Desde que se empezaron a difundir en el país durante la segunda mitad de la centuria pasada, los culebrones o telenovelas brasileñas fueron muy apreciadas por el público dominicano al considerar que a diferencia de las venezolanas, mejicanas, argentinas o colombianas aquellas exhibían un mayor exotismo, trataban sobre temas de gran sensibilidad emocional y social y al parecer estaban mejor interpretadas.

“Doña Bella”, “Pantanal”, “El clon”, “La esclava Isaura”, “Doña Flor y sus dos maridos”, “Xica da Silva” y “Uga- Uga” entre otras, tuvieron cautiva a una amplia audiencia en todo el territorio nacional en los años de su proyección, y sus protagonistas femeninas Thais Araujo, Murilo Venicio, Giovanina Antonelli y Maite Provenza eran personajes de los cuales se hablaba como si de familiares se tratara.

Cuando en 2014 se inició en Brasil la operación de autolavado conocida en portugués con el simpático nombre de Lava Jato – por el uso de una red de lavanderías y gasolineras por parte de una banda criminal para blanquear dinero proveniente del delito – muy pocos sospechaban que los pormenores y entresijos de esta investigación policial aportarían la argumentación de la telenovela de mayor suspenso divulgada hasta el momento en República Dominicana.

A diferencia de las anteriores ésta tenía un guionista único llamado Marcelo Odebrecht, quien por colaborar con la justicia de su país para reducir su penalización o castigo, procedió a lo que en Derecho se conoce como delación premiada consistente en citar con pelos y señales las actividades delictivas cometidas y sobre todo los individuos implicados, proporcionando los nombres de estos últimos y por consecuencia los personajes del casting.

Aunque el elenco estaba huérfano de mulatas esculturales que siempre es un factor que contribuye a garantizar una buena teleaudiencia así como también de maravillosos escenarios amazónicos o playas de ensueño, la espera de un listado contentivo de los compatriotas involucrados en esta trama delincuencial, tenía en estado de ansiosa tensión a la ciudadanía deseosa por lo general de incriminar a los responsables de sus penurias económicas.

En el pasado hubieron ruidosos casos judiciales que fueron seguidos muy de cerca por la población como por ejemplo el de los asesinos de las hermanas Mirabal, el crimen de Orlando Martínez, el asesinato del niño Llenas Aybar, el de Sobeida Félix/Figueroa Agosto, el de Quirino y los narcotraficantes y el de los terrenos de Bahía de las Águilas entre otros, los cuales tuvieron una gran resonancia a través de la prensa escrita, radial, televisiva y digital.

Sin embargo nada ha sido comparable con lo desencadenado en las últimas semanas por el affaire Odebrecht que desde sus fases iniciales ha generado una activa movilización de la sociedad civil concretizada mediante la realización de las multitudinarias Marchas Verdes contra la corrupción y la impunidad, incorporándose a este activismo hasta quienes se sindican como beneficiarios de esta nociva práctica, los que la han fomentado y quienes la encubren, tanto en el pasado como en la actualidad.

Al notar el revuelo y el interés de la ciudadanía para que se castiguen los culpables de actos de corrupción administrativa, quien llegara por primera vez al país procedente de la Polinesia, Sudáfrica, o los países Bálticos pensaría haber arribado a un pequeño estado caribeño cuyos pobladores ejerciendo sus derechos democráticos hacen impetuosa ostentación de un comportamiento demostrativo de su gran celo, de su enorme preocupación por el manejo adecuado del dinero público.

Quienes aquí residimos sabemos que esto no es cierto, que a la mayoría de nosotros nos importa un pepino los concursos, evaluaciones, supervisiones y filtraciones de los contratos gubernamentales, y que el escándalo creado en torno a la empresa brasileña obedece más bien al monto del numerario en juego, a que se trata de una fraudulencia a nivel continental y sobre todo a que afecta sensiblemente la credibilidad del gobierno de turno cuyo partido promovía a su fundador como un candidato que ni mató ni robó.

No creo decepcionar a los que regularmente leen mis trabajos si les expreso que la finalidad del que tienen ahora ante sus ojos no es comentar sobre la culpabilidad o no de los imputados, cargarles las tintas al gobierno ni tampoco la de pregonar la manida frase de que no son todos los que están ni están todos los que son, sino mas bien, evidenciar, como lo hice en los primeros párrafos, el circo mediático desatado a raíz de su celebración, así como algunas reflexiones que este affaire me ha suscitado.

Una de ellas es que en la Unión Europea, los Estados Unidos y en algunos países asiáticos a los partidos políticos se les exige – no por presión feminista – que al triunfar en las elecciones generales las mujeres ocupen hasta un 25-30% de los cargos gubernamentales, medida derivada, no a un supuesto afán de ornamentar estéticamente los mismos, sino mas bien a que la Historia ha demostrado que ellas son menos corruptas y venales que los hombres.

Aunque tanto a nivel presidencial, congresual o ministerial se han registrado casos excepcionales, durante su ejercicio estatal las descendientes de la costilla de Adán no son tan frágiles ante la tentación del dinero fácil como los hombres, pues hasta cierto punto a la mayoría de las mujeres les tiene sin cuidado la posesión de bienes y riquezas sin límites, como es el caso de nosotros que nos rendimos arrodillamos ante el Becerro de oro.

