El principal modelo de gestión municipal del Partido de la Liberación Dominicana, en Santiago, lo constituye la administración de José Ramón Fadul en el cuatrienio 1990-1994. De hecho, es la única gerencia de los peledeistas de la ciudad. Los aportes de aquella dirección todavía gravitan en la dinámica política local.
Desde esa campaña de hace un cuarto de siglo, Fadul se hizo acompañar de un equipo de peledeistas con vocación de servicio y alguna que otra experiencia en asuntos municipales. En apenas unos días después de ser declarado ganador, constituyó la Comisión de Transición, cuyos integrantes pasaron automáticamente a ser funcionarios del ayuntamiento.
Una vez asumido el gobierno, Monchy Fadul dedicó espacio en su agenda para conocer otras experiencias municipales fuera del país, práctica que mostraba su voluntad de realizar un buen gobierno. Pero también se agenció la cooperación de actores claves de la provincia.
En esa tesitura, el Turquito, como también se le conoce, fue uno de los principales impulsores del Consejo para el Desarrollo Estratégico de Santiago. Con el apoyo del Lic. Rafael Emilio Yunén, un prestigioso geógrafo, académico y funcionario de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago se convirtió en la primera ciudad del país en tener un plan de desarrollo de larga miras. Y sobre todo con los actores sociales pertinentes, todos a una mirando la misma página.
Todo esto viene a cuento porque el recién electo alcalde, Abel Martínez, se ha limitado a colocar vallas publicitarias dándole gracias a la población por haberlo elegido intendente de Santiago. Como si después de su costosa campaña, aún le queda presupuesto para soltar dinero a manos llenas. Sin embargo, es justo aplaudir su integración a las jornadas de recolección de basura, después de que el Ministerio de Medio Ambiente declarara la ciudad en estado de emergencia. Lo cual envía un mensaje esperanzador: que es capaz de coordinarse con otras instancias del gobierno nacional. Si así ocurre, por ejemplo, con CORAASAN, institución especialista en romper calles recién asfaltadas, el pueblo lo aplaudirá.
Ahora bien, dar a conocer su equipo técnico que trabajará en los detalles del cambio de mando, no implica postergar el saneamiento de la urbe. Esta preocupación me condujo a consultar algunos de los dirigentes morados en la zona.
Como me lo temía, sus respuestas coincidieron en que “nosotros no conocemos nada sobre el posible equipo municipal de Abel. De hecho, ni siquiera nos hemos juntado después de las elecciones.” La confesión la hicieron en tono neutral y no pude descubrir su estado real de ánimo.
Tal parece que Martínez Durán no tiene en sus planes apoyarse en los veteranos técnicos municipales del PLD en la provincia. Algo que de ocurrir, se convertiría en su primer error político. Porque no hay peor cuña que la del mismo palo.
Santiago requiere dirigentes capaces de limpiar la ciudad, iluminarla, hacerla segura y de relanzarla camino al progreso. Si Abel Martínez quiere constituirse en una reserva política del país, deberá seguir los pasos del Monchy Fadul síndico, quien fue un buen gestor municipal.