El mes pasado el presidente dominicano, Luis Abinader, aconsejó a los ciudadanos dominicanos no viajar a Haití, por la falta de seguridad en el vecino país, que atraviesa una de las más graves olas de violencia de los últimos años. Concomitante el gobierno dominicano ha reforzado la presencia militar en la frontera compartida con Haití, para evitar que ingresen además de indocumentados, también elementos violentos o revoltosos.

La vigilancia ha sido aumentada en las estaciones de expendio de combustibles de pueblos del Noroeste, principalmente Dajabón y Montecristi para evitar el contrabando de estos hacia Haití, que vive una escasez, debido a que la principal banda armada de Haití, el G9, una federación criminal de nueve de las bandas más fuertes de Puerto Príncipe, no permite la distribución de combustible en aquel país hasta que, el primer ministro, Ariel Henry dimita, porque su nombre, justifican ellos, ha sido citado en la investigación del asesinato del presidente Jovenel Moise.

La escasez y alza de los precios de los carburantes, sumado a los secuestros y el terror de las bandas delictivas, están provocando violentas protestas en Haití. Sumergiendo a aquel país, en una grave crisis que, para que usted tenga una idea de su magnitud, el año pasado, por ejemplo, ocurrieron 231 secuestros y este año, se han reportado hasta septiembre pasado más de 600, siendo en su mayoría ciudadanos haitianos, las víctimas.

El más reciente secuestro de trascendencia, es el de 17 personas, de un grupo de misioneros que incluye 16 estadounidenses y un canadiense. Raptados el 16 de octubre pasado, en las afueras de la capital, Puerto Príncipe y lo que se cree desencadenó la renuncia del jefe de la Policía Nacional, Léon Charles.

La banda 400 Mawozo (los 400 hombres inexpertos) que los retiene pide un rescate de 17 millones de dólares. Mientras, las autoridades haitianas, con apoyo del Buró Federal de Investigaciones (FBI) y funcionarios estadounidenses, continúan trabajando en la liberación de los misioneros raptados

El acentuado deterioro de la gobernabilidad en Haití, ha llevado al presidente dominicano Luis Abinader, a suspender su participación en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (la COP26), que se celebra desde el domingo 31 del mes pasado hasta el 12 de este mes de noviembre, en Glasgow, Escocia, Reino Unido.

A decir de algunos, habría de ser muy grave la situación respecto de Haití que, el presidente Abinader suspendió este importante viaje. Lo que no es de extrañar que Abinader lo sepa, pues el gobierno dominicano cuenta con muy buenas agencias de inteligencia y además tiene acuerdos para compartir inteligencias con agencias del gobierno de Estados Unidos, entre otros países.

El asunto es que, ha empezado a tomar cuerpo, en conversaciones privadas, las afirmaciones de que, la inteligencia dominicana detectó y se infiltró, en una banda haitiana con filiación a los 400 Mawozo que, se estaba apertrechando en la frontera. El caso es que aquella banda, además de infiltrada, fue neutralizada y desactivada por los servicios de inteligencia dominicanos. El fin perseguido por aquella banda no lo sabemos. Pero, es una muy buena información que haya sido desactivada por la inteligencia dominicana.

Sin embargo, esto no se ha hecho de público dominio, y a lo mejor no se haga. Lo que tal vez, tendría que ver, con la forma en que esta misión se operativizó que, de alguna manera conllevaría traspasar a territorio haitiano, para darle seguimiento a esta banda, su infiltración y desactivación… y por las implicaciones que tiene esto.  E incluso, el sigilo y confidencialidad que ameritaba. A lo mejor por todo esto, se ha preferido u optado por mantener el secreto.

Esto evidencia muy claramente el nivel a que ha evolucionado, la situación en el vecino Haití y que ya nos está tocando. En este aspecto peligroso de la incursión de bandas y grupos armados haitianos a territorio dominicano. Porque la inmigración de ciudadanos haitianos indocumentados, la estamos padeciendo desde hace tiempo. El mundo empieza a sentirlo ahora, pero nosotros tenemos décadas sintiendo el peso de esta terrible inmigración, cultura depredadora que ha depredado aquel país y ya en la zona limítrofes entre ambos países empiezan, del lado dominicano, a verse los efectos de esta acción depredadora.

Reconocemos la sistematicidad con que el presidente Abinader ha abordado esta situación, desde que accedió el poder, por ello queremos recomendarle, la conformación de una Estrategia de Seguridad Fronteriza, con un marco de referencia bastante amplio, para no dejar nada a la improvisación y que cada situación reciba la respuesta adecuada.

Obviamente, esta Estrategia de Seguridad Fronteriza irá incardinada en nuestra Estrategia de Seguridad Nacional cuando la tengamos escrita, porque todavía no la tenemos, sus elementos dispersos, es posible que existan, pero conformado en un documento escrito no existen, de lo que hemos hablado bastante.

Atención, mucha atención a los actores de nuestra economía, ustedes deben apoyar todas las ejecutorias del gobierno dominicano en ese sentido, pues es la manera de conservar nuestra patria prospera, con paz social, libertad y seguridad. No se jueguen con eso por ganarse un par de pesos más, con esa mano de obra que no requiere responsabilidad, porque se evade la seguridad social y otras cargas fiscales. Además de que como se tiene un personal incondicional que vive en la obra, no se quiere agarrar el toro por los cuernos y mejorar los salarios del trabajador dominicano.

El asunto es que el trabajador dominicano tiene familia y no es verdad que va a pasar de las 5 o las 6 de la tarde en una obra, a menos que se presente una situación extraordinaria o de emergencia, pues tienen que volver a sus hogares. Entonces como el inmigrante indocumentado (el haitiano) no tiene arraigo, pues no tiene donde quedarse y casi siempre lo hace en la obra que están construyendo (en el caso de la construcción) es una mano de obra codiciada por los constructores porque no exige y esa es la condición preferencial que se tiene por la mano de obra haitiana.

Se requiere que el presidente continúe sus ejecutorias en este ámbito, haciendo aplicar la ley. Pero a la vez, los empresarios “patriotas” deben entender que el desarrollo del país tiene que ser por canales claros, transparentes y predecibles, no a través de la improvisación y lo oculto que son las condiciones favorables por la que muchos de ellos son desafectos a que se tenga control sobre la inmigración indocumentada.

Es alentador que, aparentemente el presidente Abinader ha comprendido esto y se ha puesto manos a la obra. Merece todo el apoyo y respaldo de la sociedad dominicana en su conjunto, sin distinción de banderías políticas.