Uuuuuuuffffff !!!!!, ¡¡¡por fin, se acabó el bendito Black Friday!!!, ¡¡¡por fin, finalizó el ataque mediático y real más comercial y machacón del año!!!, ¡¡¡por fin, se acabó el más terrible de los terribles asaltos publicitarios por la Internet, la televisión, la radio , la prensa, los encartes, las vallas, y todo lo que sirva para anunciarse!!!.
Por fin, se terminaron las hipnotizadoras rebajas, los descuentos cazadores sin límite, las venenosas ofertas, los precios “suapers” tan bajos -dicen- que se friegan los suelos con ellos. Por fin, se dieron fin a los comentarios, las infinitas comparaciones y las recomendaciones de compras en la casa o en la oficina, como única conversación y tema de la semana.
Por fin, se vuelve un poco a la normalidad, aunque aún durará unos buenos días la resaca Friday para recoger a los últimos amigos de las gangas, de los pagos a plazos, y de las tarjetas embuchadas de “bauchers” y sobrepasadas de crédito, que aún deambulan por ahí.
Señores ¡Qué paliza de Viernes Negro nos han dado! Televisores en Black Friday, computadoras en Balck Friday, microondas en Black Friday, vestidos en Black Friday, carros en Black Friday, y toda clase de pendejadas en Black Friday.
Y como ya el sufrido color negro lo están desgastando de tanto uso y abuso, parece no ser suficiente para tanto aviso, van surgiendo otros. Un White Friday, por lo del frío, para acondicionadores de aire, y hasta tiendas que se visten de un llamativo Yelow Friday por su color institucional.
Ni que al día siguiente, sábado “post Friday”, se fuera a acabar el mundo y cada habitante de la república debiera tener en la mano algún objeto recién adquirido para dejar como recuerdo de su existencia terrenal. Parece que en el espacio infinito, en ese viernes, se alinearan los planetas Hambre de Vender con los de Ganas de Comprar y se produjera la chispa mágica que produce undeseo loco de poseer bienes materiales.
Los comerciantes, siempre más listos que los clientes, pues para eso son comerciantes y no clientes, ya están estrujando su cerebro mercader, pensando cómo sacarle más jugo de beneficios para el Black de próximo año. ¿Prolongar el Black Friday toda la semana? ¿ Estirar o cambiar el nombre del mes de noviembre y rebautizarlo con el de November Friday para tener treinta días de puras orgias compradoras? ¿Será mejor celebrar los matrimonios, nacimientos y hasta fallecimientos en Black Friday por aquello de los ahorros de los ataúdes son de del 50% ¿Cómo suena más vendedor el anuncio “muérase en Black Friday y ahorre más para su herencia”, o “ el dinero que se ahorre en el Black Friday sus familiares se lo podrán gastar tomando unas frías a su salud”?
En fin, ya tenemos más que asentada en el país una gringada más, el crossover Black Friday, que con el día de Acción de Gracias y el Hallooween del trato o truco, ya tenemos una nueva trinitaria patriótica más moderna y divertida. Así son las cosas en este mundo llamado global, y por todos estos tiempos nadie las va a poder evitar.
Hasta que llegue el próximo año, tratemos de descansar lo más posible, aunque por ahí suenan ya los clarines de las Navidades causando otro estrés para los bolsillos y nuestras libretas ahorro. Los qué las puedan tener.