Hace algunas semanas he tenido que tratar con adolescentes que por diversos delitos cometidos están en conflicto con la ley, razón por la que han sido referidos a un centro donde atienden niños, niñas y adolescente en consumo de sustancias psicoactivas (drogas).

En ese lugar son atendidos por profesionales de la conducta, esto así como una manera de darles una oportunidad y evitar que sean enviados a la cárcel, pues regularmente el adolescente después de cumplida su condena sale en una condición psicológica y emocional peor a la que estaba.

Esta experiencia me ha permitido palpar la realidad en la que están sumergidos muchos de nuestros niños y adolescentes. El consumo de drogas y la delincuencia son factores comunes que causan muchos problemas y preocupación a la sociedad.

Las investigaciones han demostrado que en muchos casos el consumo de drogas inicia en la adolescenciacomo resultado de múltiples experiencias que marcan al individuo, además de la influencia del ambiente en donde le haya tocado crecer y desarrollarse.

En la experiencia práctica he podido constatar que inician con el consumo del alcohol ycigarrillos para luego pasaral consumo de marihuana. Me impacta y entristece a la vez saber que estos adolescentes buscan estos mecanismos de escape como una manera de compensar la presión familiar y social que viven, pues vienen arrastrando vacíos y carencias emocionales debido a la disfuncionalidad familiar.

Está demostrado que la educación es la herramienta más efectiva para prevenir el consumo, pues cuando son más conscientes de sus efectos dañinos desarrollan menos tolerancia y evitan el consumo

He visto rostros de niños y adolescentes que me han conmovido, pues son rostros marcados por la confusión, dolor, e impotencia. Pero son rostros que a la misma vez gritan desesperadamente que necesitan ser amados, escuchados, comprendidos y valorados. La tragedia se dibuja en sus caras.

Una situación que me llama mucho la atención es que los adolescentes la mayoría de las veces no manejan un conocimiento de los efectos secundarios del consumo de las drogas. Inician por inducción de otro amigo y se quedan ¨enganchados¨. Por esto es importante poder educarlos y transmitirles las informaciones bajo un criterio de responsabilidad.

Está demostrado que la educación es la herramienta más efectiva para prevenir el consumo, pues cuando son más conscientes de sus efectos dañinos desarrollan menos tolerancia y evitan el consumo.

Para esto se debe contar con un contexto familiar donde el ambiente de confirmación y valía como ser humano hayan reafirmado su concepto de autoestima, la cual les resulta como un mecanismo de protección.

El modelo directo de los padres, las relaciones familiares deficitarias, actitudes de sobreprotección materna con conducta paterna ineficaz, prácticas educativas inadecuadas caracterizadas por una excesiva permisividad o dureza, incomunicación y tensión, se encuentran relacionados con un mayor consumo de drogas (Hualde, 1990).

Según afirma este autor y como se ha podido comprobar, el ambiente familiar y los estilos de crianza juegan un rol determinante en la iniciación del adolescente al consumo de sustancias prohibidas.

No quiero dejar de mencionar la influencia que tienen los amigos en nuestros hijos y como pueden inducirlos a actividades como estas. Estos reciben mucha presión social y si no hacen lo que está de ¨moda¨ son tildados de anticuados y estar fuera de onda.

De ahí radica la importancia de una adecuada supervisión y conocimiento de las amistades de nuestros hijos. Con esto no quiero decir controlar y decidir quiénes serán o no serán sus amigos. Lo mejor que podemos hacer por ellos es orientarlos para que sepan escoger sus amistades y así vayan creciendo con aquellos que les aporten valor.

Es necesario que como padres estemos muy claros en cuanto a todos los retos que estamos enfrentado. Busquemos diligentemente la manera de tener una presencia más activa en sus vidas, pues fortaleciendo los lazos familiares podemos frenar muchos de los males sociales que nos acechan. Quiero precisar que esto no es garantía, pero sí podemos cerrar mucho la brecha que se abre cuando como padres estamos ausentes del diario vivir y de las experiencias de nuestros hijos.