En los últimos dos periodos presidenciales, el país ha transitado en una escalada de endeudamientos, considerando que la Deuda Pública No Financiera al 31 de diciembre del año 2011 era de 16,593 millones de dólares y al cierre del 2019 pasó a ser de 35,942 millones de dólares, o sea un incremento de un 116.6%. Para explicarlo de la forma mas llana posible: En 167 años después de la independencia de la Republica Dominicana (de 1844 al 2011) en todos los gobiernos anteriores se han tomado menos dinero prestado (USD$16,593 Millones) que lo que se ha tomado en los últimos 8 años (USD$19,349 Millones).

Sin dudas, una escalofriante realidad que nadie puede negar, peor aún, si le agregamos la Deuda del Sector Público Financiero que asciende a 11,487 millones de dólares, tenemos un complicado escenario en el que la Deuda Pública Consolidada (DPC) supera, al 31 de diciembre del 2019, el 50% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, a febrero de 2020, la DPC alcanzó los US$48,208.5 millones, equivalente al 53.9% del PIB, de acuerdo al “Informe Especial Deuda en Tiempos de Covid-19”, realizado por Hebrard & Hebrard Consulting.

Faltaría agregar que la gran industria sin chimeneas, el motor del empleo, de la generación de divisas, de las exportaciones indirectas y del equilibrio de la balanza de pago, que es el Turismo, se encuentra absolutamente detenido, con lo que es muy posible que podamos sufrir una reducción del PIB y con la imperante necesidad de aumentar el endeudamiento para afrontar La Pandemia del Coronavirus, además de tener un gobierno en plena campaña electoral, resultaría previsible que la Deuda Publica Consolidada (DPC) superara el 55% del Producto Interno Bruto (PIB), al cierre del 2020.

Como si todo lo antes mencionado fuera poco, las consecuencias comienzan a dejarse sentir, pues en lo que va de año la tasa de cambio del dólar se ha incrementado en más de un 3% al pasar del 53 por uno a más del 55 por uno, comenzando a generar incertidumbre en los agentes económicos, que hoy comienzan a tratar de dolarizar sus ahorros y a convertir de dólares a pesos sus financiamientos y cuentas por pagar; provocando un aumento de la demanda de divisas que ante la merma en la oferta, sólo puede reflejar un aumento del precio del dólar.

Desde antes del comienzo de la Pandemia del Coronavirus y de la llegada a nuestro país, veníamos advirtiendo acerca del irresponsable manejo de la cosa pública, en especial el alto nivel de endeudamiento y la baja inversión en obras reproductivas; pues si en los últimos 8 años se han tomado más préstamos que en los 167 años anteriores de nuestra vida republicana, nuestro país debería tener el doble de carreteras, metros, elevados, pasos a desnivel, túneles, acueductos, hospitales, escuelas, proyectos habitacionales…, etcétera, es más, deberíamos tener hecho un segundo piso y esto, obviamente, no es así; la relación de préstamos y obras que benefician a la sociedad no se corresponden, aunque quizás sí, la relación de los préstamos y los niveles de corrupción. 

Otro aspecto a tener en cuenta es que, ante las pérdidas de empleo directos e indirectos y al posible aumento del costo de la vida, debido a un proceso inflacionario y la desfachatez conque operan nuestras actuales autoridades, no se puede desestimar un estallido social, que reclame más justicia social y una mejor distribución de la riqueza y del presupuesto nacional.

Claro que nuestro país a sabido superar grandes crisis, provocados por fenómenos atmosféricos, por factores exógenos y en especial, hemos sabido sobrepasar crisis provocadas por gobernantes tan malos como los actuales, como, por ejemplo:

  • En el 1986 cuando el país se vio inmerso en un acelerado proceso inflacionario y un estallido social, el cual sólo fue superado con una adecuada elección de las nuevas autoridades, mismas que contaban con la experiencia y la sapiencia necesaria para enderezar el rumbo de la economía.
  • En el 1996 cuando ante el desgaste del gobierno que quiso imponerse en un tercer mandato, provocando una crisis político y social, que hubo que recortar el periodo y llamar a unas nuevas elecciones, en la que nueva vez el pueblo, guiado por sus dos principales octogenarios líderes, supo hacer la mejor elección.
  • En el 2004, en medio de una super inflación y la quiebra de gran parte del sistema financiero, además de un gobierno en campaña electoral tratando de materializar una reelección presidencial, sin embargo, ante la crisis, el pueblo dominicano supo generar un cambio eligiendo a su mejor activo, para provocar la confianza de los agentes económicos, con lo que se logró la reorientación de la economía, así como la reducción del precio del dólar de mas del 50 por uno (al igual que hoy en día) a menos del 30 por uno.

No cabe dudas que, más que nunca y ante la crisis que vivimos hoy, provocada por la mala administración de la cosa pública, sumada a una Pandemia mundial que afecta a todos los países, nuestro pueblo tiene que elegir su mejor activo, aquel que no represente una aventura, sino que, por el contrario, basado en su experiencia, su trayectoria y su sapiencia, represente el camino seguro, para poder superar estas crisis y retornar a la ruta del crecimiento económico.