Estamos a menos de dos años de las elecciones municipales, legislativas y presidenciales de 2020. El calendario sería razón suficiente para que existiera ya una alternativa de oposición bien posicionada. ¡Pero no! La oposición sigue en su atolladero.
El PRM con dos cabezas. Solo si se unieran tendrían alguna posibilidad de competir con efectividad en el 2020. El PRD y el PRSC colapsados electoralmente. Solo atinan a calcular a quién se unirán en el 2020. La ultraderecha, multiplicada en varios grupitos políticos, juega a varias opciones presidenciales, entre ellas, Trujillo. Y los sectores más progresistas, para llamarlos de algún modo porque no están teñidos de corrupción, están muy divididos y marcados por el personalismo.
Es crucial que la oposición vea sus males desde dentro, si no, desperdiciarán un tiempo promisorio.
A pesar del gran poder que el PLD ha acumulado en los últimos 14 años, los peledeístas enfrentan serios problemas que seguirán minando su credibilidad, no importa quien sea el candidato presidencial en el 2020.
Los escándalos de corrupción no cesarán porque son muchos y ya se abrió la compuerta. Las caras de los principales líderes del PLD cansan; llevan muchos años en el epicentro político. El modelo económico tiene escasas posibilidades de expansión: la deuda externa sigue aumentando y habrá resistencia popular a más impuestos. Todo eso favorece la oposición, aunque no controlen ahora ningún poder del Estado.
El despeñadero actual de la oposición motiva el surgimiento de nuevos partiditos y movimientos políticos. La mayoría están destinados al fracaso electoral, pero alimentan las ínfulas de poder de sus dirigentes que se divierten siendo cabezas de ratón.
¿Por qué entonces no avanzan? Porque la fragmentación es muy grande, y es inter e intra-partidaria.
No estoy sugiriendo que para ganar la oposición tenga que unirse toda. No lo creo posible, ni siquiera recomendable. Pero como mayor captador de votantes en el 2016, le toca al PRM ser el partido que articule una alianza con un segmento de la oposición.
Antes, sin embargo, tiene que unirse internamente. Con dos cabezas (Hipólito Mejía y Luis Abinader) agitando banderas diferentes no avanzarán, y no hay tiempo para perder. Las elecciones están a menos de dos años.
El PLD pone granos de arena para dividir la oposición, ¡es verdad!, es una de sus cartas de triunfo. Pero el PLD no es el principal responsable de los males de la oposición. Corresponde a los partidos de oposición articularse con inteligencia, eficiencia y eficacia si quieren llegar al poder. Necesitan presentar propuestas creíbles a la sociedad. Necesitan entusiasmar.
La mayoría de los partidos minoritarios son una compra y venta, y no apoyarán una opción opositora si no ven grandes ventajas. El PLD ha logrado las alianzas porque ha augurado triunfo. El PRM tendría que hacer lo mismo para poder competir.
El despeñadero actual de la oposición motiva el surgimiento de nuevos partiditos y movimientos políticos. La mayoría están destinados al fracaso electoral, pero alimentan las ínfulas de poder de sus dirigentes que se divierten siendo cabezas de ratón.
El sistema de partidos dominicano ha estado operando desde el 2004 como un sistema de partido único, y derrotar electoralmente un partido hegemónico no es fácil.
Lloriquear no es el camino para la oposición llegar al poder, es la inteligencia y la efectividad política. Eso supone mirar más allá de los intereses inmediatos y particularistas, y también, elaborar una narrativa política que enganche con los deseos (no solo con las frustraciones) de amplios segmentos de la sociedad.
La democracia dominicana no necesita 30 partidos con uno solo capaz de ganar elecciones. Necesita por lo menos dos partidos que sean electoralmente competitivos. He ahí el desafío de la oposición.
Artículo publicado en el periódico HOY