No deja de ser interesante, y muy ilustrativo, el mondonguerío sin lavar y con nudos, que con tanta meticulosidad y éxito promociona el PLD para la confusión de nociones y esferas, al evaluar funcionarios en acciones públicas y en entremezclar los naturales sentimientos compasivos, ante dramas sobrecogedores, con ponderaciones políticas relacionadas con cuestiones que atañen a la colectividad.
Hacen un duelo nacional, oficial, gubernamental, gastando nuestro dinero en manipulaciones pedestres, pero no está bien visto que se mencione el lastimoso desempeño público del homenajeado, en su recién descubierto rol de héroe. Vámonos a poner de acuerdo. Si el velorio compete estrictamente a los huérfanos, a la viuda y a la familia, el sepelio no debía expandirse a un duelo nacional, pero si se trata de un funcionario público, ante cuya muerte se declara un duelo nacional (y aunque no se declare así) no es ocioso examinar, por lo menos, cuáles eran los oficios del bondadoso finado.
Estas Navidades, que debían encontrarnos en la mas armónica fraternidad, en torno a una mesa bien provista, disfrutando el tierno espíritu de estas fechas, con las cajitas navideñas, con salamis, pica-pica y espaguetis, muy por el contrario, nos haya a todos con los ojos hinchados y enrojecidos, envueltos en unos mocos oficiales morados, por el montaje -hipnótico, para la manada- de una gritadera con patatuses, orquestada por los compañeritos del partido en el gobierno.
Se supone, que todo el bullanguero espectáculo tenía por finalidad despedir a un joven político -mas bien politiquero- alcalde, Juancito Sport, quien resultó muerto por uno de sus enllaves, con quien tenía unos negocios de naturaleza no especificada, pero que involucraban al cabildo y se enmarcan en acápites hacia los que se ha decretado que no se puede mirar, como nepotismo, corrupción, inseguridad, violencia y quién sabe qué demonios más, porque solo el grupo de tígueres ladrones en el gobierno, sabrá cuántos hilos tiene el bollo.
Lo primero que es obligatorio decir de Juanito Sport es que era el alcalde de una alcaldía que no debía existir (les regalo la frase, para que se la pongan de epitafio) porque esa alcaldía es el resultado del desmembramiento de la ciudad de Santo Domingo, con el único objetivo de repartirla en trozos, entre los carroñeros, que estaban en posición de reclamar su porción.
Ante la trágica muerte, la cúpula del PLD, que no respeta a nadie, ni vivo, ni muerto, ni por nacer, ni enterrado y que no respeta nada, ni Constitución, ni leyes, ni privacidad de nadie, porque vive brechando ilegalmente las vidas personales de todos (sin detenerse a examinar la propia) y que ha hecho de la justicia un tiburón muerto y podrido, al que se ha tragado sin eructar, que no tiene sensibilidad absolutamente ante ninguno de los dramas espantosos que incentiva y acentúa; no podía dejar pasar la magnífica oportunidad de exprimir al joven muerto, para sacarle los jugos al cadáver. Se frotaban las manos de la alegría, con el inesperado loto que se sacaron, aunque había que poner caras largas y disimular.
Esos jugos, son aprovechables de múltiples formas: para diluir el escándalo de la trifulca rebatiñosa, con saldo de dos muertos, en las primarias del PLD, donde los aspirantes a candidatos, se mostraron dispuestos a asesinarse unos a otros, en aras de tener la oportunidad de servirle, y seguir sirviendo, muy desinteresadamente, al país, como hasta ahora han hecho.
La comiquísima "guerra de las sillas" del PRD, cuyas imágenes anduvieron el planeta entero, promocionando el perfil del salvajismo perredeísta, propio de la chusma sin clase, de repente se reivindica como un modelo de buenos modales, refinado comportamiento y estilizada elegancia, al compararse con los muertos de las primarias del bestializado PLD, en el que, con 12 años continuos en el poder y pretensión de eternidad, se han desatado las angurrias convulsas, propias del clientelismo caníbal con que se rigen y con el que agreden y con el que despellejan a esta sociedad.
Sumergida en los blandengerismos mocosos, de una falsa bonhomía, de una bondad fingida y que habla de "amor" con un puñal enterrado en el alma del país, que habla de concordia, armonía, perdón… bla, bla, bla, bla… mientras nos encañonan, nos pasan por encima. Se limpian la nalga con nuestros derechos y escupen y defecan sobre nociones como humanidad, sensibilidad, justicia, equidad.
Es mucha y fabricada y artificiosa, la dificultad, al tratar de separar la parte privada de una tragedia que enluta a varias familias; de la parte de esa tragedia que es de interés público y que nos compete a todos.
