TODOS CONOCEN la escena de la escuela: un niño pequeño se pelea con uno más grande. "¡Aguántenme!", grita el pequeño a sus compañeros, "¡Antes de que le rompa los huesos!"
Nuestro gobierno parece estar comportándose de esta manera. Cada día, a través de todos los canales, grita que va a partirle los huesos a Irán en cualquier momento.
Irán está a punto de producir una bomba nuclear. No podemos permitirlo. Así que vamos a bombardearlos hasta reducirlos a polvo.
Binjamín Netanyahu dice eso en cada uno de sus innumerables discursos, incluyendo el de apertura de la sesión de invierno del Knesset. Lo mismo ocurre con Ehud Barak. Todo comentarista que se respete (¿alguien ha visto alguno que no se respete?) escribe sobre eso. Los medios de comunicación amplifican el sonido y la furia.
El diario Haaretz salpicó su primera página con fotos de los siete ministros más importantes (el "septeto de la seguridad "), que muestra a tres de ellos a favor del ataque y cuatro en contra.
UN PROVERBIO ALEMÁN dice: "Las revoluciones que se anuncian con antelación, no se llevan a cabo." Lo mismo vale para las guerras.
Los asuntos nucleares están sujetos a una censura militar muy estricta. Muy, muy estricta en verdad.
Sin embargo, el censor parece estar sonriendo con benevolencia. Dejen que los muchachos, incluidos el Primer Ministro y el Ministro de Defensa (el jefe del censor) hagan su juego.
El respetado veterano ex jefe del Mossad, Meir Dagan, alertó públicamente contra el ataque, lo que describió como "la idea más estúpida que haya oído jamás". Explicó que él considera su deber advertir en contra de esta idea, en vista de los planes de Netanyahu y Barak.
El miércoles pasado hubo un verdadero diluvio de filtraciones. Israel probó un misil que puede transportar una bomba nuclear a más de 5,000 kilómetros m de distancia, más allá de usted sabe dónde. Y nuestra Fuerza Aérea completó ejercicios en Cerdeña, una distancia mayor de ya usted sabe donde. Y el jueves, el Comando del Frente Interno realizó ejercicios en el Gran Tel Aviv, con sirenas y todo.
Todo parece indicar que esa algarabía generalizada es un ardid. Tal vez para asustar y disuadir a los iraníes. Tal vez para empujar a los estadounidenses a acciones más extremas. Quizá haya sido coordinada con los estadounidenses, por anticipado. (También se filtró en fuentes británicas que la Marina Real se está entrenando para apoyar un ataque estadounidense a Irán.)
Es una vieja táctica de Israel a actuar como si nos estuviéramos volviendo locos ("¡El jefe se volvió loco!" es un grito de rutina en nuestros mercados, para indicar que el vendedor de frutas está vendiendo con rebajas.) Ya no vamos a escuchar más a los EE.UU. Sencillamente, vamos a bombardear, y bombardear, y bombardear.
Pero seamos serios por un momento.
ISRAEL NO va a atacar a Irán. Punto..
Algunos pueden pensar que me estoy yendo por las ramas. ¿No debería añadir al menos "probablemente" o "casi seguro"?
No lo haré. Repito categóricamente: Israel no atacará a Irán.
Desde la aventura de Suez en 1956, cuando el presidente Dwight D. Eisenhower envió un ultimátum que detuvo las acciones, Israel nunca ha realizado ninguna operación militar importante sin consentimiento previo de Estados Unidos.
EE.UU. es el único partidario de confianza de Israel en el mundo (quizá, además de Fiyi, Micronesia, las Islas Marshall y Palaui). Destruir esta relación significaría cortar nuestro cordón vital. Para hacer eso, hay que estar algo más que un poquito loco; hay que estar completamente loco.
Por otra parte, Israel no puede librar una guerra sin el apoyo ilimitado de EE.UU., puesto que nuestros aviones y nuestras bombas provienen de los EE.UU. Durante una guerra, se necesitan suministros, repuestos y muchos tipos de equipos. Durante la guerra del Yom Kippur, Henry Kissinger tenía un "tren aéreo" que nos traía suministros durante las veinticuatro horas del día. Y esa guerra probablemente parecería un picnic, en comparación con una guerra con Irán.
VEAMOS EL mapa. Por cierto, siempre es recomendable ver el mapa antes de iniciar cualquier guerra.
El primer detalle que llama la atención es el angosto Estrecho de Hormuz, a través del cual fluye cada tercer barril de petróleo que se suministra por vía marítima en el mundo. Casi toda la producción de Arabia Saudita, de los Estados del Golfo, Irak e Irán tiene que ser sometido a esta estrecha vía marítima.
"Estrecho" es un eufemismo. El ancho de esta vía fluvial es de unos 35 kilómetros (o 20 millas), aproximadamente la distancia desde Gaza hasta Beer Sheva, que cruzaron los primitivos cohetes de la Yihad Islámica la semana pasada.
