Con la venia del maestro Ramón Morrison, impenitente promotor de la innovación

Es una grata sorpresa encontrar, en medio de un cementerio de proyectos aeroportuarios fracasados o “aeropuertos fantasma”, una brillante iniciativa, paradigma de la innovación en los negocios: el desarrollo exitoso de un aeropuerto sin contar con pasajeros, ni carga. Solo atiende aviones.

El aeropuerto de Teruel, en Aragón, descuella entre todos los demás aeródromos secundarios españoles por su exitoso modelo de negocios: la atención a los aviones sin pasajeros. Contrario a grandes inversiones aeroportuarias como las de Ciudad Real, Castellón y Murcia (para solo citar tres que rondan los  1,100, 150 y 266 millones de euros, respectivamente), destinadas al fracaso por carecer de una amplia base de demanda de pasajeros y carga en sus respectivas regiones, entre otros factores negativos, el aeropuerto de Teruel es de relativamente baja inversión (45 millones de euros).  Es un novedoso parque industrial de la aeronáutica: desde su inicio en 2013, su misión es proveer servicios alternativos a las aeronaves y sus operadores. En él operan varias empresas con servicios diversos, incluyendo el estacionamiento/custodia de aviones cesantes, pintura y reparación de aeronaves, desguace/reciclaje de aviones, y el entrenamiento de personal de vuelo y mecánicos. También se han instalado empresas que realizan investigación y desarrollo aeroespacial, conduciendo pruebas en las amplias instalaciones.

El hombre avión

PLATA, acrónimo de “Plataforma Aeronáutica de Teruel”, ha recibido varios reconocimientos a su innovadora labor, incluyendo recientemente el premio internacional “Quality Innovation Award 2018” , en la categoría Administración Pública. Según la entidad que organiza esta premiación anual instituida en 2007, una “innovación de calidad” responde a cinco características esenciales: novedad, utilidad, aprendizaje, orientación al cliente y efectividad.

Alejandro Ibrahim, director general desde su apertura en 2013, explica el concepto de negocio de PLATA:

“Está claro que se ha acertado en el modelo de negocio. Si esto fuera un aeropuerto de pasajeros, sería uno más deficitario, pero en cambio se ha acertado en dar soluciones a una necesidad del sector. Casi desde el primer día, se vio que el aeropuerto producía el efecto esperado: atraer clientes. En Europa hay una gran necesidad de mantener, estacionar y reciclar aviones, y cada vez la habrá más. En los próximos 20 años habrá que reciclar 12.000 grandes aeronaves construidas en los años 80, y ahí nosotros tenemos un papel muy importante que jugar”.

Teruel, la más pequeña de las capitales provinciales españolas,  no ha inventado este modelo de negocio, sino adaptado la experiencia de Mojave, California, a las circunstancias europeas y aprovechando sus ventajas comparativas. En lugar de caer en la trampa de creer que el aeropuerto regional atraería pasajeros inexistentes, las autoridades turolenses decidieron hacer algo diferente. Para innovar en negocios no es preciso inventar la pólvora, es suficiente con adaptar lo conocido para servir mejor al cliente, en el momento y lugar oportunos. PLATA justo a tiempo transformó la antigua pista y base militar de Caudé en un aeropuerto industrial, en lugar de dedicarlo al manejo de pasajeros y carga. La alta demanda de servicios ya ha permitido una expansión del área dedicada al estacionamiento de aeronaves y la introducción de nuevas líneas de negocios conexas. No insistieron en hacer lo mismo que tantas otras comunidades similares: construir costosos aeropuertos comerciales sin suficiente volumen de pasajeros y carga para justificar la inversión.

