Un acontecimiento excepcional tuvo lugar en  el Centro León, de Santiago.  Fue  inaugurada   la exposición a manera de retrospectiva de nuestra Artista  Ada Balcácer.

La  condición multitudinaria  del publico impidió  a muchos  apreciar la obra;  algunos  se dispusieron a regresar en los días posteriores para disfrutar  de ese  ejercicio consciente  que se ha desarrollado en el curso de décadas.

Hablar de los meritos de Ada Balcácer seria un exceso. El  público que asistió es el testimonio de su presencia.

En la inauguración resaltaron las palabras de la artista,  aunque su expresión natural se muestra en  el modo de su  arte. Lenguaje que, al decir  de algunos, es independiente del autor y  es lo que verdaderamente importa.

Aunque las palabras de Ada Balcácer  lograron afianzar la perplejidad que nace de una  dualidad. Si es que  la creación del artista  nace  como un hecho de la inteligencia,  como es el caso de quien puede hablar con propiedad sobre su obra. O si,  por el contrario, la  motivación deberá alojarse en el proceso instintivo de algunos  que elevan  nuestro género  a niveles espirituales insondables sin que ellos  mismos  puedan  hablar de su obra.

Los dominicanos tenemos también demostración de este último  tipo de creadores.

En el caso de Ada Balcácer, su accionar en el arte le lleva a un nivel tan consciente que, cuando habla, su discurso es tan coherente que si ignora  algo  no es por olvido.

Dio pruebas de su libertad  cuando al referirse a sus años de formación  habló  de la dictadura en la que vivió sus primeros años.

Y de  la educación Hostosiana en la que pudo educarse.

Con  un lenguaje aparentemente coloquial  Balcácer no pudo ocultar la profundidad de su pensamiento.

Dejó claro que los viejos son la columna del  siglo XX en una sociedad dominicana que no se mantiene estática.

Una prueba de la gravedad de su sus palabras fue su referencia a los coleccionistas,  a los que llamó custodios que preservan su obra para el patrimonio cultural.

Relacionado con todo esto recordamos  lo dicho  por  un conocido intelectual  nuestro.

“No creo en los ministerios de Cultura,  porque ¿cual fue el  ministerio que reguló la tradición de los negros traídos como esclavos  cuyos hábitos  permanecen  en nuestra sociedad?”.

Entre los  pensamientos  expuestos por Ada Balcácer se le oyó decir algo que podemos  reproducir  aunque no textualmente, pero que habla de la profundidad de sus convicciones:

La cultura es la riqueza  heredada en el establecimiento de lo nacional.