Desde hace tiempo hemos afirmado que las pretensiones para despenalizar el aborto, obedecen a intereses internacionales que se quieren imponer en nuestro país que sufre la presión de extensas campañas y debates de grupos minoritarios y organizaciones no gubernamentales bien pagadas.

En diversos escenarios he afirmado que existe una agenda internacional con temas bien definidos que se quieren imponer en países como el nuestro, tales como el matrimonio entre parejas de un mismo sexo, la legalización de las drogas, y la despenalización del aborto.  En este último renglón entran en juego intereses económicos de la industria médica y los que abogan por el control de la natalidad.

El objetivo es convertir esos antivalores en “derechos fundamentales”.  En el caso del aborto, se anteponen los llamados “derechos de elegir de la mujer” a la vida humana desde la concepción, incluso se ha llegado a decir que el “embarazo no deseado” es contrario a la dignidad de la mujer.

No pocas personas en este país se han dejado convencer con el concepto erróneo y antiético de que matando seres humanos que apenas inician su vida, forma parte  de los “derechos de la mujer” y de su “dignidad” y anteponen disyuntivas existenciales con planteamientos hipotéticos tan descarnados de que “la mujer no está obligada a parir a un delincuente que la violó” queriendo convertir este concepto en algo holístico.

La campaña por la vida que estamos realizando  los evangélicos junto a la Iglesia Católica, es pro vida.  Defendemos y defenderemos siempre el derecho a vivir de todo ser humano desde su concepción, que además de ser bíblico es una norma constitucional. Abrir las puertas al “derecho de la mujer al aborto” es además propiciar un problema sanitario y de salud pública de inimaginables proporciones.

Es una verdadera pena que algunos congresistas consideren un argumento tan adocenado de que ambas iglesias los están chantajeando.  Creemos que la presión internacional al gobierno  foránea es mayor, solo basta con leer la gran cantidad de organizaciones y organismos internacionales que han enviado comunicaciones al presidente Danilo Medina a favor de despenalizar el aborto.  Esa presión sí es abrumadora.

Tanto la iglesia evangélica como la católica han defendido el principio del derecho a la vida desde hace décadas.  Se han unido a nosotros miles de ciudadanos conscientes de diversas corrientes políticas y religiosas, que ven la práctica del aborto en el país como una práctica nociva que propiciará en el futuro la muerte de miles de seres humanos sin control.