Para quejarnos de la clasificación 4 del Departamento de Estado de EE. UU. que desaconseja a sus ciudadanos de visitar nuestro país, esgrimimos la baja tasa de letalidad por covid-19 que los dominicanos exhibimos como escudo de nuestra seguridad sanitaria. Ni siquiera tomamos en cuenta que dos de nuestros competidores regionales por el turismo estadounidense, Barbados(1.2) y Bermuda (1.0), con tasas de letalidad por debajo de la nuestra (1.3), también han sido clasificados en la categoría 4 (“no viajar”), junto con aproximadamente 80% de los países del mundo, como se puede apreciar en el listado del Departamento de Estado. No hay nación latinoamericana sin recibir la advertencia de “no viajar” de la categoría 4; ni Canadá se salva de esa mancha roja. En todo el hemisferio occidental, solo algunas diminutas islas de habla inglesa del Caribe, como St. Kitts y Anguila, se diferencian al clasificar en las categorías 2 o 3. De todas las naciones del mundo, solo el aislado reino himalayo de Bután, con una solitaria muerte por Covid desde el inicio de la pandemia, mantiene la categoría 1, que solo aconseja ejercer “las precauciones normales al viajar”, porque el riesgo de contraer Covid es mínimo. Casi todas las naciones en categorías 2 y 3 son asiáticas, y no es por sesgo a su favor.
Nosotros nos ufanamos de tener una tasa de letalidad de 1.3, y ciertamente es relativamente baja. ¿Significa esto que el riesgo de contraer y morir por Covid-19 en República Dominicana es bajo en la actualidad?
Por sí sola, la tasa de letalidad no es útil para evaluar el riesgo de contraer o morir de las complicaciones de Covid en un territorio, porque el nivel de este indicador depende en gran medida de los contagios detectados, que a su vez depende del número de pruebas diagnósticas realizadas y el criterio utilizado para seleccionar a los testeados. Cuando nos sobrevino la pandemia en marzo 2020, tuvimos una muy alta tasa de letalidad durante varios meses, porque solo hacíamos pruebas PCR a los pacientes con síntomas muy evidentes de Covid debido a la gran escasez de los insumos para las pruebas, y ni siquiera a todos los sintomáticos. Hoy la tasa de letalidad es baja en gran medida porque hacemos pruebas diagnósticas a todas las personas que las solicitan, incluyendo a miles de viajeros que no tienen síntomas ni sospechan de contacto con personas contagiadas, solo porque es requisito de las naciones de destino. Mientras más amplia es la base de personas testeadas, más se detectan contagiados asintomáticos que no corren peligro de ser hospitalizados ni morir, bajando la tasa de letalidad, que es el porcentaje de los pacientes PCR positivos que mueren a consecuencia de la Covid-19. Tener una baja tasa de letalidad es un buen indicador de que se está haciendo un número suficiente de pruebas para contribuir a controlar la propagación del coronavirus, siempre que se acompañe esa acción con eficientes programas de rastreo y aislamiento de contactos, como lo han hecho varios países asiáticos, incluyendo Corea del Sur, Singapur y Taiwán, hasta prácticamente eliminar el contagio comunitario.
La tasa de letalidad no sirve como indicador solitario para identificar el riesgo de contagio por el coronavirus. Es como decir que el PIB per cápita no es un buen indicador del bienestar de los habitantes de una nación, por eso se han elaborado indicadores que reflejan mejor el nivel de desarrollo humano. Como nota curiosa, China (clasificada categoría 3) tiene una de las tasas de letalidad más altas del mundo, 4.7, y nadie cuestiona su éxito doméstico en controlar la pandemia, exhibiendo una mortalidad de 0.35 por 100,000 habitantes, de las más bajas y 99 veces menos que R.D. Además, la tasa de mortalidad china lleva meses sin variar, porque casi todas las muertes fueron registradas en los primeros meses de la pandemia.
