El pasado 19 de noviembre se celebró el día internacional para la prevención del abuso infantil. Esta iniciativa surgió en el año 2000, a raíz de la convención de los derechos de los niños que realiza la UNICEF con el fin de contribuir a la protección de la población infantil.
La infancia es una de las etapas que más riqueza y valor aporta a la experiencia de los niños, siempre y cuando éstos cuenten con adultos que tengan sobre sus hombros la responsabilidad de guiar y supervisar de la manera más correcta su proceso de desarrollo. Pero sabemos también que el maltrato es una de las problemáticas más serias de nuestra sociedad y de las menos denunciadas.
La OMS define al abuso o maltrato de menores como toda forma de maltrato físico y/o emocional, abuso sexual, abandono o trato negligente, explotación comercial o de otro tipo, de la que resulte un daño real o potencial para la salud, la supervivencia, el desarrollo o la dignidad del niño en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.
Busquemos insistentemente que podemos hacer,evitemos la indiferencia ante el dolor y sufrimiento de aquellos que por su condición de vulnerabilidad no tienen la manera de salir de su agonizante vida
Algunos de los resultados ofrecidos por la UNICEF en su reporte del análisis de la situación de la infancia y la adolescencia en la República Dominicana del año 2012 son los siguientes:
El 67.4% de los hogares utiliza el castigo físico o psicológico para disciplinar a sus hijos.
Un estudio sobre la Explotación Sexual Comercial (ESC) reveló que sólo el 0.8% de la población percibe a los perpetradores como culpables, mientras que el 59% responsabiliza a la víctima o a su familia, lo que evidencia una cultura tolerante con el abuso, que dificulta la aplicación de las leyes.
El 20.8% de la población de 0 a 5 años carece de registro de nacimiento, cifra que se sitúa en el 41% para el quintil más pobre y en las regiones más pobres de la zona fronteriza, lo que supone dejar expuestos a cientos de miles de niños y niñas a vivir sin existencia oficial y privados de los servicios básicos.
Cuando analizo estos resultados veo que nuestros niños y adolescentes están desprotegidos. Es de mucho pesar saber que nuestra población emergente, como son nuestros niños, están sufriendo abuso psicológico, abuso físico, abuso sexual, negligencia y desprotección de parte de sus propias familias. Pero lo más aterrador es saber que sólo una minoría de la población piensa que el agresor es responsable de los abusos perpetrados y un 59% responsabiliza a la víctima. Esto me lleva a preguntarme ¿Qué nos está pasando? ¿Quién defiende a nuestros niños, aún de sus padres que vienen a ser sus principales verdugos? ¿Quién protege sus derechos? ¿Qué les espera a estos pequeños que no han elegido tener la vida que tienen?
El futuro parece gris, pero en cada uno de nosotros está la responsabilidad de hacer lo que mejor esté en nuestro alcance, iniciando desde nuestra propia familia, pero también poniendo nuestros ojos en esa población vulnerable y desprotegida que está a nuestro alrededor cada día. Busquemos insistentemente que podemos hacer,evitemos la indiferencia ante el dolor y sufrimiento de aquellos que por su condición de vulnerabilidad no tienen la manera de salir de su agonizante vida.A veces caemos en la trampa mental de que no tenemos nada que aportar, pero tal como dice un dicho popular “nadie es tan pobre que no tenga nada que dar”.