En los últimos meses la insostenible situación de la deuda en Estados Unidos acaparó toda la atención de la prensa internacional. La principal potencia económica mundial había alcanzado el techo máximo de endeudamiento de 14.3 billones de dólares aprobados por el congreso, en medio del manejo de la peor crisis económica desde el crack de 1929. Los mercados financieros se estremecieron ante la nebulosa que rondaba sobre el futuro del país, en caso de que el poder legislativo no aprobase el aumento del techo de la deuda.
Un sombrío panorama se asomaba sobre la nación: aumento en los tipos de interés, desplome en el precio de las acciones, riesgo de caer en otra recesión, incertidumbre en los inversores, desestabilización del dólar, reducción en su calificación crediticia (pérdida de la AAA), cese en el pago, incremento del coste de endeudamiento para el gobierno y pérdida de miles de millones para los tenedores de deuda.
Los legisladores demócratas y republicanos sabían que era imperativo aumentar el techo del endeudamiento, pero ninguno cedía a la presión del otro partido en cómo debía manejarse el difícil tema. Luego de semanas de tranques y de "tira y jala" por parte de los legisladores de ambos mandos, el pasado lunes la cámara baja de EEUU aprobó con 269 votos a favor y 161 en contra, un plan para reducir el déficit del país y aumentar el techo de la deuda.
Este plan prevé aumentar el techo de endeudamiento en 2.1 billones de dólares. Al igual que la reducción del déficit en al menos 2.5 billones de dólares en una década, esto se conseguirá por la reducción de 900 mil millones en gasto doméstico, un recorte de 350 mil millones al presupuesto de defensa y la creación de un comité bipartidista que se encargará de proponer un plan que reduzca el déficit en 1.5 billones adicionales. El plan constará de una segunda etapa donde el comité bipartidista considerará poner en marcha una reforma fiscal donde se aumenten los impuestos.
Luego de la aprobación del plan, a EEUU le queda claro que se le acabó la época de utilizar el gasto fiscal como arma para reanimar la economía. Sera tiempo de cambiar de estrategias y arreglar de una vez por todas, los fuertes desequilibrios generados durante una década a la brigandina.
Este plan es un parche temporal a la difícil situación económica. Las preocupaciones aún persisten, y falta por analizar las posiciones que van a tomar las agencias calificadoras de riesgo hacia las decisiones del legislativo estadounidense. De lo que si podemos estar seguro, es de una agudización del enfrentamiento político a vísperas del inicio de la campaña electoral presidencial del próximo año 2012.
El gran perdedor de toda esta experiencia fue el pueblo de Estados Unidos. Aunque hubo un compromiso, poco dejó satisfecho a las partes involucradas. En vez de una verdadera preocupación por la apremiante situación financiera, fue un vil enfrentamiento político, donde los partidos se medían a pulso cual era el más fuerte.
Este acalorado enfrentamiento político dejo muy mal parado a EEUU como país de referencia hacia el resto de las naciones. ¿Cómo es posible que la clase política que es tomada como paradigma por el resto del mundo, haya hecho tal teatro de mal gusto, sabiendo las nefastas consecuencias que esto podría haber acarreado tanto a nivel interno como para el resto del mundo?, ¿acaso hemos sobreestimado su clase política?
Aunque su deuda aún mantiene la codiciada AAA, el torpe manejo por parte de los políticos y su incapacidad de responder de manera oportuna, merece una calificación de "bono basura", con perspectiva negativa.