En todo caso, las tasas de letalidad y de mortalidad solo sirven como indicadores del pasado, no son buenos predictores del porvenir. Tomemos el caso de India, con una tasa de letalidad de 1.1, y menos de la mitad de la tasa de mortalidad de R.D., 14.07 vs. 32.14 por 100,000 habitantes, según el reporte de la universidad de Johns Hopkins del 25. 04.2021. En febrero 2021 estos indicadores eran muy favorables a India, y los indios pensaban haber superado la pandemia con pérdidas de vidas humanas sorprendentemente bajas: lo importante entonces era recuperar la economía y la vida social. Entonces empezaron a aflojar las medidas y controles sanitarios, sin sospechar el tsunami de contagios y muertes que les sobrevendría en pocas semanas. A principios de marzo 2021 promediaron 15,000 contagios y 90 muertes por día; el vienes 24 de abril se registraron 349,313 casos Covid positivos, un récord mundial. Pero aun imponiendo una nueva marca nacional de 2,621 muertes reportadas el viernes pasado, la letalidad del día sigue siendo muy baja, de solo 0.8. La India hace muchas pruebas y por eso mantiene una tasa de letalidad muy baja a pesar de la actual crisis del sistema sanitario, pero en los últimos meses no ha sacado provecho a la información sobre los contagios para controlar la superpropagación del virus mediante el rastreo y el aislamiento de los contagiados y sus contactos. Las consecuencias de esa avalancha de contagios sobre su sistema sanitario son estremecedoras y no se sabe cómo los indios saldrán de la actual crisis. La tasa de mortalidad es baja, pero ha empezado a aumentar en esta segunda ola, mientras la tasa de letalidad se mantiene estable a consecuencia del excelente programa de pruebas para la detección de los contagios. En definitiva, la tasa de letalidad no es un buen indicador de lo que ocurre actualmente en ese gran país.
Lo mismo podemos decir sobre el manejo de la tasa de positividad, pues es un indicador que depende en gran medida del criterio para realizar las pruebas y el número de pruebas realizadas (o reportadas). La tasa de positividad de Covid-19 es manejada por las autoridades dominicanas con gran sigilo, pues no se informa por qué algunas pruebas no se incluyen para su cálculo. Tomemos por ejemplo el último reporte epidemiológico disponible, el Boletín #401. Este informa de 29 pruebas antigénicas realizadas el sábado 23 de abril. Evidentemente este dato no transparenta todas las pruebas, posiblemente miles, realizadas a viajeros para cumplir con los requisitos de los países de destino, distorsionando la tasa de positividad hacia arriba. La tasa de positividad se debe calcular incluyendo todas las pruebas y los contagios detectados por ellas, no solo las que se consideran convenientes.
Quizás no conviene transparentar la tasa de positividad reportando todas las pruebas realizadas con cualquier finalidad, porque entonces no nos serviría para mantener las escuelas cerradas en la mayoría de los municipios del país. La educación es la única actividad limitada por esta exigencia arbitraria de máximo 5% de positividad, pues todas las demás actividades pueden desarrollarse sin esa condicionante. Para fines de que los turistas nos visiten sin temor, vendemos la imagen de un país con un alto nivel de seguridad sanitaria, de riesgos mínimos de contagio por el coronavirus. Al mismo tiempo, para los estudiantes en la mayoría de los municipios, no hay suficiente seguridad sanitaria para acudir a las aulas. Para fines del turismo preferimos no mencionar la tasa de positividad, ni el criterio arbitrario de positividad inferior al 5% como condición para considerar ciertas actividades. El indicador de la positividad solo sirve para mantener las escuelas cerradas, no los hoteles, bares y restaurantes. No queremos espantar a los estimados visitantes con tasas de positividad altas que el Ministerio de Salud Pública utiliza para no permitir el retorno a las aulas, estableciendo arbitrariamente que siempre debe ser inferior al 5% en la comunidad donde se encuentra cada centro de enseñanza.
Podemos engañarnos a nosotros mismos con el manejo de las estadísticas a nuestro antojo, pero difícilmente enredaremos con acrobacias estadísticas a los técnicos que elaboran las advertencias sobre la sanidad sanitaria a los viajeros estadounidenses.