Son preocupantes las tantas violaciones y agresiones sexuales, físicas y psicológicas conocidas, cometidas por sacerdotes, pastores, familiares, profesores, y, en general, por personas en relación de autoridad y deber de cuidado con personas en situaciones vulnerables.

Hay casos en proceso ante los tribunales porque las víctimas, llenas de valor, denuncian a sus atacantes. Pero, ¿Qué hace, por ejemplo, la Iglesia Católica para prevenir y enfrentar a los curas agresores sexuales?

Después de tantos silencios y complicidades, el Papa Francisco ha dado muestras de no silenciar los casos: ha pedido renuncia de obispos y sacerdotes pederastas, calificando de monstruosos esos abusos, sosteniendo que estos casos alejan a las familias de la iglesia y reconociendo la indignación de muchos jóvenes por los escándalos sexuales.

Se espera que la Iglesia Católica sea más transparente, comunicativa, íntegra e interactiva. “Tenemos que darnos cuenta de que, para estar a tu lado (joven), tenemos que cambiar muchas prácticas dentro de nuestra organización, al final te desanimas como persona y no vuelves a la congregación religiosa, o eliges otro camino”(Papa Francisco). 

La iglesia debe promover con firmeza el castigo severo a los culpables, desarrollar una clara política de tolerancia cero con los abusos sexuales, promover investigaciones y evaluaciones a sus sacerdotes, creando sinergias con la sociedad civil y el Estado.

Sé que se están implementando políticas contra los pederastas en la Iglesia, impulsando sanciones para los autores y los cómplices que ocultan estos crímenes atroces, pues debe garantizarse la integridad de los niños, jóvenes y adultos vulnerables.

El mensaje del Papa Francisco debe convertirse en acciones con efectos preventivos y de fortalecimiento institucional, sobre todo porque, como ha dicho el propio Santo Padre, la Iglesia tiene que mostrar más preocupación por las víctimas que por su propia reputación y liderazgo como organización mundial.

Pero, por otro lado, ¿Qué está haciendo la sociedad y la justicia para que sean efectivas las acusaciones contra los clérigos abusadores sexuales? Como sociedad, somos cómplices cuando guardamos silencio, o apoyamos a los violadores y pederastas. La justicia también es partícipe de tales agresiones sexuales cuando no actúa con la imparcialidad exigida por la norma y con la determinación que tales males precisan.