Un informe reciente del PNUD ilustró que la clase media dominicana ha disminuido en los últimos años. Con este informe lo único que se ha hecho es formalizar lo que hace tiempo diferentes intelectuales vienen diciendo.

Desde aproximadamente 15 años la costumbre de los gobiernos ha sido gastar todo lo que se puede, sobretodo en campaña, endeudarse por encima de su capacidad y crear déficits para luego realizar una reforma fiscal que no es más que una reforma tributaria con la que se busca conseguir dinero rápido para no colapsar.

Se afirma que no son reformas fiscales pues las mismas no están destinadas a modificación profunda del sistema fiscal que es el conjunto de órganos de la administración de un estado encargados de hacer llegar los recursos económicos a las arcas del mismo, así como a los instrumentos con los que dicho Estado gestiona y recauda los tributos, englobando tanto los ingresos como los gastos.

Y se afirma que con reformas tributarias dado que sólo se modifica el sistema tributario que es el conjunto de normas y organismos que rigen la cobranza de impuestos dentro de un país. Los impuestos son el principal ingreso de todo gobierno, y para su recaudación se crean leyes que dictaminan quiénes y cómo se deben de realizar los pagos de impuestos.

Cuando se habla del fisco, o tema fiscal, nos referimos a dos aspectos: los ingresos y los egresos del Estado, pero en las reformas que se han hecho lo que se modifica solamente es el de los ingresos, y el rubro modificado son los tributos o impuestos.

Es bueno destacar que, desde 1966 se realizaron menos reformas fiscales o tributarias que las que se han elaborado desde el año dos mil hasta la fecha. En este último período de tiempo se han creado ocho reformas tributarias todas destinadas al aumento de impuestos.

En el país se han elaborado reformas en los siguientes años: en el 2000 se emitió la ley 47-00, 288-04 del 2004, 557-05 del 2005. Ley 496-06 del 2006.

Ley 173-07 del 2007, la 139-11 del 2011 y la 253-12 del 2012. Es importante puntualizar que esta última reforma se realizó por el déficit fiscal generado en el gobierno anterior y cuyas razones, entre muchas otras, se atribuyen a los gastos de campaña, sobresueldos, dietas y gastos de representación, gratificaciones y bonificaciones, publicidad, combustibles de Ministros, etc. ejemplos de una gestión que deterioró y puso en riesgo la sostenibilidad fiscal.

De ahí que este gobierno necesite fondos para no colapsar y para ello ha acudido al endeudamiento externo y la aplicación de nuevos impuestos.

La última estocada que se pensó aplicar fue el impuesto a las compras por internet de menos de 200 dólares y aquí está muy claro quiénes realizan compras por el valor de ese monto: sencillamente la clase media y empobrecida que busca alternativas de compras por otros medios.

La Estrategia Nacional de Desarrollo establece la firma de un pacto fiscal; de producirse este acuerdo pediría se tomaran en cuenta dos cosas: la primera es que sea realmente una reforma fiscal y no tributaria en la que sólo prime el aumento de impuestos. Y lo segundo es que, así como una mujer puede llevar a los tribunales a quien acuse de acoso sexual, que también puedan responder ante la justicia quienes crean déficits sin justificación ni sustento provocando que se mantenga al pueblo en un constante acoso fiscal.