento. Ya nada es secreto, día tras día estamos siendo testigo de revelaciones públicas que dejan al descubierto las situaciones internas sobre casos de abuso de poder, encubrimiento de corrupción y todo tipo de crimen, puestos ocupados por militares, traslados, arresto, cancelaciones y retiros dentro de la Policía Nacional, todos irregulares. Señor jefe, 77 años son suficientes para marcar la diferencia, aplique y haga cumplir la ley.
La realidad del problema es que nunca se cumplió la ley derogada, No. 6141; no se cumple la vigente, 96-04 ni se cumplirá la propuesta enviada al congreso por poder ejecutivo la cual debo, aclarar, de aprobarse será un retroceso. Debe erigirse y designarse en los diferentes puestos por méritos, los probos y capaces; en lo que deben participar activamente todas las comunidades. Urge comunitarizar la Policía, así lo manda nuestra ley orgánica vigente. Da autonomía presupuestaria que nunca se ha aplicado. Además establece los derechos profesionales de la carrera policial.
Nuestra sociedad es anómica, es cultural el desconocimiento y el irrespeto a la Constitución y las leyes. Y lo peor de todo, la gran mayoría desconoce y no se interesa en conocer su ley ni su constitución, no se puede cumplir y hacer cumplir lo que no se conoce. La ONU, define a los policías como funcionarios encargados de hacer cumplir la ley junto al sistema de justicia. Para ir reduciendo el mal solo debemos aplicar de manera estricta el imperio o la dictadura de la ley.
General Castro, dé un ejemplo, libere a la Policía y a la sociedad de esos generales y coroneles corruptos (con sus equipos) y que conviven con el crimen, juéguesela, sea el protagonista de asuntos internos, "policía de los policías", la sociedad y al gobierno más que a nadie le urge. Además, es una oportunidad para reducir la conspiración, sin publicidad y lo que ameriten, sometimiento.
Sin dejar de lado lo más importante, proteger y defender la dignidad y calidad de vida de sus policías, además de lograr la uniformidad, el orgullo y el prestigio que se han perdido.
La Policía Nacional padece de todos los males sociales, pues somos un reflejo de la misma sociedad; los policías comunes, humildes, de poco rango, que son la mayoría, son víctimas del sistema y son usados por quienes los dirigen, mantenidos en la ignorancia y la explotación. Los policías no cuentan con un órgano que proteja y garantice sus derechos y libertades, ni hay ningún poder fáctico que lo haga. La cultura de mando y el desenvolvimiento de los afanes policiales y militares es similar al de un estado de guerra o de excepción, viven en zozobra e incertidumbre constantes, sin planificación alguna que le permita programarse.
Por otro lado las personas responsables y con integridad son perseguidas, discriminadas y excluidas a la primera oportunidad, en fin reciben todo tipo de maltratos, siendo víctimas del podrido sistema, sean estos funcionarios civiles o de uniforme. Y penosamente sufren la indiferencia del pueblo y la clase trabajadora que por temor e influenciada por la manipulación, toleran y se unen a la servidumbre voluntaria, dando vigencia y legitimidad a un sistema opresor e inhumano.
Señor jefe PN, en 77 años no hemos sido capaces de ver y tratar como seres humanos a nuestros policías, cásese con la gloria, siente un precedente a favor de la dignidad de los policías, inicie la revolución para conquistar la confianza ciudadana, reivindique el lema "Todo por la patria".