Con el cambio tecnológico y la globalización de la economía, la postrimería del siglo XX, presenció un profundo cambio en la naturaleza de las organizaciones, así como un reconocimiento cada vez mayor de la importancia del conocimiento como la única vía de ventaja competitiva sustentable.
Los otros factores tradicionales de producción –tierra, trabajo y capital- son adquiribles, en la medida de la necesidad, de manera provisional o permanente, explica Mathew Parsons. Sin embargo, el conocimiento y su administración constante a través de componentes tecnológicos y recursos humanos especializados, ha crecido inmensamente en la organización industrial y financiera de los productos y los servicios.
El valor de los productos se hizo incrementalmente dependiente de los esfuerzos en términos de conocimiento incorporados en los mismos. Así por ejemplo, el know how detrás de cualquier electrodoméstico computarizado, tiene más valor que aquel de la mercancía física ensamblada y puesta a la venta.
Este fenómeno produjo un cambio dramático en la gestión de los negocios. En las palabras de Thomas Stewart, la información y el conocimiento son las armas termonucleares de nuestros tiempos. El conocimiento es más importante y más poderoso que los recursos naturales, las grandes industrias o los billetes bancarios.
Como resultado, la adquisición, nutrición, desarrollo y administración del producto intelectual generado por el capital humano al seno de las organizaciones, adquirió una prioridad muy elevada. Así nació, en los últimos años de la década de los noventa, una nueva disciplina administrativa denominada administración del conocimiento (knowledge management), más conocido por su siglas en inglés, KM.
Empresas tales como, Skandia, Ernst & Young, Bechtel, Ford, Chevron, British Petroleum, Texas Instruments y el U.S. Army, son líderes en ese campo.
La calidad y eficiencia de los procesos de intelección al seno de una organización, es lo que ocupa al KM. En la opinión de Thomas Davenport y Lawrence Prusak, expertos en el área, la gestión del conocimiento es la única ventaja sostenible de las empresas. Esto es, recolectar el know how que dominan, verificar su uso eficiente, y agilazar el proceso de su renovación.
Las firmas de abogados, son esencialmente un negocio sobre el conocimiento. El valor de la firmas de abogado reposa en el intelecto de los miembros de su staff explica Parsons.
Desde una perspectiva administrativa ¿Qué producimos los abogados? Esencialmente dos cosas, documentos y tiempo de aire, en las palabras del referido autor. La asesoría y representación, lenguaje con el cual normalmente denominamos nuestros servicios, se traduce en lo que escribimos y expresamos oralmente para clientes, en opiniones legales, contratos, instancias, reuniones y audiencias. Expresar correctamente nuestro pensamiento, es lo que sometemos a la línea de producción.
Como afirmara simpáticamente el CEO de una gran firma de abogados: -nuestro activo va a dormir a casa todas las noches.
Por eso, una firma de abogados debe ser minimalista, no tener demasiados y costosos activos fijos inmobiliarios y mobiliarios, más allá de los necesarios para su imagen corporativa; si puede rentarlos o bien elegir, espacio de arquitectura abierta para alojar a su personal, estará tomando una buena decisión financiera.
Por la misma razón también, una firma boutique puede competir con soltura con una que goce de una estructura compleja, en ciertos nichos de mercado en que domine el conocimiento.
Y, por la misma razón, algo que me ha sorprendido recientemente, ni siquiera las bibliotecas, tradicionalmente un activo de gran valor en los despachos de abogados, mantienen la relevancia de antes. Los sistemas informativos servidos a través de medios electrónicos entregan, clasifican y facilitan el acceso a actos judiciales, administrativos y regulatorios actualizados, así como, los ensayos más recientes de un mundo jurídico en franco proceso de evolución.
Este fenómeno le ha restado valor a la doctrina compilada en obras escritas, que adornaban las bibliotecas y que dotaban de prestancia a las oficinas de abogados. En la economía del conocimiento, la verdad jurídica está sujeta a tan intenso debate diario, a nivel oficial, académico e industrial, que resulta casi imposible a las casas editoras, seguir con similar costo-efectividad, el ágil proceso de captura y organización que realizan los sistemas de información a través de medios electrónicos.
En la segunda parte de este artículo, comentaremos los desafíos de las firmas de abogados, en la economía del conocimiento.