El tiempo pasa rápido. A veces más rápido de lo que uno puede dimensionar. Recuerdo cuando de pequeña, es decir hace alrededor de 15 años, mi padre siempre leía los periódicos para mí. Yo me quedaba impactada ante tantos titulares de primera plana que señalaban corrupción, falta de energía eléctrica, acuerdos medio cuestionables entre instituciones, anuncios de ciclones que a veces llegan y a veces no, precios que suben, salarios que bajan, delincuencia que aumenta, educación que no mejora, la gasolina que sube, los hospitales sin materiales, violencia que no para, que empieza la temporada del béisbol, que termina, que entregan canastas navideñas. Entre otros.

Sin embargo, es curioso como todavía ahora, leo y veo que los titulares siguen siendo muy similares. Uno se pudiera preguntar ¿Será que los años han pasado en vano? Seguimos hablando de problemas con el servicio de electricidad, casos de corrupción, salarios mínimos que no alcanzan para vivir, servicios públicos mejorables, el cantante que está de moda y que se divorció, la tasa de feminicidios con tendencia positiva, la caravana de políticos. Para bien o para mal, estos temas parecen estar intrínsecos a la cultura dominicana y según como lo veo, existen dos opciones.  Aceptar felizmente o intentar cambiar sin perder nuestra identidad cultural.

Sería genial leer periódicos y que tengan otros titulares, aquellos que sean más interesantes y más técnicos. Por ejemplo: ¿cuántas mujeres están capacitadas para ejercer posiciones de alta dirección pública; ¿cómo podemos desarrollar energía renovable utilizando los recursos naturales que todavía existen (a pesar de la deforestación y depredación de ríos)?; ¿cómo podemos re-diseñar la ciudad de Santo Domingo para que sea más vivible no solo en Los Cacicazgos sino también en Catanga?; ¿qué oportunidades y qué capacitación necesitan los habitantes del Sur para que no nos olvidemos de que el sur también existe? ; ¿qué actividades gratuitas podemos ofrecer en los museos del país, que incentiven a las familias a llevar a sus niños/as para que estos desarrollen curiosidad por la ciencia, por el arte, por la literatura? ; ¿qué opina la población sobre la propuesta política de X o Y candidato en términos de servicios sociales y comunidad?.

Me encantaría leer titulares de ese tipo en el periódico. Sería tan gratificante como leer esos que establecen que R.D es patrimonio inmaterial de la música y baile de bachata. O como cuando alguien extranjero me dice “ay que lindo es tu país, me encanta” a pesar de haber sufrido un fuerte desprestigio en el sector turismo en este año. O ese sentimiento de felicidad, a pesar de todos los problemas, que me atrevo a decir tiene todo dominicano/a en el exterior cuando está en un lugar y escucha de fondo esa canción que se traduce a sentimientos de hogar y pertenencia inmediatamente “ojalá que llueva café en el campo”.

Ojalá que en el 2020 podamos como país, cambiar un poco más el típico discurso e incursionar en uno que sea progresista e innovador y que realmente alivie los grandes males. Que nos levante el orgullo. Que hable de bienestar integral, pero no solo para algunos, si no para cada dominicano y dominicana que merece tener acceso al desarrollo y a calidad de vida en todos sus aspectos. Y así realmente será un próspero año nuevo, sin más de lo mismo. Para todo lo anterior, es vital iniciar en gran parte, con una Educación de calidad desde la infancia. Aquí es donde se desarrolla la materia gris que nos hace cuestionar los titulares de periódicos y preguntarnos “ven acá pero no es posible y ¿por qué?”. En ese “por qué” yace la curiosidad que nos sana y nos salva.