En nuestro país el Ministerio de Salud Pública (MSP) ejerce un férreo control para excluir a unos dos millones de estudiantes preuniversitarios de los planteles escolares con la exigencia anticientífica de mantener una positividad comunitaria menor a 5% para poder retornar a las aulas, pero no se aplica semejante criterio a ninguna otra actividad económica o social. Por medio del Ministerio de Educación (MINERD) incluso se amenaza con sanciones a las instituciones educativas privadas que se atrevan a recibir escolares en sus instalaciones para aliviar las penurias que la privación de las clases presenciales inflige a los niños (y como daño colateral a sus padres), aun manteniendo estrictos controles de seguridad sanitaria en los planteles. No importa que los niños anden en la calle, vayan a cines y restaurantes, encerrados con muchos adultos en espacios sin ventilación, pero cuidado si ponen pie en las ventiladas aulas o espacios escolares abiertos mientras la positividad reportada sea de 5% o más en el municipio. Es una política basada en las premisas iniciales que modelaban la Covid-19 en los conocimientos sobre el virus de la influenza y sus patrones de propagación, superados hoy por las evidencias de 16 meses de investigaciones científicas sobre el SARS-CoV-2 y la Covid-19. Las intenciones son buenas, pues el propósito es controlar la propagación comunitaria del virus y proteger a la comunidad educativa del terrible contagio, pero el profundo daño a los niños a consecuencia del cierre escolar no es mitigado por las buenas intenciones.
Por otro lado, a pesar de no haber autorizado la ivermectina como tratamiento farmacológico para la Covid-19 en ninguna de sus etapas evolutivas, el MSP permite que abiertamente se promueva la distribución y consumo del antiparasitario para el tratamiento de la enfermedad viral, sin tomar acciones para frenar su uso no autorizado, aun cuando se reporta públicamente en los medios de comunicación como en el caso de 500 kits donados hace pocos días a la Clínica Cruz Jiminián. Incluso el MSP acepta donaciones de kits con ivermectina y otros fármacos no recomendados ni autorizados para la cura de la Covid-19 en los hospitales públicos, como el Moscoso Puello, para ser dispensados a pacientes, tiempo después de la OMS haber emitido su recomendación de no utilizar el antiparasitario fuera de ensayos clínicos controlados.
La venta de la ivermectina es libre en las farmacias y se sabe que la automedicación es rampante en nuestro país. Ya lo decía en diciembre el Dr. Erasmo Vásquez, valiente víctima de la Covid-19: “…la generalidad de los médicos y personal de salud, así como variados segmentos poblacionales están ingiriendo profilácticamente ese fármaco, por cuentas propias, teniendo o no síntomas sugestivos del SARS COV 2 o COVID 19”. El Dr. Vásquez llegó a proponer en diciembre que, “el Ministerio de Salud Pública autorice, sin mayores restricciones, el uso de ivermectina con fines profilácticos y en el tratamiento longitudinal del Covid – 19”. En enero, su yerno, el senador por la provincia Monseñor Nouel, organizó una distribución masiva del antiparasitario en Bonao, aunque posteriormente suspendió el operativo, pues el Ministerio tuvo que aclarar que “el medicamento conocido como Ivermectina no está recomendado para operativos médicos ni ha sido aprobado como tratamiento para contrarrestar el covid-19 en la República Dominicana.” EL MSP envía mensajes equívocos sobre el fármaco, pues había incluso suplido para el operativo del senador una cantidad del antiparasitario a través de Promese-Cal, según reveló el cantante y confeso consumidor compulsivo del medicamento en una entrevista.
Antes de sucumbir a la Covid-19, el Dr. Vásquez hizo una agresiva campaña de promoción de la ivermectina no solo para curar la enfermedad causada por el SARS-CoV-2, sino como profiláctico preferencial antes que la vacunación. En ningún momento el MSP ejerció su autoridad para poner freno a esa campaña en contradicción con la política oficial a favor de las vacunas, ni siquiera cuando el periódico HOY reportó el 25 de enero: “Vásquez citó que mucha gente está tomando ivermectina, entre ellas el propio ministro de Salud Pública, doctor Plutarco Arias, quien también la recetó, por lo que sugiere que se le dé a los médicos la opción de manejar el fármaco.” Por cierto, menos de una semana después de las declaraciones del Dr. Vásquez, el Dr. Arias perdió a su hermano mayor “por complicaciones de la Covid-19”, no sabemos si habiendo tomado el fármaco recetado por el entonces ministro de salud pública.
La política oficial es de no recetar la ivermectina para el tratamiento de la Covid-19, en consonancia con la ciencia, pero, en una franca actitud de laissez faire, no se restringe su uso. No se distribuye masivamente el antiparasitario en jornadas comunitarias, como se ha hecho en muchos países latinoamericanos, pero se permite el expendio libre en farmacias y se distribuye el fármaco de controversial uso para el tratamiento de la Covid-19 en hospitales y farmacias estatales, en evidente contradicción con las recomendaciones de la OMS y agencias reguladoras de medicamentos de EE. UU. y la Unión Europea, entre otras. No llegamos tan lejos como el presidente de Guatemala, Alejandro Gianmattei, quien en su reciente visita a España en compañía de nuestro presidente proclamó que, "La ivermectina sustituye por mucho a la vacuna si se toma preventivamente"; pero no se interviene para limitar su posible uso a ensayos clínicos controlados, como ha recomendado la OMS. Jamás se ha censurado ni intervenido para controlar o sancionar a los promotores del consumo libre del fármaco.
Las instituciones educativas, y los educadores, no corren la misma suerte que las instituciones sanitarias y los médicos en la República Dominicana. El Ministerio de Educación, en coordinación con el MSP, ha dispuesto mantener cerradas las escuelas a pesar de las fuertes recomendaciones de todas las agencias internacionales de que la educación debe ser la última en suspenderse y la primera en reiniciar de todas las actividades sociales y económicas. No importa lo que piensan muchos educadores, ansiosos por servir de la mejor manera posible a sus discípulos. Quizás con las mejores intenciones, el Ministerio de Salud Pública irrespeta con sus acciones las recomendaciones, basadas en la evidencia científica, de organismos especializados en educación y sanidad, manteniendo los centros educativos clausurados y la ivermectina circulando libremente por clínicas, farmacias y hospitales. Lo que debe permitirse, las clases presenciales: prohibido. Lo que debe controlarse, el consumo irrestricto del antiparasitario, consentido en los hechos. Todo con las mejores intenciones de proteger a los dominicanos del terrible flagelo del coronavirus.
El camino al despeñadero está empedrado de buenas intenciones sin buena ciencia. Acompañemos esas buenas intenciones con la mejor ciencia a nuestro alcance: abrir las aulas y suspender la ivermectina.