Aunque prometimos continuar con nuestros análisis urbanísticos desde la perspectiva de un arquitecto, hoy, con el permiso de los lectores, haremos un breve homenaje al padre de la arquitectura moderna dominicana: Guillermo González Sánchez.
Gustavo Luis Moré, en su magistral obra Trazos en el mar, define a Don Guillermo alejado de la ambigüedad que pudiera producir el término moderno, y habla del maestro, con una corrección impoluta, como padre de la arquitectura racionalista dominicana. También habla del reconocimiento del mismo como uno de los más importantes autores de la modernidad latinoamericana. Desde un punto de vista objetivo, y que compartimos plenamente, es la mejor descripción hecha de quien hace 118 años naciera en Santo Domingo, hijo de cubana y dominicano.
Por los múltiples viajes de Gregorio González Lamarche, diplomático dominicano y padre de 7 hijos, entre ellos Guillermo, se creó en este último una visión global que definitivamente tuvo que influir en la forma de ver las cosas para el futuro gran arquitecto dominicano.
Viajar, conocer, investigar
Ciertamente uno de los muchos consejos recibidos por varios de nuestros profesores y maestros, de antes y de ahora, ha sido el viajar y ver mundo.
Desde luego no siempre es posible hacer los viajes que nos gustaría hacer a los que nos hemos dedicado al oficio de proyectar espacios habitables para el ser humano; pero este factor, común a varios de los grandes genios de la arquitectura universal como Le Corbusier o Frank Lloyd Wright, es sin dudarlo el eterno capitulo pendiente nuestro, toda vez que viajar equivalga a conocer, aprender e incorporar cosas nuevas a nuestro acervo cultural.
Guillermo González viajó, una y otra vez, estudió en prestigiosas escuelas o bajo la tutela de otros profesionales en pleno apogeo profesional y fue capaz de acumular ese conocimiento y ese acervo que luego llevó a la práctica en su obra.
Viajar cuesta dinero y para un arquitecto dominicano de clase media y media baja no será posible hacerlo en la medida en que le gustaría. Pero leer, buscar, investigar, alimentar la curiosidad propia del creativo frente a todo lo nuevo, resulta mucho más barato y a veces gratis. Como alternativa a viajar, y durante nuestros años uasdianos, recibimos también estos otros buenos consejos que aún hoy atesoramos.
Desconexión
Adoptar y adaptar el ejemplo de Guillermo González sería cultivar la curiosidad por lo nuevo (nuevo y bueno), por lo histórico, por lo paradigmático, etcétera; y adaptar/sustituir los viajes físicos -si estos no son posibles – por viajes por el conocimiento en forma de revistas y/o publicaciones especializadas, búsquedas focalizada en internet, etc.
Aprovechando el día del arquitecto dominicano y aprovechando el ejemplo de González Sánchez, dejamos por escrito aquí y ahora, la siguiente experiencia que nos gustaría que nos llevara a la reflexión.
En una visita a nuestra antigua Escuela de Arquitectura de la UASD, hará cosa de dos años, vimos el estupendo trabajo de los profesores de proyectos (diseño arquitectónico) y vimos el negativo contraste con el producto entregado por la mayoría de los estudiantes, en un trabajo final correspondiente a un nivel superior a la mitad de la carrera.
El contraste no era agradable. Los trabajos parecían varados en unas formas y formulas muy repetidas que parecían traídas de un punto temporal, a nuestro modo de ver, superado por el quehacer arquitectónico actual. No pudimos ver más allá de las maquetas presentadas, no conocimos las conceptualizaciones previas ni las soluciones espaciales, solo notamos una morfología edificatoria ajena al conocimiento de nuevos materiales y nuevas tecnologías incorporadas a la trama del edificio (que no superpuestas), y confirmamos, con algunos de los héroes docentes presentes allí, que los estudiantes no procuraban el conocimiento de la contemporaneidad como sería deseable.
Esta vez la crítica desde este pequeño rincón no la hacemos al sistema, la hacemos en código de autocrítica en el día del arquitecto dominicano. Esto así puesto que ya cualquier estudiante de arquitectura, llegado a ese nivel, está en el deber de procurarse el acceso al mundo al que pretende pertenecer. La UASD ya hace su parte, a lo que hacemos referencia, le toca al estudiante.
Guillermo González impactó el panorama arquitectónico dominicano luego de una extensa búsqueda del conocimiento, luego de viajar físicamente y conocer práctica internacional. Hoy en día un arquitecto tiene la ventaja de viajar desde un ordenador (aunque siga siendo recomendable que viaje físicamente) y conocer el ejercicio presente de los grandes contemporáneos.
No se trata de copiar a Norman Foster, Renzo Piano, Rafael Moneo, Richard Rogers, Rem Koolhaas, Herzog & de Meuron, entre otros, o irnos a los maestros del siglo XX y transcribir sus obras en las nuestras. De lo que si se trata es de conocerles y saber por cuál línea transitan y saber qué cosas hacen para tomar nota e incorporar sus descubrimientos, técnicas y demás a nuestro conocimiento y ejercicio.
Feliz día de la arquitectura y del arquitecto.