No, la oficialidad (y los ñames a los que arrastra) no ve con simpatías el abordaje de todo el horror que esto significa y todo lo que destapa. No, no se deben mencionar la ilegitimidad de un cargo, ni los orígenes y evoluciones turbios de fortunas mafiosas, ni los desempeños ineptos, violentos, ni las tropelías de un funcionario público, por respeto y solidaridad a "los huérfanos" y la "familia" y a la "viuda" (que, por cierto, la de Juancito debía exigirle a algunos de los más extremistas en el coro de plañideros, que respeten su luto, que no se apresuren a montarla a caravanear y que no la ofendan, pretendiendo darle un cargo público, como una herencia).
La confusión es a todos los niveles, incluyendo el nivel de personas que por laborar para el gobierno, se sienten en la obligación de exhibir una imbecilidad de la que, algunos, no todos, carecen y asumen como sacrosanto deber, no entender nada que conlleve alguna crítica hacia la depravación absoluta en la administración pública.
Estamos en una cuartería conceptual arrabalizada -cuyo propulsor principal ha sido ese delincuente, criminal y ladrón, que una vez se quejó de que en el país que él presidía -y al que se resistió a otorgarle el 4% para la educación, establecido por ley y conquistado por la sociedad civil- no había con quién "conceptualizar". Y vaya si tenía razón.
La brutalidad y el comemierdismo ante problemas políticos y sociales, como la corrupción, la impunidad, la falta de transparencia, la creación de una casta de privilegiados por un apartheid que funciona hasta para la proporción de servicios en las oficinas públicas, el botellerío, la inequidad en la distribución de ingresos, la decrepitud de la justicia, son reducidos a "envidia", "resentimiento", "odio", como si se tratara de una reyerta en un patio.
En conclusión, que por obra y gracia del PLD, en República Dominicana, desaparecieron los problemas sociales y las críticas a los desastres gubernamentales y contra el robo público; para dar paso a lo que solo son animadversiones personales y resentimientos de frustrados, que aspiran a convertirse en…Lidio Cadet… o en la mula terca -según definición de Juan Bosch- Franklyn Almeida, o algo así. Yo, muy personalmente, siempre he querido ser Euclides Gutiérrez, esa luminaria tan excepcional, aunque solo sea para robarme la luz…
Han creado una muy conveniente mezcolanza en la que asuntos de derecho, problemas administrativos y atrocidades del poder, encuentran respuestas en refranes y dichos populares, oportunistas e hipócritas recomendaciones religiosas hechas por ateos malvados (porque hay ateos que son gentes decentes, pero estos son unos rastreros cínicos) y citas bíblicas mal hechas y mal interpretadas. Con poco esfuerzo, nos volvemos un estado islámico.
Se confunde el humanismo con la pusilanimidad y la bondad con la repartición de cajitas miseriosas, destinadas a gente desmigada a la que desprecian y cuya situación no les importa, ni les conmueve. Como tampoco le importan los huérfanos que andan en las calles, destrozados, abusados y criminalizados por el gobierno, cuya política ante esos huérfanos, es el exterminio.
Lo de caer con ataques ante la irreparable pérdida de nuestro heroico rifero, es bastante conveniente para diluir también el tema, pendiente de que se le conozcan todos los detalles, de las mafias dentro de la tan maltrecha Justicia, de los inspectores de migración dedicados a traficar con gente, del último préstamo aprobado por el congreso, para cerrar el año con broche de oro…
>Una tercera gran utilidad para el PLD de los jugos del cadáver de Juancito Sport es la imposición misma de Juancito como prototipo heroico, con todas las consecuencias desprendidas de esta incorporación de un aguantero de bancas de apuestas, al panteón patriótico dominicano, digo, en comparación con algunos otros de los que habitan y que habitarán ese Olimpo bastante pulgoso, hasta estamos progresando…
Juancito, como persona, efectivamente, merece el respeto que, como parte de esa camarilla, él jamás le tuvo a otros. Incluso como rifero, merece respeto, porque su oficio era una actividad legal, en la que participa, con mucho entusiasmo, el país casi en pleno.
Lo que no merece respeto, sino censura, es que los delincuentes del gobierno hayan incorporado la profusión de juegos de azar, en calidad de industria protegida e impulsada como una política pública, con multitud de rifas cada día y sembrando el país con esas letrinitas fraudulentas, donde se pudre la esperanza nacional.
Tampoco merece ningún respeto que ese filón económico se concediera como monopolio privilegiado, en pago por adherencias políticas. Y no merece ningún respeto el intento de impedir cualquier evaluación a cualquier funcionario publico, y menos, si este resulta muerto en un incidente que destapa irregularidades en el manejo de un cabildo, que no es un conuco personal, sino una institución pública.
Podemos seguir lloriqueando por Juancito Sport y llenar nuestros corazones con el amor, la consternación y la sensibilidad peledeísta, pero no perdamos de vista a los dirigentes, mientras se inclinan a rezar sobre el pesebre. Ya se robaron el buey, declararon propiedad de ellos a todos los camellos, violaron las gallinas, sobornaron a los reyes magos y dejaron desnudo al niño Jesús.