En días recientes han ocurrido múltiples acuerdos y amarres políticos con el único fin de que los partidos se repartan el poder de la mejor manera y con apego estricto a los intereses de sus líderes, olvidándose de lo que realmente quieren los ciudadanos y al apego a la institucionalidad.

Cabría preguntarse hasta dónde esos acuerdos que si bien es cierto son legales, de la misma manera son legítimos, esto así porque lamentablemente en las democracias latinoamericanas existen pocos mecanismos de participación popular en las decisiones políticas.

Los ciudadanos sólo ven los resultados a través de los medios de comunicación con la clásica foto de los líderes políticos sonriendo y dándose la mano; sin embargo lo que no vemos son los acuerdos con el fin de tener una agenda nacional de desarrollo para los grandes retos que tiene el país.

En otras palabras los “acuerdos” simplemente versan sobre cuotas de poder en diversas instituciones del Estado, es un “toma y daca” realizado con efectividad y en ocasiones sin consentimiento de las bases de un partido que no son capaces de cuestionar las acciones de sus líderes.

La participación ciudadana en las decisiones políticas en el país es prácticamente nula.  Recordemos que esta constituye el principal dispositivo social democrático que mejora la eficiencia en la gestión gobernantes-gobernados  y abre el camino para la transparencia del accionar político.

Además favorece un cambio de visión acerca de la administración y consolidación institucional de las instituciones estatales y así mejorar la calidad de vida, ya que tienen un rol determinante en la orientación de las políticas públicas y en la construcción de procesos de planeación.

Tomar en cuenta la participación ciudadana es realizar acuerdos con la sociedad, no con determinado grupo o sus intereses.  Preguntar qué desean los ciudadanos para mejorar la calidad de vida en determinado renglón de la economía.

Exigir más participación popular no es mucho, sin embargo para los políticos acostumbrados a las visitas esporádicas y a las campañas mediáticas, resultaría una tarea ciclópea.  Por lo demás, también no registro en la memoria un acuerdo por entre partidos para hacer planes decenales de desarrollo.

Planes que tengan una continuidad estatal y que puedan ser respetados por todos, esos son los acuerdos que necesita el país, de lo contrario la institucionalidad  nunca se verá afianzada, ni tendremos un verdadero desarrollo, seguiremos en el círculo vicioso de la repartición coyuntural del poder por parte de los políticos  en los momentos cercanos a las elecciones.