Hoy en un “post” de Facebook, leí un mensaje que decía: Hay días profundamente poéticos, 12 de febrero de 1984 muere Julio Cortázar, 12 de febrero de 1949 nace Joaquín Sabina…
Un 12 de febrero, Julio, dejaste el mundo. En todas las cartas que te he escrito, nunca he expresado cuánto me reprocho no haberte conocido antes de morir. Ya tenía yo 9 años, edad suficiente para haber leído “Historias de Cronopios y Famas”, sin importar no haberle entendido. Pero creo, que de haberte leído vivo, habría surgido otra magia distinta a la de imaginarte como alguien del pasado, al cual no puedo parar de escribirle cartas. Quizás, te habría buscado en los aeropuertos, haciéndome falsas ilusiones por tomarme una foto a tu lado y quedarme callada sin contarte el tamaño de mi admiración. Una vez, junto a los chicos de la universidad, en un aeropuerto remoto, nos tomamos una foto junto a Gabriel GarcíaMárquez, y ¿sabes? le dijimos pocas cosas, por la prisa que conllevan esos lugares de paso. No sé si habrías sido tan amable de permitirnos plasmar nuestras imágenes de niños tontos junto a tu gigante figura, pero nadie puede borrar un sueño de una mente en vuelo.
Julio, aunque son muchos los días que te recuerdo, hoy rememoro tu partida.
Un 12 de Febrero Nace Joaquín Sabina.
Nunca te he escrito una carta, Joaquín, esta sería la primera. Lo hago para desearte muy feliz cumpleaños y darte las gracias por existir. Tal vez, las gracias debí dártelas hace tiempo, cuando los amigos del trabajo y “la calle” me presentaron tusarmonías y ya no podíamos trabajar, ni tomar cervezas por la noche, sin tu voz de fondo. Cuántas carreteras de bocas cerradas escuchando esa ronca voz con mensajes irónicos y a la vez tan dulces, tan tristes. Hoy, aparte de felicitarte, deseo contarte que eres para mí un amuleto del recuerdo que recrea gratos momentos y una de las épocas más felices. Sé que eres un cascarrabias, jamás me atrevería a acercarme si te encuentro alguna vez, menos pedirte un “selfie”…Te deseo lo mejor en tu día, un cumpleaños estilo tú: Una noche de bares, una velada en la cama junto al amor que finalmente encontraste, bien lejos de la arena y la playa.
Qué coincidencia tan hermosa, ¿cierto? En un solo día se resume el fin y el inicio, la poesía toma sentido en la vida como en la muerte, involucrando a dos personajes geniales, que aunque no conozco “en vida real” (como diría mi hijo) forman parte fundamental de la vida que he construido con el tiempo, de ese cúmulo de experiencias que han formado a esta mujer. Y justamente hoy me entero.
A veces, no es tan solitario, ni tan triste el Facebook.