En la misma semana que falleció el Premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo, la cultura dominicana también sufrió una gran pérdida con el deceso de Armando Almánzar Rodríguez, Premio Nacional de Literatura.

Su proyección literaria se inició con la obtención del Primer Concurso Dominicano de Cuentos (1966), en cuyo jurado participó el gran cuentista, ensayista y politico Juan Bosch.

El relato con el que obtuvo el galardón, El gato, es un clásico de la cuentística nacional cargado de un ritmo cinematográfico.

Junto con la literatura, a la que aportó más de una veintena de libros, Armando Almánzar tuvo el cine como la otra gran pasión de su vida. Cultivó la reseña cinematográfica con el sentido del humor intrínsico a su personalidad. Fue, junto al fallecido Arturo Rodriguez Fernandez, un referente de los artículos  cinematográficos. Gracias a sus esfuerzos de escritura y gestión cultural, varias generaciones de jóvenes dominicanos, entre los que mi incluyo, desarrollamos nuestra sensibilidad y afición por el séptimo arte.

Fue una persona de bajo perfil. Sin embargo, esto no debe confundirnos en un ambiente donde se reconoce, con frecuencia, a quienes gritan más sobre sí mismos, olvidando a quienes trabajan en sigilo fuera de las luces y el vedetismo cultural.

Adiós, apreciado Armando. Gracias por transmitir tus pasiones, por tu labor cultural durante décadas. Ojalá hubiera un “cineclub post-mortem” para reencontrarnos y ver películas de Huston, Bergman y Fellini.