NO ES muy agradable cuando la gente seria de todo el mundo ‒los historiadores, los psiquiatras, los diplomáticos‒ se pregunta si mi primer ministro está completamente cuerdo.
Pero esto está sucediendo ahora. Y no sólo en el extranjero. Cada vez más personas en Israel se hacen la misma pregunta.
Todo esto es el resultado de un suceso. Pero la gente está mirando ahora en muchos otros eventos ‒pasados y presentes‒ bajo una nueva luz.
Hasta ahora, muchas acciones extrañas y declaraciones de Benjamín Netanyahu se han visto como las manipulaciones de un político inteligente, un demagogo con talento que conoce el alma de sus electores y les suministra mentiras amplias.
Pero hasta ahí. Una sospecha preocupante se está moviendo: que nuestro primer ministro tiene problemas mentales graves. ¿Está perdiendo la razón?
TODO COMENZÓ hace dos semanas, cuando Netanyahu pronunció un discurso ante una asamblea sionista mundial. Lo que dijo fue impactante.
Adolfo Hitler, expresó con autoridad, realmente no quería exterminar a los judíos. Él sólo quería expulsarlos. Pero entonces se encontró con el Mufti de Jerusalén, quien lo convenció para que “quemara” a los judíos. Y así nació el Holocausto..
¿Conclusión? Hitler no era tan malo después de todo. Los alemanes no son realmente culpables. Fueron los palestinos los instigadores del asesinato de seis millones de judíos.
Si el sujeto hubiera sido diferente, este discurso pudiera ser considerado como una de las mentiras habituales y falsificaciones típicas de Netanyahu. Hitler, en realidad, no era tan malo, los palestinos tienen la culpa y el Mufti fue el precursor de Mahmoud Abbas. Sólo una rutina de propaganda política.
Pero esto se refiere al Holocausto, uno de los hechos más atroces de los tiempos modernos, y de lejos, el hecho más importante en la historia judía moderna. Un hecho que tiene una influencia directa en la vida de la mitad de la población judía de Israel (incluido yo mismo), que perdieron a sus parientes en el Holocausto, o son ellos mismos sobrevivientes.
Este discurso no fue sólo una manipulación política menor, una de las que ya nos hemos acostumbrado desde que Netanyahu se convirtió en primer ministro. Esto fue algo nuevo, algo horrible.
EN TODO el mundo hubo protestas. Hay muchos miles de expertos sobre el Holocausto. Innumerables libros se han escrito sobre la Alemania nazi (incluyendo uno mío). Cada detalle ha sido investigado una y otra vez.
Los sobrevivientes del Holocausto se sorprendieron, porque Netanyahu realmente estaba absolviendo a Hitler y a los alemanes en general, de la culpa principal del crimen horrendo. Así que Hitler no era tan malo, después de todo. Él sólo quería expulsar a los judíos, pero no matarlos. Fueron los árabes los malos que lo indujeron a cometer la mayor atrocidad de todas las atrocidades.
Ángela Merkel actuó decentemente y emitió una negación inmediata, asumiendo de nuevo la culpa total de los alemanes. Miles de artículos furiosos aparecieron por todo el mundo, muchos cientos de ellos en Israel.
Esta expresión particular de Netanyahu no fue solo una estupidez, no sólo una muestra de ignorancia. Limita con la locura.
UN MUFTI es un erudito religioso, una autoridad de alto rango en una sociedad islámica, muy por encima de un simple juez. Un Gran Muftí es la más alta autoridad religiosa local. En el Islam no hay papa.
El Gran Mufti de esta historia es Hajj Amin al-Husseini, que fue elegido por las autoridades británicas en Palestina para el cargo de Gran Mufti de Jerusalén. Al final resultó que fue un error grave.
El hombre que cometió el error fue un judío, Herbert Samuel, el primer Alto Comisionado del territorio bajo mandato británico de Palestina después de la Primera Guerra Mundial. El joven Hajj Amin ya era conocido como un agitador y Samuel siguió la bien establecida práctica colonial de designar enemigos a altos cargos, para que se tranquilizaran.
La familia Husseini es la principal Hamula (familia extensa) en Jerusalén. Tiene unos 5,000 miembros y ocupa todo un barrio. Es uno de los tres o cuatro familias más distinguidas de la ciudad, y por muchas generaciones un Husseini ha sido o bien el Mufti, el alcalde u otro dignatario en el Jerusalén árabe.
Hajj Amin (“hajj” es la denominación de un musulmán que ha hecho la peregrinación obligatoria a la Meca) fue un alborotador desde el principio. Vio temprano el peligro de la inmigración sionista para la comunidad árabe en Palestina, y varias veces incitó a disturbios contra los británicos y contra los judíos. Llegaron a un punto en la Gran Rebelión de 1936, conocida por los judíos como “los acontecimientos”, que sacudió el país durante tres años, hasta la Segunda Guerra Mundial.
Durante “los acontecimientos”, murieron muchos judíos y muchos británicos, pero la mayoría de las víctimas fueron árabes. El Mufti (como todo el mundo lo llamaba) aprovechó la oportunidad para eliminar a todos sus rivales y competidores. Para los judíos en Palestina se convirtió en el símbolo del mal, el objeto de un odio intenso.
