El cambio climático está generando alteraciones drásticas en la situación ambiental en el mundo. Las grandes masas de hielo se están fundiendo y está subiendo el nivel del mar. En algunas regiones, los fenómenos meteorológicos extremos y las inundaciones son cada vez más frecuentes y en otras se registran olas de calor y sequías. Esta realidad no escapa a la República Dominicana. Recientemente, de hecho, se han anunciado en el país ondas tropicales, altas temperaturas y sequías.
El sector agua debe ser un eje fundamental como política de Estado. Sin dejar de lado el serio problema medioambiental que padecemos, tenemos una crisis de agua, pues no estamos aprovechando la totalidad del agua disponible y los procesos de tratamiento para consumo humano deben ser mejorados. El INDRHI tiene en proyecto unas 33 represas para aumentar nuestra capacidad actual del control de las aguas que caen en nuestro territorio.
En efecto, el país pierde más del 70% de las aguas de los ríos (Informe INDHRI 2015) por falta de presas. No solo el cuidado del medio ambiente es importante, también la administración eficiente de los recursos naturales disponibles debe ser una prioridad del gobierno.
El Estado debe velar por el desarrollo de actividades comerciales que vayan en beneficio del desarrollo nacional; pero sin dejar de lado su papel de regulador en los sectores vulnerables como es el caso de las zonas protegidas, la industria extractiva de recursos naturales, como también la estabilidad de la flora y fauna nacional.
La estrategia nacional debe ser involucrar a las empresas en medidas de protección ambiental mediante tecnologías más limpias y actividades de comercio ecológicamente responsables, junto a un implacable régimen de consecuencias. La producción y el diseño de componentes biodegradables en menor tiempo haciendo un uso de los beneficios de fuentes de energía renovables es de máxima prioridad en términos de políticas públicas.
También el reciclaje y el manejo consciente de los desechos, en torno a la idea de una nación que busca que sus riquezas naturales puedan ser disfrutadas por futuras generaciones y cuyo aparato productivo interno sea sostenible en el tiempo debe ser la meta. Es la vida la que está en juego.