Hay que reconocerle al joven gobernante su empeño en dar al país una justicia independiente, su decencia y su mayor proximidad a la gente, en contraste con la arrogancia y prepotencia de la pasada administración. Valga reconocerle también su aspiración de contener la corrupción, titánica tarea, en un país donde el Estado ha sido históricamente un botín que comparten, en muy desigual proporción, los de arriba, los de en medio y los de abajo.
Pero, su incipiente administración no ha estado exenta de errores, comentaré solo a dos:
Primo, su inexplicable decisión de torpedear las relaciones con China, negándole la posibilidad de invertir en el país en áreas consideradas estratégicas, puertos, aeropuertos y telecomunicaciones, solo para complacer a los Estados Unidos, ciertamente nuestro principal socio comercial, pero no el único. Una medida muy mal recibida por el gobierno chino, no obstante, responde meses más tarde enviando al país cientos de miles de vacunas para iniciar la urgente inmunización de la población, mientras los Estados Unidos, el socio que hay que agradar, acapara las suyas y no nos envía una gota.
Ciertamente no se trata de un desinteresado gesto del gobierno chino, puramente solidario, es bien conocido su interés de mostrar a los países de la región que tiene sobrada capacidad para dar respuesta a sus más urgentes necesidades, sanitarias, de inversión, tecnología, intercambio comercial, etc.
Secondo, la reciente decisión de construir un muro en la frontera dominico-haitiana, a un costo de 100 millones de dólares, obviando que los muros fronterizos son ciertamente muy buenos para incrementar la peligrosidad de los desplazamientos humanos, ejemplo, los de Ceuta y Melilla, que han convertido al Mediterráneo en un gigantesco cementerio, donde yacen los huesos de cientos de miles de seres humanos, pero no han impedido que los africanos continúen llegando al continente, lo único que ha logrado, es que sean cada vez más los que perecen en la travesía; el de la frontera de los Estados Unidos con México, el mismo resultado: más mexicanos y centroamericanos perecen en el intento de pasar al otro lado, pero el flujo continúa. Biden, consciente de su inutilidad, acaba de parar su continuación.
Es una lastima que su formación de economista y su deseo de servir al país, que no pongo en duda, no le hayan servido para entender que, en lugar de un muro que no podrá detener la inmigración haitiana, sería mucho mejor invertir esos 100 millones de dólares en proyectos dirigidos a derribar el muro que separa al puñado de familia que acaparan las riquezas del país de los millones de dominicanos en situación de pobreza.
Para reducir al mínimo el tráfico irregular de bienes y personas en la frontera tenemos una guardia fronteriza, que ciertamente debe ser profesionalizada, bien equipada y, sobre todo, depurada, porque una vez desaparecida la complicidad que ella tiene con la mafia cívico-militar que opera de ambos lados de la frontera es muy poco lo que puede pasar por ahí.
Señor presidente: no quisiera pensar que tenemos en usted a un populista más, que para complacer al electorado actúa en función de los deseos de personas y grupúsculos con recursos para venderse ante la población como los legítimos defensores de los intereses nacionales y haber inculcado en ella el conservadurismo, la intolerancia y los prejuicios a los que usted hoy rinde tributo, levantando un muro entre los pueblos de una isla que necesita de más puentes.