Evo Morales, acosado por las protestas populares, se vio obligado a renunciar este domingo a la presidencia de Bolivia. Antes de su renuncia quiso dorar la píldora a los que protestaban en las calles, proponiendo un improvisado pacto, por demás errado: Sólo a cuatro partidos políticos, que habían obtenido representación congresual, pero le fue rechazado, y tuvo que irse por la puerta trasera.
Evo Morales pudo haber completado su tercer período de gobierno, y dejado un sustituto que le diera continuidad a un gobierno que tuvo muchos éxitos, pero que al final se vio truncado por la ambición personal de poder. Evo Morales dejó a un lado una consulta al soberano sobre la reelección, que fue rechazada, y pese a ello comprometió la decisión favorable de los miembros del Tribunal Constitucional. Impuso su propia candidatura para un cuarto período de gobierno, luego de 14 años en el poder, y eso no le fue suficiente. Las masas de sus opositores salieron a la calle para presionar su salida del poder, acción que finalmente llevaron a cabo altos mandos militares y policiales con el apoyo de la oposición y, evidentemente, el aliento de gobiernos extranjeros contrarios a Evo Morales.
El fracaso o el final a destiempo de un gobierno que se proclame progresista pudiera calificarse de una vergüenza política mayúscula para la izquierda latinoamericana, pero no debe la derecha y los grupos conservadores, en general, celebrar la interrupción de un mandato que, si bien había perdido legitimidad, tuvo un origen democrático y no debió ser terminado por las protestas populares y la combinación con militares y policías, que claramente rechazaron las ambiciones de poder continuista de Evo Morales.
Los partidos políticos opositores fueron débiles y escogieron un candidato presidencial igualmente indeciso y sin condiciones para hacer frente al cuadro político reeleccionista: Carlos Mesa. En el caso de que Evo Morales se impusiera por un cuarto período de gobierno la perspectiva era que se quedaría por lo menos 20 años más. La gente, y en particular los jóvenes, se fueron a las calles para salir de Evo Morales porque era lo contrario a la democracia, a la legitimidad y a la transparencia en el ejercicio del poder.
Hay quienes sostienen que Evo Morales fue un revolucionario, y que aplicó medidas progresistas, y que avanzó en una dirección revolucionaria. Sin embargo, los que se señalan como sus logros para muchos son discutibles o inciertos. Evo arrastró a las fuerzas progresistas a un gobierno unipersonal, atrasado, ambicioso de poder y concentrado en decisiones controversiales. Luego de un mes del incendio de la amazonía boliviana, Evo Morales se enteró que había depredación. Bolivia comprobó que el gobierno de Morales no hizo nada porque estaba interesado en abrir vías en la zona, para negocios ocultos y no transparentes. La gente, los campesinos, productores, empresarios, jóvenes, debieron recurrir a sus propios recursos para apagar el fuego.
Los resultados del proceso electoral fueron denunciados como fraudulentos. El informe de la OEA sostiene que hay claras evidencias de que se violentó el conteo para habilitar a Evo Morales y permitirle la continuidad ilegítima.
Según lo observado por los auditores OEA:
No estuvo monitoreado el 100 % flujo de datos del TREP;
No estuvo bajo control y conocimiento del responsable técnico del SERECI la infraestructura;
Se omitió detallar componentes vitales de la infraestructura;
Se operó con un servidor que no estaban en la infraestructura del TREP “BO1 o “BO”;
Se redirigió tráfico hacia una red de servidores ajena al TREP y Cómputo Oficial “BO20”;
No se emplearon adecuadamente los perimetrales del TREP ya que fueron salteados.
Conclusión:
No es posible dar certeza de los resultados del TREP.
Y para que no quedara ninguna duda, el documento concluye:
El equipo auditor no puede validar los resultados de la presente elección, por lo que se recomienda otro proceso electoral. Cualquier futuro proceso deberá contar con nuevas autoridades electorales para poder llevar a cabo comicios confiables.
Finalmente, el equipo de auditores seguirá procesando información y las más de 250 denuncias recibidas sobre el proceso electoral de cara al informe final, el cual contendrá una serie de recomendaciones. Sin embargo, los hallazgos preliminares son contundentes.
La lección está clara. Los procesos electorales con resultados amañados no son aceptados, y la gente está dispuesta a salir a las calles a rechazarlos. La Policía Nacional de Bolivia fue vital en las protestas. Se negó a reprimir a los que protestaban, y se sumó a la paralización de actividades. Las Fuerzas Armadas se negaron a reprimir y dijeron que no actuarían contra la sociedad que protestaba.
Estas lecciones son más que elocuentes para los políticos que, en cualquier lugar de América Latina, desean torcer la voluntad popular. Ya no es posible.