Nadie duda que el agua es un elemento vital para la supervivencia humana. Lo que no todos saben es que el mundo actualmente enfrenta una grave crisis de ese preciado líquido. Tanto así que algunos predicen que las guerras futuras serán causadas por su escasez. Por suerte nuestro país no tiene todavía una situación desesperada en ese sentido, pero el agotamiento progresivo del Acuífero del Este (AE) genera gran preocupación. Solo un esfuerzo conjunto entre los sectores público y privado podría evitar que, por esa razón, el turismo de la zona se vaya a pique.
La agencia de cooperación alemana GTZ nos advierte sobre la situación mundial: “Durante el último siglo, el uso del agua ha crecido a más del doble de la tasa de crecimiento de la población a nivel mundial y sigue aumentando en todos los sectores. Los efectos del cambio climático tambien intensificarán el riesgo de sequias. Mas de 2,000 millones de personas viven en países que experimentan un alto estrés hídrico en la actualidad y las cifras seguirán aumentando.” Según esa fuente, un 53% de la población dominicana vive en zonas con escasez de agua y el Banco Mundial informa que solo el 74% de nuestros habitantes tiene acceso a agua potable.
La preocupación por el AE es generada por la intrusión salina. El INDHRI define un acuífero como “la capa permeable de roca capaz de almacenar, filtrar y liberar agua. La capa de roca (o estrato) contiene muchos poros que, cuando se conectan, forman una red que permite el movimiento del agua a través de la roca.” La intrusión salina, de su lado, “es el proceso por el cual los acuíferos costeros están conectados con el agua del mar. Esto supone que el agua salada (procedente del mar) fluye hacia el subsuelo continental mezclándose con las reservas de agua dulce.”
El creciente deterioro del AE comporta ribetes ominosos. La intrusión salina se ha comprobado a una distancia de 6.1 kilómetros de la costa, significando un avance de 3 kilómetros desde el 2002. La principal razón es la extracción de aguas subterráneas en numerosos campos de pozos por parte de los hoteles de la zona. Un reporte de Diario Libre del 2019 informó que “solo en Bávaro-Punta Cana hay al menos 140 pozos operando, y fuera de los centros hoteleros, en la zona de Verón, entre pozos y filtrantes, hay más de 2,000.” De 22 campos de pozos analizados, 15 se encuentran salinizados y algunos hoteles deben purificar su agua por osmosis. “En general, los pozos suplen agua a 44 hoteles y 28,455 habitaciones, donde se estima un consumo de agua promedio de 2.40 metros cúbicos por habitación por día.” De los 15 campos de golf existentes en la zona hay nueve que demandan 2.3 millones de metros cúbicos de agua por año.
El Plan Hidrológico Nacional (2012) del INDHRI proyectó que para el 2015 la demanda anual de agua de la zona este seria de 21.20 millones de metros cúbicos. Para el 2020 la demanda subiría a 31.80 millones y en el 2025 a 55.65 millones. Sin embargo, la proyección se habrá quedado muy corta en vista del esperado desarrollo del tramo costero que discurre entre Macao y Miches. Para ese tramo algunos analistas proyectan unas 80,000 habitaciones adicionales a las 45,000 que hay hoy en Bávaro-Punta Cana. De ahí que resulte muy difícil que los campos de pozos puedan, dado el nivel de intrusión salina, seguir supliendo toda el agua que se demandará.
La probable escasez de agua dulce en la región este, la cual recibe un 70% de las llegadas de extranjeros de vía aérea, pone en peligro el futuro de su industria turística. Además, representa una amenaza a la salud de los más de 120,000 habitantes del Distrito Municipal Verón-Punta Cana. Y ni hablar del negativo impacto sobre la agricultura de la zona, dominada por el cultivo de la caña de azúcar.
