El pasado miércoles 17 del corriente el presidente Luis Abinader convocó al palacio nacional, al salón Las Cariátides, a los escritores dominicanos, consagrados en la disciplina, a un conversatorio sobre su proyecto de incentivo a la lectura en el país. El mismo se hizo coincidir con un significativo gesto que consistió con la condecoración del sacerdote José Luis Sáez, con la Orden Heráldica Cristóbal Colón, en el Grado de Comendador, mismo que tuvo el propósito justiciero de reconocerle el mérito de ser uno de los más prolíficos escritores del país y un referente positivo para la sociedad. Como se ve, una muestra a la exaltación a los escritores que lleva buen mensaje para el propósito.

En lo particular, como escritor invitado siento honra de haber sido incluido en esa pléyade de connotados escritores e intelectuales, que sin lugar a dudas representan la crema innata de esa disciplina en nuestro país. Y eso es una alta distinción para cualquier ciudadano, lo cual le agradezco al gobierno y le doy mi irrestricto respaldo a la iniciativa, en el sentido que hacía falta que desde el Estado, se diera el primer paso, por lo menos en mostrar la preocupación sobre el derrotero que lleva el país en la preferencia chabacana que exhibe la juventud en su estilo de vida desprovista de sentido y norte, y de desconexión del  abordaje de temas que atañen al tejido social en espera de acción y respuestas de la savia juvenil como elemento que de vida o vitalidad a la sociedad o su entorno.

El presidente Abinader al introducir el tema expresó que el interés del gobierno es establecer a lo largo y ancho del país un sistema nacional de bibliotecas- refirió virtuales-, dimana de un estudio realizado por el Ministerio de Economía y Planificación, que da cuenta que un 64% de la población de 10 años, no podía leer un texto simple, por cuya razón surgió el proyecto de minar el país de centro bibliotecarios, con el fin de fomentar la lectura a nivel nacional. Sistema este,  según sus palabras introductorias, que estaría alimentado por todas las grandes obras que componen el universo de libros de los clásicos y de la intelectualidad dominicana, así como por las producciones de los nóveles escritores del país, todo lo cual conecta con el interés de aumentar la vocación de la lectura, y créame que el anuncio caló muy bien en la elite intelectual presente, porque quizás pensarían que llegó la hora de ensanchar el espacio para socializar sus obras, que en la mayoría de veces se le han convertido en piezas decorativas de las librerías, y cuando no, las tienen arrinconadas en sus hogares por falta de lectores.

Sin embargo, a nuestro juicio, al tiempo que defiendo con capa y espada la idea del presidente, entiendo que en razón de que el causal de la dejadez para la lectura, según mi criterio, es multifactorial, y por tal, antes del que el gobierno implemente esa bien intencionada idea, debería profundizar la magnitud del desinterés y las razones sociales que en este tiempo, la vocación de lectura se encuentre profundamente de capa caída. Lo cual, a mi juicio, estriba en la conexión de la juventud con enfoques, gustos y preferencias absolutamente perturbados por la carencia de fundamentos críticos, y a las prácticas de actitudes y comportamientos que modelan nuevos cambios paradigmáticos en la convivencia social, a tal punto que la sociedad se encuentra impactada por una profunda y aguda involución de valores, sentimientos patrios y desapego de las normas-anomia- de valores humanos, de cultura de paz , y de los bajos niveles de compromisos de ciudadanía responsable que trastocan la plataforma en la que ha de descansar el amor a la patria, al apego a la conciencia social, que de forma y fondo, constituyen el fundamento para la fortaleza cultural y el sentido de pertenencia a nuestras raíces ancestrales y a los modelos cívicos y morales, que sirven de acicate a la construcción del conocimiento, en ello también, al amor por la lectura.

Por lo tanto, como una humilde razonabilidad de lo expuesto por los contertulios; escritores e intelectuales que agotaron turnos, y a modo de síntesis propia, muy bien pensarían que la solución a levantar la vocación de la lectura no sólo se logra con sembrar al país de bibliotecas, sino estructurando un reenfoque del cambio de paradigma que tiene cautivado, idiotizado y perplejos las perspectivas de vida desechable que tiene la juventud como modelo, por tanto, me permito, a partir de las ideas que los exponentes plantearon, según mi inferencia, que lo hicieron como una idea de dejar entrever que como antesala, se debería pensar primero en una reingeniería social como soporte al incentivo de la lectura, lo cual como idea, recogemos en el siguiente decálogo, vamos:

1) Rescatar la pérdida de cohesión social afectada por el descoyuntamiento de la interacción que otrora se cultivaba con la congregación de la juventud en los clubes sociales en los que se tenían como modelos de referencias las grandes hazañas de patriotas , intelectuales eruditos y personas de referencias positivas como patrones de la conducta social.

2) Frenar la invasión masiva de la haitianizacion que han afectado el celo patriótico y generado un desgano de orgullo identitario. Lo que quizás ha servido a la creación del culto a lo abominable en los ritmos musicales juveniles. (Que literatura y letras chatarras son, pero, cautivan a la juventud)

3) Fijar la atención que dentro de los factores de incremento de la delincuencia está la baja presencia de centros de convivencias sociales que en el pasado despertaban en la juventud el sueño de formarse como piezas claves y útiles para los mejores propósitos de su patria.

4) Evaluar si en el problema del desinterés incide la transculturización y por efecto un cambio abismal del enfoque que tiene la gente de ser o no sabio, y que por el contrario, le resulta un comino ser analfabeta en razón de que los nuevos paradigmas no les paran a detalles sublimes de intelectualidad y la cultura del conocimiento sino la paca- lenguaje moderno-, el jangueo y todo un submundo de fantasías y superficialidades.

5) Ver si primero hay que pensar si el triángulo de satisfacción de la juventud se contrae a jeepetas, pistolas, poder y sexo como su paradigma principal.

6) Plantear la tesis de que si el Estado no impulsa una resocialización y en efecto asume como decían los filósofos clásicos, si quiere moldear comportamientos, controla las manifestaciones culturales y la educación. Y más, que se impulsen los valores sociales como patrones del comportamiento societario.            7

7) Evaluar si a la mesa del conglomerado de escritores, le falta la pata del incentivo de subsanar la paradoja que existe entre imagen de soñadores que la sociedad le endilga a los escritores de provincia que al vivir en una espiral de calamidades y falencias sociales y económicas, provoca que la juventud no se interesen por cultivar la literatura en razón de que se le etiqueta como duendes soñadores inmerso en mundo de fantasía.

8) Y más, ver el posible efecto Pigmalión (refiere a la potencial influencia que ejerce la creencia de una persona en el rendimiento de otra), que en una gran parte de ciudadanos que deambulan por las calles, en calidad de indigentes, son los que echaron toda su vida sumergidos en el hacer literario, y peor, a la postre, víctimas del desamparo estatal. (Casos de las provincias)

9) Pensar si los antivalores de muchos políticos, funcionarios corruptos, ha calado en la falsa creencia de que ahora se llega a rico y exitoso con un tumbe.
Por lo tanto, mi queridísimo presidente Abinader, piense que su lindo y valiente sueño, si no se enderezan antes, los patrones sociales de raíz, que modestamente, le compartimos en nuestro decálogo, su implementación y su idea, la cual apoyo, podría resultar como encender todas las luces del universo en el mundo de los ciegos, que como quiera siguen obscuros. Pero de todo modo, presidente, prenda esa luz, que quizás algún día se encienda la conciencia nacional.