Murcia recién en enero 2019 ha recibido su primer vuelo comercial, más de seis años después de su inauguración, porque finalmente se ha ordenado la clausura del cercano aeropuerto de San Javier, que servía eficientemente a la región con mucho menor inversión. Aún deberá competir por los pasajeros con el aeródromo de Alicante a unos 100 kilómetros por autopista, uno de los mas exitosos de España y con multiplicidad de vuelos y destinos, que solo su gran volumen de pasajeros permite.  Es indicativo que en la licitación para la gestión de las instalaciones de Murcia-Corvera, la empresa estatal AENA quedó sola al final, pues ninguna otra gestora de aeropuertos quiso competir. Difícil es cuantificar las millonarias pérdidas acumuladas (a razón de 20,000 euros diarios) en este proyecto, que al final han recaído sobre los contribuyentes de Murcia.

El quijotesco proyecto del aeropuerto de Ciudad Real es particularmente ilustrativo de cómo el regionalismo desenfrenado cuesta caro. Según Wikipedia: 

El aeropuerto respondía además a una demanda histórica de la cámara de comercio de Ciudad Real, que desde 1997 defendía la conveniencia de esta infraestructura, especialmente para el tráfico de mercancías, como una alternativa al aeropuerto de Barajas y cuya céntrica ubicación facilitaría su utilización como paso intermedio hacia o desde otros puntos de la península, máxime siendo el único aeropuerto en toda Castilla-La Mancha (obviando el de Albacete, ubicado ya muy al sureste de la región) pese a la proliferación de estas infraestructuras en todo el resto del país.

El primer aeropuerto internacional privado de España, hoy rebautizado Ciudad Real International Airport (CRIA), ha costado unos 1,100 millones de euros y fue vendido finalmente en subasta pública en 53.3 millones a finales de 2018, menos de 5% de su costo real. Esto sin contabilizar las pérdidas por las bajas operaciones hasta 2011, y después que cesaron los vuelos comerciales del todo. Ha sido el arquetipo de los “aeropuertos fantasma” que han proliferado en España en el siglo XXI: proyectos destinados al fracaso por la inexistencia de la demanda para sus servicios. A partir de mediados de 2019, el aeródromo de Ciudad Real se orientaráa la industria, la logística y las actividades aeronáuticas”, según el nuevo propietario. CRIA no carga con el pesado lastre de la disparatada inversión original.

Castellón, ante el repetido fracaso de los vuelos comerciales a ese destino, también ha optado por seguir los pasos a Teruel y convertirse en un aeropuerto industrial, que ya no es innovar, sino imitar. Con la desventaja de que carga con una inversión original de más de tres veces la de Teruel y pérdidas acumuladas de ocho años de operaciones deficitarias. Además, no tiene las ventajas del clima y disponibilidad de terrenos de Teruel. Resuenan todavía, un monumento a la ironía, las palabras de su principal promotor, el político procesado judicialmente, Carlos Fabra, en la inauguración del 25 de marzo de 2011:

Hoy empieza la transformación económica de Castellón…Hay quienes dicen que estamos locos al inaugurar un aeropuerto sin aviones, pero no han entendido nada. Durante el próximo mes y medio cualquier ciudadano que lo desee podrá visitar la terminal o caminar por las pistas de aterrizaje, algo que no podrían hacer si fueran a despegar o aterrizar aviones.  Es un aeropuerto para las personas.

Exorbitantemente caras han salido esas caminatas en la pista del aeropuerto sin aviones, por confiar en la teoría de: “Si lo construyes, ellos vendrán”. A la entrada del recinto, “El hombre-avión”, la escultura de 24 metros de altura y un costo de 300 mil euros inspirada en Fabra, saluda y despide a los inexistentes pasajeros como un símbolo del despilfarro de fondos públicos en infraestructuras fantasiosas. En contraste, la utilidad, efectividad y sobriedad de las instalaciones de PLATA en Teruel le han ganado reconocimientos y premios a la innovación. El fastuoso palacio de la aviación comercial ha fracasado repetidas veces en diversas localidades de España; en Teruel ha triunfado el utilitario  parking-cementerio de aeronaves, en clave de innovación de negocios.

¡Loor al pensamiento lateral en este 2019, acertadamente dedicado en República Dominicana a la Innovación y la Competitividad!