A estas alturas todos sabemos que Febrillet ha muerto. El ex rector, Mateo Aquino Febrillet ha muerto en un confuso incidente como consecuencia de ese tigueraje que ha asaltado los partidos políticos por parte de riferos, narcotraficantes, proxenetas, traficantes de personas, sindicalistas de dudosa reputación con actitudes más cercanas al gangsterismo que a lo reivindicativo; con lo cual, han convertido una ciencia como la política en una actividad burda, más cercana al venduterismo de ventorrillo o a una carnicería de barrio donde picar y despachar rápido es la prioridad mientras se recibe el menudo.
Esa ausencia de los liderazgos de antaño de los tres principales y extintos caudillos, ha distorsionado la vida política. No es que hagamos un ejercicio nostálgico con aquello de que cualquier pasado fue mejor, es que entonces, esos hombres con luces y sombras, algunos con sombras muy alargadas hacían otra cosa del quehacer político, incluso en la época mas sangrienta, había otro nivel, otra forma de hacer politica, los sindicatos eran otra cosa, el activismo con excepciones era otra cosa, tanto que la mayoría del sindicalismo desgraciadamente está en descrédito en nuestro país. Por lo que infaustos acontecimientos como el de Febrilet quizás no será el último ante la carencia de ciertos actores de ponerse de acuerdo mediante la palabra y el debate, sustituido por los instintos más primitivos que afloran en el ser humano, cavernarios y conchoprimistas de hacer valer nuestros reclamos a sangre y fuego.
El difunto academico tenia una hoja de vida asombrosa, con la cantidad de titulos que acumuló en su formacion durante la mayor parte de su vida, así como los puestos que ocupó y sus 35 años de desempeño en la UASD. Más alla de las simpatias y las valoraciones de su gestión en la UASD, hablamos de un hombre noble, decente, dedicado al conocimiento, y preocupado por mejorar el estado de cosas. Quizás por esto muchos digan 'el no debió meterse en política'. Frase recurrente cuando alguien que no es un 'avivato' se integra al actiivismo político. Sin embargo no estoy de acuerdo con dicho pensamiento, hay que rescatar la política de este cuatrerismo al que ha sido sometida.
Pero, mientras esos mindundis que tienen algún tipo de poder econonímico o de chantaje o de haber creado un liderazgo local a base de las dádivas propias del clientelismo, metidas en este carnaval donde lo importa es desfilar y sumar, no sólo en los grandes partidos, también en algunos partidos minúsculos satelitales que sirven como un botín o visagra para aliearse a los grandes y crear puestos destinados a llenar esos huacales que ya son una seña de identidad domincana. Donde la mayoría se queja pero no vota ni hace nada por promover actores ni valores distintos votando por los mismos de siempre, donde todo es devorado por el bulicio y la parafernalia, el momento, el 'dame lo mio', 'yo no voto para perder', donde todos nos lamentamos hoy por la desgraciada muerte de Febrillet pensando en que hemos tocado fondo, los más creyentes dándose en el pecho arrodillados mientras oran alarmados porque 'estamos en los últimos tiempos'.
Esta muerte será olvidada entre el guateque de variopintas banderas con predominancia eminente del morado y amarillo por los sobrados recursos, bajo el sonido de algún asqueante y degradante dembow acompañado de algunas jóvenes con licras que hacen sobresalir sus atributos anatómicos en sugerentes y violentos movimientos pélvicos que le ponen los ojos a los muchachos y ya no tan muchachos como dos huevos tibios, dicha muerte, dicha preocupación se esfumará y todo seguirá igual. Pero lo más preocupante, el principal peligro de la sociedad dominicana, es que el embajador estadounidense es gay. ¡Viva República Dominicana!