Lo más difícil es unificar a los revolucionarios en torno a un objetivo común «todavía no comprenden la importancia de ubicar la contradicción principal y las secundarias; mucho menos, las particularidades de las mismas» y más difícil aún, cuando se trata de unir fuerzas diversas. Ahí es que la puerca retuerce el rabo. Es toda una odisea. La falta de visión clara de la sociedad y su coyuntura, impide tener una táctica adecuada al momento, que se mueve constantemente.

Identificamos al gobierno de Danilo Medina y el PLD como el objetivo común a vencer a través de las elecciones municipales, congresuales y presidenciales. No hay oportunidad para seguir con la cantaleta de unidad coyuntural. El momento, ahora, es de ejercer «ir a los Colegios Electorales» el voto masivamente contra los candidatos del oficialismo y el PLD.

Los revolucionarios no descartan ninguna vía para alcanzar el poder. Encasquillarse en una sola, es un error imperdonable. En los países como el nuestro, con una democracia incipiente e irregular, producto de la llegada del capitalismo tardío, hay que participar en lo que ellos llaman «fiesta de la democracia». Hacerlo con un plan de trabajo que permita avanzar hacia la meta fundamental de la revolución.

He reiterado mi respaldo, con tiempo, a la idea de participar en las elecciones conjuntamente con otras fuerzas revolucionarias, progresistas y demócratas; con su programa de gobierno y sus candidatos, pero que va, no se pudo. Los mismos argumentos necios, desubicados y superficiales, bloquearon el propósito de ir unidos y crear una Tercera Vía Electoral. La misma hubiese tenido la capacidad y autoridad para conversar y pactar con diversas organizaciones y derrotar al enemigo común.

Con el ridículo argumento de que las elecciones son fraudulentas «maña fuera» y que la derecha tiene toda la de ganar, algunos se oponen a participar en los comicios. Rechazan el proceso electoral, pero no presentan opciones realizables para aprovechar la coyuntura. Levantar consignas aéreas «acusaciones, despotricando, alegres y sin sentidos» no es de revolucionarios sinceros.

La caricatura de democracia que tenemos no puede realizar elecciones transparentes y limpias; pero tampoco, el conservadurismo y la derecha recalcitrante, tienen el propósito de propiciar un ejercicio democrático en el ´proceso electoral. Sin una burguesía gobernante que imponga reglas de juegos claras, será imposible. Y si los revolucionarios siguen en bobolandia, peor aun.

Dejar el escenario electoral por pendejadas e incapacidad, es vivir de espalda a la realidad objetiva. La teoría revolucionaria inyecta a los revolucionarios de espíritu creador a la hora de estudiar una situación concreta de la sociedad. La presente coyuntura puede crear un ambiente nuevo favorable para la institucionalidad democrática y cambiar «con la presión de la población» la forma de gobernar. De todas formas, la lucha continuará y permitirá agrupar a los revolucionarios para avanzar.

Para que no crean que ando con la intención de marear a nadie. Si queremos sacar al gobierno de Danilo Medina y el PLD del Palacio Nacional, del Congreso y de los Ayuntamientos, tenemos que preparar a la población y enfrentar el fraude electoral; montado, por la JCE y el sector oficial, en la sede central y los colegios electorales.

Desmontar el fraude con la movilización de la población en las calles, carreteras y plazas; utilizar todos los procedimientos para neutralizar las irregularidades que vulnera la voluntad popular. Y votar masivamente, en las elecciones municipales, por las candidaturas puntuales del Frente Amplio (FA), Alianza País (ALPÍS) y el Partido Revolucionario Moderno (PRM); igualmente, en las congresuales. En las presidenciales, depositar el sufragio «por Luis Abinader del PRM» a través del Frente Amplio (FA).