Existe un fenómeno actual muy preocupante que sutilmente está estructurando formas de pensamiento favorables a crear íconos,  fomentados económicamente con recursos ilícitos del narcotráfico que ya se han constituido en paradigmas para muchas personas en la sociedad.

Es lo que llamamos la narcomentalidad o la preferencia de ciertas personas hacia figuras artísticas, políticas, empresariales y de diversas áreas, que han escalado con los recursos del narcotráfico o el lavado de dinero, y que han logrado cierto “éxito económico” en sus comunidades y que en la mayoría de casos son bondadosos y dispendiosos para ganarse el favor y la admiración de mentalidades débiles.

Esas figuras con el tiempo  se han constituido en las “claves de éxito” social no obstante el origen ilícito de sus riquezas, con la complicidad admirativa de muchos que ven en ellas la forma de llegar al camino de un supuesto progreso por el camino más corto.

La imagen de personas favorecidas por la narcomentalidad está en todos los renglones sociales principalmente en los mass media.  Uno de los ejemplos más evidentes son las narconovelas en horarios premiums las cuales tienen  una audiencia impresionante.

No es necesario señalar cuáles son  porque ya el público sabe esa información perfectamente.  Lo cierto es que los personajes de estas novelas, en ocasiones derivadas de historias de la vida real, se presentan con una vida llena de lujos, rodeada de crímenes, sobornos a las principales autoridades.  Se constituyen en reflejos de la situación política y económica de los países de donde provienen, como es el caso de México.

Lo cierto es que la imagen del hombre o la mujer fuerte con dinero, lleno de lujos y que puede comprar cualquier cosa como el amor y la complicidad del liderazgo político y  militar poco a poco se ha constituido en un paradigma peligroso en dos vertientes: la primera es que son potencialmente  imitables y la segunda es que   son también conductas nocivas aplaudidas que se están asimilando paulatinamente en nuestras sociedades.

Para muchas sociedades latinoamericanas con instituciones permeadas por el narcotráfico, es triste ver como jóvenes se ven seducidos por la narcomentalidad, como el camino más corto para el éxito. Ven como líderes políticos y militares  se pasean impunemente.

Es una situación que debe preocuparnos, y que merece un estudio para enfrentar el paradigma de la narcomentalidad que es difícil porque se puede plantear una redefinición de las políticas del Estado.   Ese aspecto lo tocaremos  en la próxima entrega.