Cuando el primer avión israelí entre en el espacio aéreo iraní, el estrecho se va a cerrar. La marina iraní tiene un montón de barcos con misiles, pero no serán necesarios. Los misiles en tierra son suficientes.
El mundo ya se está tambaleando al borde de un abismo. La pequeña Grecia está amenazando con caer y arrastrar grandes trozos de la economía mundial con ella. La eliminación de casi una quinta parte del suministro de petróleo de las naciones industriales conduciría a una catástrofe difícil de imaginar.
Reabrir el estrecho por la fuerza requeriría una gran operación militar (incluido "poner las botas en el suelo"), que ensombrecería todas las desventuras de EE.UU. en Irak y Afganistán. ¿Puede EE.UU. darse ese lujo? ¿Puede dárselo la OTAN? Israel no está en esa misma liga.
SIN EMBARGO, Israel estaría muy involucrado en la acción, aunque sólo fuera como el del extremo receptor.
En una rara muestra de unidad, todos los jefes de los servicios de Israel, incluidos los jefes de la Mossad y el Shin Bet, se están oponiendo públicamente a la idea. Sólo podemos adivinar por qué.
No sé si la operación es posible, en realidad. Irán es un país muy grande, casi del tamaño de Alaska, las instalaciones nucleares están ampliamente diseminadas y son, en gran medida, subterráneas. Aún con las bombas especiales de penetración profunda proporcionadas por los EE.UU., la operación podría paralizar los esfuerzos de Irán ‒como están ahora‒ sólo por unos cuantos meses. El costo pudiera resultar demasiado alto para resultados tan magros.
Por otra parte, es muy cierto que con el inicio de una guerra lloverían misiles sobre Israel ‒no sólo desde Irán, sino también de Hezbolá, y quizás también de Hamas. No tenemos una defensa adecuada para nuestras poblaciones. El volumen de muertes y destrucción sería prohibitivo.
Y de repente, los medios de comunicación se han llenado de historias sobre nuestros tres submarinos, que aumentarán a cinco o incluso seis, si los alemanes son comprensivos y generosos. Se dice abiertamente que nos darían capacidad para ejecutar un "segundo golpe" nuclear, si Irán utiliza sus (todavía inexistentes) ojivas nucleares contra nosotros. No obstante, los iraníes también pueden utilizar armas químicas y otras armas de destrucción masiva.
Además, está el costo político. Hay un montón de tensiones en el mundo islámico. Irán está lejos de ser popular en muchas partes de ese mundo. Pero el asalto israelí contra un país musulmán importante, instantáneamente uniría sunitas y chiítas, desde Egipto y Turquía hasta Pakistán, y más allá. Israel podría convertirse en una aldea en medio de una selva en llamas.
PERO EL PARLOTEO sobre la guerra sirve para muchos propósitos, incluyendo la política nacional.
Dos sábados atrás, el movimiento de protesta social volvió a cobrar vida. Después de una pausa de dos meses, una gran masa de pueblo se reunió en la Plaza Rabin de Tel Aviv. Esto resultó sorprendente, porque ese mismo día estaban cayendo cohetes sobre las poblaciones cercanas a la Franja de Gaza. Hasta ahora, las manifestaciones en situaciones similares han sido canceladas. Los problemas de seguridad están por encima de todo lo demás. Pero no esta vez.
Mucha gente cree, además, que la euforia del festival de Gilad Shalit había borrado las protestas de la opinión pública. No fue así.
Y, por cierto, ha ocurrido algo extraordinario: los medios de comunicación, después de aliarse con el movimiento de protesta durante meses, han cambiado su sentir. De repente, todos, incluyendo Haaretz, le están clavando cuchillos en la espalda. Como si cumplieran una orden, todos los periódicos escribieron al día siguiente que "más de 20,000″ tomaron parte. Yo estaba allí, y tengo algunas ideas al respecto: había por lo menos 100,000 personas, la mayoría de ellos jóvenes. Y yo apenas podía moverme.
La protesta no se ha desgastado, como afirman los medios. Lejos de ello. Pero, ¿qué mejor recurso hay para desviar las mentes de la gente de la justicia social que hablar del "peligro existencial"?
Por otra parte, las reformas exigidas por los manifestantes necesitarían dinero. En vista de la crisis financiera mundial, el gobierno se opone fuertemente a aumentar el presupuesto del Estado, por temor a dañar nuestro crédito.
¿De dónde podría venir el dinero entonces? Sólo hay tres fuentes posibles: de los asentamientos (¿quién se atrevería?), de los ortodoxos (lo mismo) y del enorme presupuesto militar.
Pero en la víspera de la guerra más importante de nuestra historia, ¿quién tocaría a las fuerzas armadas? Necesitamos hasta el último shekel para comprar más aviones, más bombas, más submarinos. Las escuelas y los hospitales, por desgracia, deben esperar.
Así que, Dios bendiga a Mahmoud Ahmadinejad. ¿Dónde estaríamos sin él?