Para buscar una solución adecuada debe partirse de que nuestro país registra el mayor consumo de agua por habitante de toda la región del Caribe y Centroamérica. En adición, debe tomarse en consideración que la zona este es “de las menos dotadas en el país con cursos de agua superficiales, siendo los que tienen mayores caudales los ríos Higuamo y Soco.” En cuanto a la pluviosidad, estimada en 1,350 en promedio anual, los valores mínimos de las precipitaciones “se presentan hacia las zonas de las playas del litoral este y sur de la región.”
Algunos técnicos calificados argumentan que “el acuífero tiene capacidad suficiente para abastecer la demanda que se proyecta para los próximos 20 años.” Se asume que el acuífero puede suplir la demanda previsible siempre que los pozos no sean excesivamente profundos y sus caudales sean moderados. Los pozos existentes serian mejorados “reduciendo caudales, limitando su profundidad y sellándoles el fondo.” Pero este diagnostico no refleja la necesidad de proveer agua para el tramo costero Macao-Miches y de seguro ignora la situación de Boca Chica y San Pedro donde se ha comprobado que la intrusión salina llega hasta los 15 kilómetros de la costa. El destacado geólogo Osiris de Leon ya ha advertido que la construcción de 50 nuevos pozos, planeada por los hoteleros, agravaría aún más la situación del AE y la intrusión salina.
No se conoce, sin embargo, un estudio actualizado que vincule el potencial del AE con la demanda de agua previsible. Un estudio concienzudo deberá además sopesar la opción de los pozos frente a la opción de las plantas de desalinización. El INDHRI le sugirió esa opción a ASONAHORES en el 2011 sin que lograra una respuesta positiva. (Un exdirector de la institución sugirió en el 2016 una planta desalinizadora y se declaró contrario a seguir la explotación de los pozos.) Otra opción ya planteada sería la de construir una presa en el rio Chavón, pero tambien se han expresado serias dudas de que las aguas superficiales puedan satisfacer la enorme demanda de la creciente industria turística en la zona. Finalmente, valdría la pena explorar la opción de la tecnología OTEC para producir no solo agua destilada a borbotones sino tambien electricidad.
Por años se ha reclamado al gobierno la construcción de un acueducto regional como solución integral al problema. En el 2009 se inició el acueducto para Higüey y un ramal de este debía terminar en Verón, pero la obra está sin terminar. En el 2019, sin embargo, el INDHRI aprobó por resolución una iniciativa público-privada “en la que participan cadenas hoteleras y el Grupo Punta Cana, para la construcción y operación de un proyecto de acueducto y alcantarillado en el polo turístico Punta Cana-Macao, bajo la modalidad de concesión. Este sistema se abastecería de agua subterránea y los hoteles se integrarían a su red.” El acueducto propuesto no dependería de las escasas aguas superficiales de la región.
En agosto del 2020 la Presidencia de la Republica emitió un comunicado donde expresó su total apoyo al proyecto. Sin embargo, la prensa no ha reportado ningún avance de este y se presume que la pandemia lo paralizó por completo. El incumbente de la Dirección General de Alianzas Publico-Privadas destacó hace pocos días que el proyecto del acueducto regional se presta para ser ejecutado bajo esa modalidad. Queda claro que el proyecto goza de simpatías gubernamentales, aunque la última declaración aparenta no suscribir la autorización dada por el INDHRI al proyecto ya propuesto. En la zona tambien están pendientes los proyectos de alcantarillado de Verón y el problema de los vertederos.
La demanda de agua de la región este dependerá no solo del crecimiento del sector turístico. Para poder calibrarla bien se requiere un plan de ordenamiento territorial que sea oficializado por las autoridades y eso no se ha contemplado hasta el momento. Si la Ley de Ordenamiento Territorial no se ha terminado de aprobar en el Congreso y si el plan regional de ordenamiento no se ha emprendido, es muy posible que el acueducto propuesto, de materializarse, no responderá cabalmente a la demanda futura. El presidente Abinader ha anunciado que, en su próxima alocución ante el Congreso, se referirá al problema del agua a nivel nacional y habrá que esperar sus declaraciones para determinar sus consecuencias sobre el Acuífero del Este.