Sólo quien no lee nuestra historia, quien no la ha entendido, quien trata de tergiversarla, o quien trata de ignorarla motivado por intereses espurios, se aventura a tratar de convencer sobre la inexistencia en la actualidad, de antiguos planes malévolos de sectores poderosos que han actuado siempre en las sombras, en sus pretensiones de borrar la frontera entre las dos naciones pobladoras de la isla La Hispaniola.

Olvidan maliciosamente las luchas que ha librado el pueblo dominicano contra el sempiterno y siniestro propósito de las autoridades que han regido el destino de los haitianos, desde que se conoció el Manifiesto del 16 de enero de 1844, mediante el cual nos separábamos para siempre del país del Oeste. Olvidan que perdimos, por descuido español de la frontera con Haití, casi cinco mil kilómetros cuadrados en donde residían las poblaciones de Hincha, San Rafael de la Angostura, San Miguel de la Atalaya y Las Caobas; las cuales fueron arrebatadas por los haitianos que para 18O9 ya las ocupaban en su totalidad, lo que permitió que movieran su frontera hasta el río Artibonito, resultando infructuosos los ingentes reclamos llevados a cabo por los dominicanos luego de la separación, y que legalmente nos correspondían.

Constituye una clara traición a la patria, la actitud de dominicanos tanto en el poder como en la “oposición”, que niegan los perjuicios que ocasiona la desenfrenada invasión de que es objeto nuestro país, precisamente por el país que nos sometiera a sus tropelías por 22 largos años en su tercera invasión armada a este lado de la isla, y del cual nos separamos para siempre.

Traicionan también, aquellos sectores empresariales que motorizan la fusión porque sólo ven el engrosamiento de sus bolsillos, proveyendo sus mercancías a una población de 22 millones de habitantes, o los empresarios de la construcción que consiguen mano de obra en condiciones esclavistas.

Traicionan además, aquellos que desinforman sobre la realidad de los planes que llevan a cabo organismos internacionales y estamentos internos de poder, convirtiéndose en bocinas a favor de tales planes; aquellos que no cejan en sus intenciones malsanas de crear una nebulosa histórica para ir sacando poco a poco a Duarte, Los Trinitarios y toda nuestra gloriosa gesta independentista, de la conciencia nacional; que ya hasta los libros de texto de las escuelas los tergiversan y nos pintan a los dominicanos como racistas y xenófobos.

Las autoridades dominicanas no ignoran que sus pares haitianos ejercen una política de incentivo y exportación de migrantes de sus clases depauperadas hacia nuestro territorio, sin proveerle ningún tipo de documentos para decir aquí, inmediatamente cruzan la frontera, que son dominicanos, sin ni siquiera hablar nuestro idioma. Pero todo esto tratan de ignorarlo todos estos sectores, y las ONGs y organismos internacionales propagan que estamos dejando apátridas a dominicanos; malévolo engaño.

Causa mucho desaliento a los dominicanos, que sea el propio Ministro de Interior y Policía que se haya referido recientemente en alusión a que los dominicanos incurrimos en una “aberración” porque según él “hay una actitud muy agresiva contra el pueblo haitiano y de desprecio que no debe ser …” o sea, que el Sr. Ministro de Interior se pone del lado de los sectores que nos atacan y nos denuncian como un país racista, xenófobo y que odiamos al pueblo haitiano. No nos asombra, pues el ministro en cuestión es recurrente en esta actitud anti-dominicana.

No olvidemos que en agosto del año 2O17 cuando era este señor, Ministro de Trabajo, propugnaba por modificar el Código Dominicano de Trabajo [el 8O/2O], con la intención de aumentar la cuota de mano de obra extranjera en el mercado laboral dominicano, constituyendo esto un ultraje, una ofensa a la Patria de Duarte, lo que demuestra que esta actitud de este funcionario es reiterada en contra de los intereses dominicanos.

¿Por que no hay ningún pronunciamiento oficial acerca de la invasión del vientre promocionada e incentivada por los haitianos y los malos dominicanos que lo facilitan? ¿vamos a negar que la historia de las relaciones de ambos países que habitan la isla se encuentra plagada de relaciones conflictivas y de confrontación? ¿vamos a secundar y aceptar las denuncias falaces que interesadamente nos hacen los haitianos y los sectores que los aúpan en su determinismo geográfico en busca de espacio vital? El pueblo implora la acción firme y decidida del Gobierno contra este malsano propósito, Ya! Por fin, asumamos nuestra responsabilidad patriótica, dejemos ya la inacción que ha permitido el desorden migratorio que nos acogota, ¿nos vamos a dejar quitar la patria? ¡defendamos nuestra soberanía!