"La pared del cementerio." Asi comienza "Viernes de Dolores" una de las deliciosas novelas del gran maestro Miguel Angel Asturias. Seria una burla pretender examinar en este corto espacio, los liados usos de la lengua a los que acostumbra nuestro muy querido Asturias, por lo que nos resignamos a esta enigmatica primera oracion. Una oracion sutilmente compleja, donde nada sucede, donde el tiempo magicamente se nos escapa a la eternidad del cementerio o a la permanencia del la pared.
Este extraño tratamiento, que por demas podria parecer nuevo e innovador, acarrea siglos de tradicion en el genero de la novela; todos recordamos aquellas novelas que inician con descripciones detalladas y abundantes. En tiempos tan ajetreados y tan afanados como los que nos toca vivir, abundantes paginas de ambientacion ya no son potables para lectores actuales. Es un hecho estudiado en abundancia la sobre lectura o la lectura fragmentaria, un hecho que mas que hacernos dudar de la definicion de clasico, pone en evidencia los defectos de la velocidad que nos impone la epoca que nos toca vivir. El gran Asturias, previsor, nos aprovisiono de una solucion mediante un uso especial del lenguaje que no rompe con la estructura habitual de las novelas.
Es curioso que la relacion entre descripcion y denominacion sea tan poco estudiada, mas curioso todavia es lo muy poco que se ha aprovechado en la literatura esta relacion. Un sustantivo, propio o comun, delimita el objeto sin necesidad de nombrar sus caracteristicas, esto se debe a que por consenso asumimos que si el hablante conoce la lengua conoce tambien la realidad designada. La descripcion, por el contrario, detalla rasgos y matices que nos situan en la escena hasta, por ejemplo, casi poder oler a rosas del estudio de Basil (el retrato de Dorian Gray). La descripcion, al menos en la mayoria de los casos en literatura, pretende suspendernos en un punto que es todos los puntos y darnos una vision omnipresente tan poco humana, tan poco verosimil. Tal vez para Funes el perro de las 3:14 no es el mismo que el de las 3:04 (Funes el Memorioso) y por eso el lenguaje le es una aberracion, pero para nosotros, apenas mortales, el perro es el perro y contiene
a todos los perros posibles.
Sin vicios del lenguaje, sin pretensiones divinas, y sobre todo guardando las formas estructurales de la tradicion, no solo de la novela si no tambien de la descripcion, Miguel Angel Asturias nos demuestra con la practica que, con o sin modificadores, un nombre, comun o propio, puede bastar para situarnos y para conmovernos.
A modo de conclusion, quien ha leido a Miguel Angel Asturias sabe que Viernes de Dolores al igual que Señor Presidente, no es su gran obra pero este inicio tan caprichoso es el boton de muestra que previene a muchos otros elementos de este nivel que demuestran que esta novela esta muy por encima de muchos novelistas y nobelistas que por su fama ya son pasto habitual de ferias y de librerias.