Si les cuento quién es José Ignacio Latorre Santis seguro que no es del interés de mis lectores ya que se doctoró en Teoría de la Cromodinámica cuántica de las partículas elementales en la Universidad de Barcelona y realizó un primer posdoctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y, posteriormente, un segundo en el Instituto Niels Bohr de Copenhague, Dinamarca.

Creó el grupo NNPDF, que usa la inteligencia artificial para analizar los datos del colisionador de partículas LHC (Gran Colisionador de Hadrones) en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear). ​Ha sido director del Centro de Ciencias de Benasque Pedro Pascual. ​Fue Long Term Visiting Professor en el Centre for Quantum Technologies de Singapur. ​

Latorre ha investigado en física teórica, en aplicaciones de inteligencia artificial y en la teoría de la información cuántica. ​ Es catedrático de Física Teórica en la Universidad de Barcelona. ​A principios de 2020, se trasladó a Abu Dabi para crear un centro de computación cuántica. En mayo de 2020, fue nombrado nuevo director del Centre for Quantum Technologies de Singapur. ​Lidera el grupo Quantic que construye un ordenador cuántico en el Barcelona Supercomputing Center.

En cuanto a su faceta divulgativa de la física cuántica, ha escrito tres libros: La Nada, o el vacío cuántico (Batiscafo, 2016), Cuántica, tu futuro en juego (Ariel, 2017) y Ética para máquinas (Ariel, 2019). Ha producido dos documentales, uno de los cuales recoge los recuerdos de Roy Glauber, último científico vivo del Proyecto Manhattan, el que desarrolló las bombas atómicas de la II Guerra Mundial. ​

Mi contacto fue con su video sobre “La cuántica” en el Festival Hay en Colombia ante un grupo de jóvenes, ya que él publicó un texto de cuántica para jóvenes (“Cuántica, tu futuro en juego) disponible en YouTube en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=g4ACV_liMWc, pero este artículo tiene pretensiones más terrenales. Es una admonición para el Presidente electo y que aproveche la oportunidad para construir las bases de la “alta investigación” ahora que está nombrando su Gabinete de Gobierno.

Hablando en directo, sin tapujos y sin malas intenciones. Tenemos un Ministerio con tres misiones en el propio nombre con que le bautizaron: Educación Superior, Ciencia y Tecnología. No tengo que ofrecer ninguna razón para interesarme por el tema. Soy y he sido un “estudioso perenne” y un “profesor de vocación” de transmitir la pasión por la “verdad” e integridad de nuestro convivir comunitario local y mundial en varias disciplinas por el placer propio de mis alumnos.

Esta triple personalidad del MESCyT ha sido en detrimento de dos de las funciones necesarias para seguirle el paso al cambio cualitativo en lo que se llama La segunda revolución cuántica. Ingenuamente creo que el hecho de que sólo pedagogas, maestras o educadoras han sido ministras, en los últimos veinte años, y los vice-ministros responsables de las áreas de Ciencia y Tecnología se han visto relegados a ser simples adornos en el nombre de la institución.

Evidentemente, estamos preocupados por la calidad de nuestras universidades, que deben ser excelentes en la docencia, en la investigación y en la extensión. La carrera por cumplir con los requisitos del MESCyT que para enseñar en el nivel de grado hay que tener un post-grado, y para enseñar en post-grado, debe, por lo menos, un miembro del claustro poseer un doctorado. Para, ¿enseñar en un doctorado qué requisito demandamos o deberíamos demandar?

Desafortunadamente, tener una línea de investigación activa, que es poco común en el medio académico dominicano, ya somos más opinadores que investigadores. Aunque tenemos una concentración notable de doctores en las diversas ramas de la Educación, no hay doctores activos, porque los programas escasean por no tener institutos o centros de investigación adscritos a las Facultades. Es más, ni aún los incumbentes de las unidades académicas no tienen credenciales y experiencia en investigación.

De la conversación del Dr. Latorre, en su facultad de la Universidad de Barcelona él tiene un número exagerado de doctorandos bajo su tutela: 5, pero él lo vive porque está en la frontera de una ciencia responsable del cambio tecnológico actual: la cuántica y la computadora cuántica, la inteligencia artificial y la transformación de la civilización humana. Ya oigo la protesta, ¡somos un país pequeño y pobre! Yo le contesto: tomemos ejemplos: Austria es un país alpino, con menos población que Dominicana y por estar engarzado en la investigación cuántica comienza a hacer aportes modestos de equipo y técnicas de investigación para uso en otros laboratorios.

Si no basta un ejemplo, recurro a Singapur, una isla-estado, unos pocos millones de habitantes y unos cientos de kilómetros cuadrados, comenzó a investigar desde el siglo XX la superconductividad, haciéndose fuerte como para tener hoy un Centro de Tecnología Cuántica que dirige, precisamente, el Dr. Latorre.

Miguel ¡No apuntes tan alto!, me dirán. Bien, entonces, los departamentos de Ciencias y Tecnología deberían patrocinar “clústeres académicos”, como está haciendo España con universidades vecinas, para que se gradúen de Doctor bajo un mínimo de dos universidades del clúster. Cada clúster es liderada por una institución académica, pero aúnan recursos de investigación, para poder enfrentar el predominio  de las universidades anglo-norteamericanas. Para completar el modelo, las prioridades se establecen según las necesidades del empresariado, para convertirse en el modelo japonés de los consorcios de investigación público-privado-académico.

Antes está crear una cultura de la cooperación, un plan estratégico y las ideas claras de los pequeños pasos con los que debemos iniciar. Por lo tanto, la escogencia del Ministro debe ser un líder que no se deje arrastrar por el “barrullo” cotidiano y dedique algún esfuerzo al futuro. A ese “incógnito” “ministeriable le recomiendo  echarle una revisión a la entrevista al Dr. Latorre, ¡porfa!