A lo largo de la historia de lo que han sido las administraciones de cada gobierno que ocupa la dirigencia del estado dominicano, escuchamos de los ciudadanos de nuestro país, expresiones de este tipo “A esa institución no se puede ir porque para resolver cualquier cosa hay que pasar por muchos procesos y la burocracia es enorme”.
A propósito de esto, queremos recordar, que, en su nacimiento, la Teoría Burocrática, ideada por Max Weber, quien fuera precursor de la administración pública, la definió como “La forma más eficiente de organización ya que cuenta con una línea bien definida de autoridad”. De hecho, definió la manera ideal en la cual debe funcionar una burocracia, considerando:
La división del trabajo.
Jerarquía de autoridad.
Selección formal.
Reglas y regulaciones formales.
Impersonalidad.
Orientación de carreras.
O sea que el modelo burocrático de Weber se basa en los principios de especialización y división de tareas, autoridad jerarquizada, formalización y registro (archivo) de las comunicaciones internas, profesionalización del personal ejecutivo, despersonalización de las relaciones, meritocracia y competencia técnica.
Nótese que Weber habla de profesionalización del personal ejecutivo, meritocracia y competencia técnica, lo que consideramos son aspectos básicos para el funcionamiento de la burocracia, sea esta aplicada a la administración pública, como a la empresa privada.
Hablamos entonces de que los cargos ejecutivos, deberán corresponder a profesionales, con competencia técnica en la función a desarrollar. Por eso se incluye además la meritocracia que se define como el sistema administrativo en el que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales.
Así mismo, por eso muchos investigadores definen la burocracia como una forma de organización humana que se basa en la racionalidad; es decir, en la adecuación de los medios a los objetivos pretendidos, con el fin de garantizar la máxima eficiencia posible en la búsqueda de esos objetivos.
El otro aspecto importante por enfatizar, es que la teoría burocrática, es “Impersonal”, es decir, el funcionamiento de la organización debe estar formalizado mediante registros escritos, lo que despersonaliza los cargos, de modo que un funcionario puede desaparecer y ser reemplazado por otro sin que sus funciones dejen de cumplirse.
Todos estos aspectos, podrían cumplirse en un plano ideal o técnico, pero lamentablemente no político y aquí es donde se producen las distorsiones que determinan las razones por las que los gobiernos de turno, mantienen burocracias que se alejan mucho de los principios básicos de la burocracia.
El termino, burocracia frecuentemente en nuestro país, se asocia a trámites innecesarios, pérdida de tiempo, tardanza, aumento de los costos, todo esto contrario al espíritu y esencia de la teoría burocrática.
El porqué de todo esto, entendemos que se debe principalmente a que los actores responsables regularmente no son los que deben estar, ya que fueron seleccionados en base a todo lo que usted pueda imaginar, pero menos tomando en cuenta su profesionalismo, méritos y capacidades técnicas. Es por eso que en la práctica se produce una desvirtualización total de sus actuaciones y responsabilidades.
Si en el país se quiere llevar a cabo una administración pública de calidad, sugerimos los siguientes componentes como indispensables para lograrlo:
Recursos Humanos seleccionados acorde con los requerimientos de cada cargo. Esta labor debe ir acompañada con un desarrollo a la par de los recursos humanos disponibles en el país, lo que supone que el estado debe permanentemente invertir en su capacitación y formación. Dado los mercados de trabajo, es importante que los salarios que paga la administración pública, se ajusten a las escalas salariales vigentes en el país, lo cual es en gran parte una garantía de contar con recursos Humanos de calidad.
Recursos financieros que permitan la ejecución de todos los procesos de manera que el ciudadano reciba el servicio a tiempo.
Recursos materiales requeridos para llevar a cabo los procesos a tiempo.
Es importante destacar que la falta de credibilidad del sector público con relación al ofrecimiento de servicios eficientes, transparentes a los que les corresponden las recaudaciones fiscales y con la celeridad adecuada, es una labor que deben procurar revertir los gobiernos de turno.
Esperamos que las autoridades actuales regentes de la administración pública, puedan llevar a cabo una labor lo suficientemente técnica y profesional que permita anteponer los principios básicos de la teoría burocrática en lugar de los elementos políticos y de intereses económicos, que han estado presentes administraciones tras administraciones. Ello podría ser el inicio de un nuevo modelo que permita que en el mediano plazo, los ciudadanos del país puedan contar con servicios públicos de calidad.