Aparentemente estamos inmersos en un debate sobre si la elección de las candidaturas la hacen las militancias de las formaciones políticas, o si uno que venga de fuera puede elegírselas.
Luego de las “reformas” introducidas a la pieza por la mayoría senatorial danilista en el senado, va quedando clara la intención de que no haya reforma del sistema de partidos ni del régimen electoral y que, por el contrario, el país entre en un profundo retroceso político.
Se está embullando al país con la idea de un debate de ideas, cuando en realidad tienen decidido que los actuales escarceos y propuestas no pasen de ser plumas de burr.
El clamor nacional le solicitó al danilismo legislar para que sean aprobadas leyes de Partidos y Electoral de manera consensuada, que cumplan el mandato constitucional de que la JCE garantice elecciones libres, justas y transparentes.
Pero el gobiernismo está agregando disposiciones que agravan los defectos del sistema político, defectos que precisamente han motivado la larga lucha y los copiosos afanes de la sociedad dominicana para mejorar el funcionamiento de los partidos.
El danilismo senatorial no sólo impuso la introducción de las primarias “abiertas” en el proyecto de Ley de Partidos, con lo que se despojaría a las militancias de los partidos de sus derechos adquiridos de elegir a sus candidatas y candidatos sino que ha introducido modificaciones al proyecto de ley presentado por la JCE que de ser aprobadas darían patente de corso a la masificación de los peores vicios de la política nacional.
Cito de manera puntual: a) La ya denunciada decisión senatorial de eliminar el padrón de concurrentes que debe confeccionar la JCE para que en las primarias no se pueda votar por más de un partido.
b) Al proyecto original que prohibía a los partidos recibir dinero de empresas extranjeras, le agregaron la excepción de “aquellas firmas con domicilio social en el país”, como si Odebrecht y compartes no hubiesen hecho su descomunal estafa al país siendo una empresa brasileña con domicilio aquí.
Y c) el aporte del titular de la DIAPE, Ramón Tejada Holguín, de que en esas “abiertas” el elector “pida esa boleta del partido de su preferencia, los miembros de cada partido participantes del proceso toman sus datos”, en abierta violación del precepto constitucional del secreto del voto, para servirse con la cuchara grande del asistencialismo social y los empleos gubernamentales convertidos en degradante clientelismo electoral.
Enceguecido por la ambición de poder, el oficialismo pierde de vista que la sociedad se ha comprometido con las reformas electorales y políticas convencida de que el sistema político se ha convertido en un enorme obstáculo para el desarrollo económico, social e institucional del país.
El danilismo desnudó su plan, lanzando un desafío de retroceso político inaceptable para lo que Balaguer llamaba las fuerzas vivas de la nación.
Todo el supuesto debate en que estamos inmersos, es en realidad puro engaño, alharaca de cambio para que nada cambie. Estemos atentos.