La dedicatoria oficial del año 2019 a la innovación y la competitividad es una ocasión propicia para repensar y reorientar actividades centrales de la vida nacional como la educación.
Uno de los hechos que más han celebrado las y los estudiantes dominicanos a través de la historia es cuando se les informa que “no habrá clases”; esa noticia es motivo de verdadero júbilo. Ya ahí hay una lectura del reducido interés y motivación que provoca la actividad educativa.
Hay atractivos muy evidentes en la actividad escolar, como la posibilidad de hacer amigas y amigos así como compartir con los demás. No son pocas las grandes amistades forjadas desde ese origen.
El centro escolar es también un espacio en el que las y los estudiantes se sienten protegidos ante la ausencia de los progenitores y mientras de menor edad, ese cobijo es en la mayoría de los casos una extensión del hogar.
Mas lo referido no es el aspecto central de la actividad educativa. Lo principal es el aprendizaje.
De ahí que hay que procurar desarrollar actividades de aprendizaje que en lo óptimo generen un interés tal que el centro educativo sea en sí mismo un espacio que despierte verdadera motivación e interés en las y los estudiantes. En la primera versión del Plan Decenal de Educación 1992 se hablaba de “promover el gusto por aprender”. Y la realidad es que poco se ha avanzado al respecto.
En la actualidad existen grandes oportunidades de hacer del aprendizaje una actividad que provoque motivación y verdadero interés; pero se necesita replantear la forma en que se organiza la actividad educativa, que ante tantos medios electrónicos de acceso a información y conocimiento libere al educador o educadora de la tan prolongada tradición de “dar clases” y que se convierta en “estratega del aprendizaje” que tenga entre sus bases más firmes el hacer realidad el gusto por aprender.
En la medida que aumentan los grados y principalmente luego de alcanzar un nivel de lectoescritura óptimo es necesario crear un ambiente de autonomía de aprendizaje y de libertad en base a una efectiva planificación que transforme el espacio escolar desde un entorno en el que predomina el aburrimiento en las actividades reales de aprendizaje a un lugar en el que predomine el gusto por aprender y eso aunque difícil por el peso de la tradición, es posible.
Esa innovación en sí misma corresponde a una de las más transcendentes tareas para el desarrollo de la sociedad dominicana por su gran significado e impacto en la vida nacional. Es el mayor desafío de innovación.