Aunque que estos días generan en mí cierta apatía para escribir, dado el asco que se respira en el ambiente por las “tramas e interceptaciones” que han surgido como consecuencia de la polarización de las simpatías a favor de los candidatos de los partidos mayoritarios, prefiero llamar la atención a través de esta entrega, de los profesionales del derecho que muchas veces por andar ataviados detrás del dinero, olvidan en cierto modo el Decálogo de Couture y faltan a las inversiones en valores que debemos hacer a favor de los que vienen detrás: nuestros hijos.
La palabra abogado, como muchos sabemos, proviene del latín “advocatus”, que quiere decir “llamado de auxilio”, lo cual se traduce en ejercer a tiempo una atinada defensa jurídica de quien lo solicita, sin embargo, algunos juristas se han confundido, acudiendo al llamado de auxilio que realiza el que infringe la ley, para que lo ayude en la efectiva comisión de los hechos delictivos y en el ocultamiento de los elementos de prueba que pudieren provocar una sanción penal. Los casos están ahí frente a todos y el hedor del pus se siente en algunos pasillos de la ciudad.
Me apena escribir esto, pero, resulta necesario. No es posible que por la conducta de pocos, algunas autoridades judiciales y del ministerio público cuando en privado se refieren a determinados abogados, en vez de nombrarles por sus nombres, prefieren llamarle con el mayor de los venenos “narco abogado”, y todo, muchas veces, por el grado de complicidad que se percibe en ellos, como consecuencia, no sólo de la apariencia delatante, sino, de la inteligencia derivada de los seguimientos que realizan los departamentos investigativos del Estado y los organismos internacionales.
Por qué involucrarse hasta el tuétano con los que trafican con drogas, si bien, de conformidad con sus grandes destrezas y capacidades intelectuales, podrían asumir una excelente defensa técnica a favor de estos, sin necesidad de ponerse de espaldas y entregar “abiertos” su dignidad a cambio de verdes y espumas?
Creo que en alguna forma todos tenemos una cuota de responsabilidad, ya que el primero que habla mal en un pasillo con “nombre y apellido” de “un abogado es su colega”, ya que quien no se ama y respeta así mismo, no podría hacer lo contrario con el prójimo. Cuán débil es aquel que alimenta lo poco que le queda dentro, de las debilidades y los errores de los demás?
El Colegio de Abogados de la República Dominicana (CARD) y una “retajila” de universidades, durante años se pasan los meses realizando cursos de especialización muchas veces innecesarios, sin embargo, se requieren post grados, maestrías y doctorados para aprender a “pensar, a ser leales, honestos, a luchar, tener fe, olvidar, tolerar y sobre todo, amar la profesión”. Despierto o continuo?