Si en este país quiénes ocuparan las posiciones de gran responsabilidad financiera fueran por ejemplo Carmen Imbert Brugal, Ligia Amado Melo, Ana Celeste Fernández, Licelott Marte, Guinette Bournigal, Luisa Liranzo o Ivelisse Prats entre otras, los sobornos y malversaciones alentados por la constructora brasileña difícilmente hubieran prosperado al no presumir ninguna de ellas de la posesión de opulencia.

El hecho de que comúnmente administren los recursos económicos del hogar; intenten manipular a su consorte; criar los hijos de acuerdo a su temperamento; desenvolverse con éxito en sus menesteres laborales fuera de la casa y mantenerse atractiva y deseable dentro de su entorno, determinan que el rol femenino, además de múltiple y diverso, les permita tener una visión de conjunto que les obliga a ser más eficientes en el cumplimiento de sus atribuciones.

En otro orden, incurriría en un grave error quien creyera que la celebración de este juicio marcará un antes y un después del delito de las corrupción el país, o que el mismo servirá de escarmiento para aquellos que en el futuro intenten disponer de los recursos del Estado o estimen que éstos son un patrimonio personal, ya que la realización del referido juicio obedeció en gran medida a presiones internacionales al tratarse de un soborno a escala continental.

Todo parece indicar que además del narcotráfico la política es la vía más expeditiva para progresar económicamente en el país, representando el peculado, la prevaricación, las exacciones, en fin la corrupción, las inconductas que explican el irritante enriquecimiento de los políticos bastándoles a veces un solo cuatrienio para que algunos funcionarios se transmuten a posteriori en prósperos empresarios o en acaudalados banqueros o comerciantes.

No hace mucho tiempo se publicaron los resultados de un estudio donde se analizaron los componentes étnicos del genoma de los dominicanos arrojando que teníamos un 49% de africanos, un 39% de europeos y un 4% de precolombinos = indígenas. Pienso que el 8% restante lo constituyen los nucleótidos, los genes de la corrupción, aunque un ex presidente de la República expresó en un reciente artículo que esta perversidad nuestra era más bien de origen cultural.

Genética o cultural, este avieso comportamiento ha sido como la rosa de Bayahibe o el Solenodonte endémico en esta media isla, y si trascendiera al dominio público las maniobras fraudulentas, escamoteos y artimañas cometidas por los políticos nuestros desde la fundación de la República hasta nuestros días, muchos santos bajarían de sus altares, muchos honorables rodarían por el lodo y no pocos considerados éticamente impolutos estarían en la picota, en un listado de Asociación de malhechores.

Como reflexión final destacaremos que estoy en total desacuerdo con el remozamiento y acondicionamiento de las celdas en las prisiones que ocuparán en Najayo los imputados, así como también con la opinión de muchos comentaristas de televisión y columnistas de la prensa escrita que estimaron de mal gusto y hasta de complicidad, la visita a los detenidos en el palacio de justicia de Ciudad Nueva por parte de su partidarios políticos, favorecidos y paniaguados.

Todos sabemos que la mayoría de los imputados – sobre todo los del PLD –fueron en los inicios de su militancia jóvenes abanderados de la honestidad, defensores de la probidad y la austeridad, y que la imputación y coerción dictadas contra ellos es en definitiva un indicativo de la vulnerabilidad que desafortunadamente mostramos ante el poderoso caballero que es Don Dinero, como hace siglos decía el satírico escritor español Francisco Quevedo y Villegas.

Los más crueles críticos de los encarcelados han sido precisamente aquellos que talvez por su insignificancia socio-política nunca han tenido la oportunidad de administrar bienes y servicios – no han sido aun probados – y en consecuencia jamás han podido ser tentados por el dinero sucio, creyendo que bajo esa circunstancia nunca claudicarían, jamás resultarían seducidos por ese ofrecimiento. A todos ellos debo decirles que casi todos sucumbimos, y a diferencia de lo sentenciado por Trotski, la generalidad de nosotros siempre estaremos en venta cuando el precio ofertado supera nuestra valoración.

Conozco ricos propietarios de inmuebles en Piantini, Paraíso. Los Cacicazgos y Arroyo Hondo, reacios en un principio a despojarse de sus propiedades las cuales finalmente han vendido al ofertarles un precio muy superior a su tasación, aconteciendo lo mismo cuando una empresa o un inversionista se acerca a un político influyente ofreciéndole el oro y el moro si por su intermediación logra colocar su capital en negocios rentables.

En fin esta telenovela titulada “Odebrecht” tiene todas las variantes de las mejores procedentes del Brasil, y cada día se enriquece más por los aportes que el inventivo genio nacional les aporta – que hay otro listado, que Felucho dice, que la Cámara de Cuentas pretende crear un Sistema Nacional Anti-corrupción, que el Palacio calla, contradiciciones en el PRM por defensa a los acusados de corrupción etc. – y al término de la misma veremos que ocurrirá la célebre predicción del escritor italiano Lampedusa : que todo cambie para que todo siga igual”.