Aquellos que despertamos desde la lucha por el cumplimiento de la Ley 66-97 del 4%, los Haitises y las demás luchas ciudadanas: Funglode, Parque Independencia, Justicia Fiscal, Loma Miranda, las Cadenas Humanas OISOE; que finalmente desembocara en Enero 22, con La Marcha Por El Fin De La Impunidad que luego se llamó Marcha Verde, tenemos que entender que todas estas luchas tienen un común denominador: por más de 50 años la ciudadanía ha sido relegada al plano de la invisibilidad, razón por la cual los jóvenes de Los Haitises no permitieron que ni el gobierno ni los actores políticos tradicionales viniesen a imponerles una salida donde no fuesen ellos los principales protagonistas.

Se trata pues, de que los grandes males estructurales de esta media isla continúan perpetuándose en una caricatura de democracia que le niega a la ciudadanía ser escuchada y que sus demandas, anhelos y legítimos reclamos, no solo sean oídos, sino que se tomen en cuenta en políticas públicas, acciones, leyes y presupuestos que impacten positivamente a las mayorías y no solo a pequeños grupos públicos y privados. Y esto es así, porque la clase política dominicana en vez de habernos representado todo este tiempo, se ha representado a sí misma y a los grupos de control político y económico que le han garantizado el poder.

Por tanto es hora de que las mayorías excluidas, olvidadas, pisoteadas y manipuladas, nos unamos en un gran acuerdo nacional político ciudadano, donde sean plasmadas las condiciones esenciales del tipo de democracia, instituciones, representantes y gobierno que esperamos; en fin, el país que queremos. Y la ruta por tanto es muy distinta a las anteriores. No podemos seguir haciendo lo mismo porque seguiremos consiguiendo iguales resultados. Ahora es el momento de volcar todo lo aprendido en el trayecto de estas luchas y de tornar este sentimiento de esperanza, que es color verde, en acciones de orden político. ¿O acaso piensan que sólo marchando por el fin de la impunidad, los que han secuestrado el poder de todas las instancias gubernamentales van a acceder a concedérnoslo?   

Sólo disputando el poder secuestrado, obteniendo una cuota significativa del mismo, podremos lograr los cambios necesarios, para lo cual hace falta vencer el miedo que inmoviliza a muchos; miedo a perder algunos privilegios y a convertirnos en blanco oponente de esta férrea dictadura de la impunidad. El domingo 19 de noviembre, un pequeño grupo de cientos de ciudadanos, tuvimos el coraje de vencer esos temores y salimos a dar la cara de manera pública. Salimos a decirle a Danilo Medina que su gobierno debe cesar en el 2018 y convocar a nuevas elecciones; porque él y sus aliados fueron elegidos producto de unas elecciones fraudulentas, manipuladas y para colmo, financiadas por el dinero de la corrupción de Odebrecht. Y porque con él y las instituciones secuestradas por él, no hay garantía alguna de participar en unas elecciones libres con igualdad de condiciones.

Salimos a decirle a la gente que el miedo cambió de bando, que es tiempo de actuar, de organizarnos, para que el sentimiento colectivo de una nación indignada, desgobernada, desprotegida y humillada con los desplantes de un presidente que no responde a los cuestionamientos de los votantes y un gabinete insolente y sarcástico que incumple la ley, se traduzca en una corriente que motive a toda la ciudadanía a unirse y de forma transparente  mostremos las principales preocupaciones ciudadanas, visibles en un acuerdo, para lograr el músculo y fuerza suficiente en estos postulados. Es hora de poner a la ciudadanía delante; pero también es hora de entender que divididos no podemos vencer a estos demonios que han cooptado el poder de manera absoluta. 

El domingo 19 salimos públicamente para contactar a la gente: a los jóvenes, a las mujeres, a los campesinos, a las amas de casa, a los obreros, a los profesionales, a los comerciantes, a los artistas, a los empresarios, a los militantes de todos los partidos políticos que no sienten su voz es oída, a nuestra diáspora y todos los desempleados, que comenzamos esta tarea de construir un gran acuerdo. Una tarea que implica un cambio de una institucionalidad que no nos permite avanzar; porque con éstos árbitros electorales y éste poder judicial, será imposible obtener el poder que muestra el sentir en las calles y para ello, parte del trabajo está en retomar la independencia e imparcialidad de estas instituciones, demandando hasta lograrlo unidos, un nuevo orden democrático que lo garantice. Tenemos que estar dispuestos a acorralar por todos los medios cívicos y pacíficos necesarios, incluyendo la desobediencia civil, a los pocos que tienen la institucionalidad secuestrada. Dejemos desde este momento claro que con esas autoridades e instituciones, de ninguna manera  participaríamos en una contienda electoral.

En este acuerdo, debemos estar conscientes, caben todos los dominicanos de buena voluntad, aunque no coincidamos en algunos aspectos; pero por lo menos en los fundamentales, debemos y tenemos que lograr ponernos de acuerdo. Eso es lo que debemos ser capaces de plasmar en un gran manifiesto ciudadano, al que debemos llamar Acuerdo Político Ciudadano