Los trabajadores independientes (TI) y sus familiares representan 1.9 millones, el 20% de la población y sus microempresas generan el 19% del PIB, según FondoMicro. Sólo para tener una idea de su rol en la gobernanza política, bastaría con imaginarse cuál sería la situación del país si desaparecieran los 1.6 millones de empleos informales. Pero aun así, todavía carecen de protección social y son subestimados.

Sectores públicos y privados claman por reducir de la informalidad. En el área gubernamental unos priorizan los impuestos, mientras otros piensan en la seguridad social. La mejor estrategia oficial frente a las microempresas sería apoyarlas y contribuir a su  desarrollo como se hizo antes con muchas chiquitas que hoy son grandes empresas. La afiliación al SFS debería ser el primer paso hacia la formalidad, porque reduce el riesgo de quiebra, sin arriesgar su sostenibilidad y crecimiento.

La informalidad es una consecuencia de la incapacidad del modelo económico para generar suficientes empleos formales; es una expresión de la marginalidad de un sistema excluyente. Por eso no sólo es estructural, sino que tiende a crecer. Atendiendo a esa realidad, y a su rol, la Ley de Seguridad Social le creó un Régimen especial, el Contributivo Subsidiado (RCS). Las autoridades han declarado su afiliación como prioridad y buscan fórmulas para concretar esta meta social.

Al principio se temió por el costo fiscal. Sin embargo, en el 2013 tres estudios diferentes  confirmaron su viabilidad fiscal: un estudio contratado por la SIPEN, y dos solicitados por el CNSS a la OPS/OMS y a la OIT. Por ejemplo, para afiliar a 75,000 al Seguro Familiar de Salud del RCS, en el 2016 el Estado sólo tendría que aportar en dinero 90 millones de pesos y 390 millones, en el 2020 para 375,000 afiliados.

No se le puede exigir a un niño que asuma la responsabilidad de un adulto. Si los trabajadores independientes son importantes y el costo de afiliación es bajo, ¿por qué ocho años después todavía permanecen fuera del SDSS?

  • Porque el aporte inicial a los tres seguros resulta muy elevado para los trabajadores autónomos y las microempresas con menos de cinco empleados
  • Porque los esquemas de afiliación, cotización y pago vigentes responden a las empresas formales, y distan mucho de las microempresas con baja productividad, poco valor agregado, y sin nómina ni registros contables

Estamos convencidos de que la protección social incluyendo a los sectores informales, requiere de soluciones simples y asequibles. Que resulta mucho más lógico y fácil adaptar los esquemas a las características laborales y posibilidades de los trabajadores independientes (TI), que pretender lo contrario, o que esperar que algún día se formalicen.

Para reducir el costo inicial recomendamos un Plan Básico de Salud del SENASA incluyendo  clínicas y consultorios privados de bajo costo. Además, crear unidades de afiliación en los hospitales y centros de salud, en las oficinas de Salud Pública y de la DIDA; además, en los Ayuntamientos, Asociaciones de Ahorros y Préstamos, iglesias y cooperativas. Finalmente, simplificar el cálculo del aporte y facilitar el pago a la TSS a través de cajeros automáticos, farmacias, colmados habilitados como “subagentes bancarios”, entre otros puestos habilitados por la TSS.

El éxito alcanzado por AMUSSOL constituye el mejor testimonio de que sí se puede; de que la gente es capaz de hacer sacrificios para contar con una protección mínima. Además, que es posible convertir los obstáculos existentes en una oportunidad, adaptando los esquemas a las características y posibilidades de los trabajadores por cuenta propia.