No quiero escribir y que se lea la típica despedida de un año rocoso. Todos sabemos lo difícil que fue el año 2012 a nivel político y social. Las decisiones y eventos de este año que se cierra con fiestas fueron históricas y la transición de un gobierno de un mismo partido ha sido tan difícil como si el cambio fuera de dos partidos totalmente distintos. Y no me refiero en términos institucionales, sino mas bien en términos de confianza política y deromper con prácticas condenadas por la sociedad.

A nivel social, este año abraza reacciones de la ciudadanía y conquistas rogadas por la población que de alguna forma u otra devuelve la esperanza de que unido el pueblo jamás podrá ser derrotado. La agenda humana ha vuelto a ser una prioridad para la nueva administración. La burocracia y la producción de leyes quedaron como “avances” de la gestión pasada; ahora la nueva administración tiene el reto de poner en marcha esa normativa aprobada y devolver el lado humano a los entes públicos y en consecuencia a los órganos estatales. Se está tratando de no renovar la licencia de corrupción administrativa que poseían las instituciones y sus incumbentes.

En el plano internacional, los organismos internacionales tratando de convencer al mundo que las políticas económicas y fiscales deben renovarse para cubrir el desastre del 2008, tuvieron un año agitado y los nuevos representantes hicieron un trabajo más de relaciones públicas que de directores ejecutivos. Han admitido públicamente que las grandes potencias se equivocaron, pero no ha habido consecuencias para ellos. Mientras tanto, las economías más vulnerables hemos tenido que ajustar nuestras políticas sin poder organizarnos para asumir roles más protagónicos en estos espacios donde realmente se construyen las políticas públicas globales. Ese es un gran reto para nuestra región y sobre todo ahora, que el norte se cuestiona y abastece para tapar los agujeros de un sistema económico que muestra cada año lo que hay bajo su falda: un mercado incontrolable y una ecuación lejos de ser perfecta.

Luego de repasar los planos político y social local y el aspecto gerencial económico internacional, no quiero dejar fuera el plano personal. Últimamente he olvidado escribir sobre este aspecto. ¿Qué pasa con nosotros/as?¿Cuál es nuestro propósito mientras pisamos el paraíso terrenal? ¿Más lejos de las reglas, la cultura, las tradiciones, pero para qué? Antes esa rebeldía tenía un fin, un propósito predeterminado: romper con las conductas discriminatorias y abrirle camino al amor y a la libertad. Entonces: ¿qué pasó?

El amor al que queríamos abrirle las puertas era el que está revestido de tolerancia, confianza, cero prejuicios, empatía y respeto; la libertad a la que hacíamos referencia como humanidad era la libertad de pensamiento, expresión, elección, asociación, y sobre todo la libertad corporal, sin miedo a apresamientos injustificados. Ese amor y esa libertad no deben ser tergiversados. El amor a la libertad sin apellido, y que implica el daño a otras personas y la deconstrucción de una sociedad, no es lo que debemos perseguir; es lo que debemos evitar.

Si queremos reinventar la forma de ejercer el poder en el mundo debemos retomar el verdadero significado del amor y la libertad, y por supuesto, debemos participar de esa reconstrucción. Los gobiernos ya no deben gobernar: deben cogestionar el Estado; es decir, administrar la cosa pública con la participación de todos nosotros, y eso sí es gobernanza; eso sí es democracia. Sin embargo, debemos estar claros e informados de todo lo que se lleva a cabo en la administración pública para poder participar de manera responsable y consciente. No podemos darnos el lujo de dar patadas voladoras sin blanco al cual atacar. Nuestros reclamos deben ser lógicos y sustentados en propuestas viables. La moda de resistir por resistir es vacía y, contrario a concientizar, lo que despierta es incertidumbre social. Recordemos que el amor a la patria no busca ser reconocido: busca ser multiplicado.

En este año 2013 trabajemos cuestiones más humanas y menos burocráticas. Tratemos de entender la ira de los jóvenes que delinquen, la rabia de los hombres asesinos de sus parejas, la ambición económica y de poder de muchas personas, la miseria haitiana, la falta de interés del dominicano por innovar y/o emprender, entre otras cosas. Pero también, y quiero que esto sea un ejercicio que hagamos todos/as, hablemos de las cosas positivas que vemos a diario, sin temor a pensar que nos estamos conformando. Somos una raza sobreviviente, que tiene más de una razón para no extinguirse.

¡Feliz año nuevo y viejo!