El 28 de agosto del año en curso, tres días después de que Corea del Norte hiciese una nueva prueba de misiles balísticos, el país asiático amenazó a EEUU con hundir el territorio “bajo el agua” en caso de que Washington decidiera invadir su territorio. Inmediatamente, la amenaza se constituyó en noticia internacional, ocupando la atención de los principales medios de difusión noticiosa.

La reciente advertencia de Corea del Norte a los EEUU no es nueva; pues en los últimos meses la relación entre ambas naciones se ha visto lacerada por enfrentamientos que no escapan a la opinión pública. Naturalmente, Corea del Norte es un país que se mantiene haciendo pruebas nucleares que amenazan con mermar la paz existente en la comunidad internacional, y por consecuencia, los EEUU responde a ello como mecanismo de control. De hecho, las amenazas de guerra son constantes y periódicas, al punto de crear una tensión a nivel global que se alimenta con la percepción de que en cualquier momento puede desatarse una guerra sin precedentes. Países como China, Rusia, EEUU, Corea del Norte y Corea del Sur, coincidirían en el conflicto bélico, iniciándose a ese nivel lo que podría denominarse una guerra a gran escala.

Para imaginar lo aterrador que se torna dicha posibilidad, basta con recordar lo ocurrido tanto en la 1era como en la 2da guerra mundial; conflictos que cobraron la vida de millones de personas al ser usadas las armas más sofisticadas y efectivas del mundo de aquella época.

Para la 1era Guerra Mundial (1914-1918) se emplearon armas del más alto refinamiento en comparación a las usadas en contiendas previas al 1914. Las trincheras no dejaron de ser un método idóneo de combate; pero la aparición del “Tanque de Guerra” y de las “Armas Químicas” empleadas por los alemanes constituyó una verdadera innovación en el desfile del armamento bélico. Se estima que perecieron unos diez millones de personas y unos 20 millones de soldados resultaron heridos.

20 años después, la invasión de Alemania a Polonia marcó el inicio de la 2da Guerra Mundial iniciada específicamente en el año de 1939. El conflicto abarcó a las grandes potencias del mundo y a los países relacionados, los cuales se dividieron en dos frentes: Por un lado los Aliados de la 2da. Guerra Mundial y por otro lado las llamadas Potencias del Eje.

En esta ocasión el armamento utilizado en la guerra del 1914 fue rediseñado y empleado nueva vez en el conflicto; pero con diferencias sustanciales. Por ejemplo, los tanques de guerra, los cuales habían sido usados en la 1era Guerra Mundial, fueron retomados en base a modelos más potentes, mejor blindados y de mayor rapidez. Igualmente se usaron los barcos de guerra, submarinos, y aviones de combate con mayor eficacia y de tecnología más avanzada. Además, la tecnología armamentista le permitió a los EEUU la creación de bombas nucleares desconocidas hasta la época, las cuales fueron lanzadas sobre dos ciudades orientales forzando a Japón a claudicar.

En la actualidad, se desconoce la cantidad exacta de las víctimas directas de aquella funesta guerra; sin embargo se cuenta con estudios que marcan cifras aproximadas. La indeterminación presentada al momento de arrojar una cantidad más o menos exacta de las vidas cobradas en el conflicto se debe, básicamente, al ocultamiento de información o alteración de resultados por parte de algunos países. La cantidad de pérdidas humanas, no obstante, oscilan desde los 50 hasta los 70 millones de personas; cifras alarmantes aun cuando se omiten otras consecuencias como las sociales, naturales y geopolíticas.

Pensemos ahora qué pasaría si se desatase una guerra de similar especie, contando la humanidad con herramientas armamentistas de avanzada tecnología. ¿Cuáles armas serian usadas en el conflicto y cuales serian sus consecuencias? La respuesta a dicha pregunta causa estupor tan solo imaginarla.

Armas láser, misiles teledirigidos, drones controlados a distancia, bombas iguales o peores que las lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, y aviones supersónicos serían algunas de las armas a usar por los países más poderosos para dominar el conflicto bélico. La tecnología que en años de la Guerra Fría parecía ciencia ficción, seria empleada hoy día sin ningún problema, causando la muerte ya no de millones de personas, sino la posible extinción de la especie humana.

Los pueblos no tienen la culpa de las decisiones, a veces irresponsable, de sus gobernantes, y muchas veces cuentan con muy pocas alternativas para hacer algo al respecto. Dada las circunstancias debe contarse con que la comunidad internacional, y las instituciones regionales e internacionales creadas para prevenir futuros conflictos, medien ante cualquier aviso de contienda bélica, porque de lo contrario podría, tras la guerra, quedar suprimida la oportunidad de escribir una nueva historia.