Tras esto, ya los británicos también estaban hartos de él. Persiguieron al Mufti hasta sacarlo del país. Se fue al Líbano, pero cuando este país fue ocupado por los británicos en la Segunda Guerra Mundial (para expulsar a las tropas del régimen francés de Vichy) el Mufti huyó a Irak, que estaba en manos de los rebeldes antibritánicos y pronazis. Cont.
Cuando los británicos reconquistaron Irak, el Mufti huyó a Italia, que lideraba el esfuerzo fascista del “Eje” para ganarse a los árabes. El Mufti, cuyos enemigos principales eran los británicos, actuó según la teoría de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. (Al mismo tiempo, un líder de la resistencia judía en Palestina, Abraham Stern, que actuaba siguiendo la misma teoría, también buscó el contacto con los italianos y los alemanes.)
Parece que los italianos no estaban demasiado interesados en tener a Hajj Amin muy cerca, por lo que el Mufti se trasladó a la Alemania nazi. En ese momento, las SS estaba tratando de reclutar voluntarios musulmanes para la guerra contra Rusia, y alguien tuvo la brillante idea de que la imagen del Gran Mufti con Hitler podría ser útil.
A Hitler no le gustaba la idea. Era un verdadero creyente en la teoría de la raza, y los árabes son semitas ‒una raza inferior y detestable, al igual que los judíos‒. Pero al final se sopesaba la idea de recibir a este refugiado árabe para lo que hoy llamamos una “foto conveniente”. Y tomaron la foto, la única imagen de la única reunión entre estas dos personas. (También hay fotos del Mufti con musulmanes bosnios voluntarios de las SS).
La reunión fue breve, y se elaboró un protocolo de rutina, en el cual los judíos no aparecen por ninguna parte. El episodio no tuvo importancia. Hasta que llegó Netanyahu.
Es ridículo coronar al Mufti como el padre de la nación palestina. En todos mis cientos de reuniones con los palestinos, de Arafat hacia abajo, nunca he escuchado una palabra a favor de Hajj Amin, ni siquiera del maravilloso Faisal al-Husseini, un pariente remoto. Lo describieron unánimemente como un patriota palestino real, pero una persona con educación limitada y perspectivas de mente estrecha, que carga parte de la culpa por el desastre que afectó a la población palestina en 1948. El baño de sangre que llevó a cabo entre los palestinos en la rebelión entre 1936 -1939 que debilitó tanto a los palestinos, que cuando llegó la prueba decisiva ‒la partición de Palestina de 1947 y la guerra de 1948‒ la nación carecía de un liderazgo efectivo.
La idea de que el poderoso Führer necesitaba o siguiera el consejo de un semita fugitivo con el fin de decidir sobre el Holocausto es absurda. De hecho, es una insania.
Además, las fechas no cuadran. La reunión de la foto tuvo lugar a finales de 1941. El exterminio comenzó inmediatamente después de la conquista de Polonia, en 1939, y asumió dimensiones monstruosas con la invasión nazi a la Unión Soviética a mediados de 1941. Adquirió su formato industrial final cuando Heinrich Himmler, el jefe de las SS, decidió que “no se puede exigir a un alemán decente” que le dispare a toda esta escoria judía. El Mufti no tuvo absolutamente nada que ver con esto, y la mera idea es una locura.
Hasta 1939, Hitler hizo aún mucho más que expulsar a los judíos, porque el exterminio físico en una Europa pacífica era impensable. Pero una vez que estalló la guerra, él vio a la vez la posibilidad de exterminio en masa, y así lo dijo abiertamente.
ENTONCES, ¿cómo este hijo de un “historiador de renombre” ha llegado a decir este disparate?. (Este apelativo de Ben-Zion Netanyahu ‒el padre de Benjamín‒ es ahora de rigor en los medios de comunicación israelíes, aunque nunca conocí a nadie que haya leído su obra sobre la inquisición española.)
Tal vez la escuchó de algún chiflado contratado por Sheldon Adelson (el magnate de los casinos) ‒pero aún así, el hecho de que él no lo rechazó muestra abiertamente no sólo que es un completo ignorante sobre el capítulo más importante de la historia judía moderna, sino también que puede que tenga algún problema mental.
En este sentido, muchas otras de sus decisiones ahora se ven diferentes, incluyendo la decisión de esta semana de tomar medidas para cancelar el estado de “habitante” de decenas de miles de jerosolimitanos árabes. Cuando Jerusalén Oriental fue anexado por Israel en 1967, no se les concedió a los habitantes la ciudadanía israelí, sólo se redujeron los derechos de los residentes, a los que se les niega el derecho a votar por el Parlamento. Se les permitió gentilmente solicitar la ciudadanía de forma individual, pero, por supuesto, casi nadie lo hizo, ya que esto significaría el reconocimiento de la anexión.
Ahora tengo miedo. Si, efectivamente, estamos gobernados por un hombre con problemas mentales, ¿hacía dónde nos está llevando?